Una nueva derrota a nivel internacional deja a Peñarol complicado para conseguir la clasificación, suma frustraciones como la de Torneo Apertura. Además de las obvias razones futbolísticas, el principal problema de Peñarol es político y no se ve solución.

Peñarol está en un momento crítico, otro más en los últimos 20 años, donde se acortó la diferencia clásica, donde se nos acercaron en Campeonatos Uruguayos, donde a nivel internacional perdimos muchos de los récords que ostentábamos. El club del pueblo que hoy aleja a los hinchas del Estadio campeón Del Siglo.

¿Cuáles son las razones? Muchas. En lo deportivo se acumulan contratos de jugadores que no cuentan con pergaminos para vestir la camiseta de Peñarol. Otros que sí están capacitados que toman una fuerza dentro de Los Aromos que no corresponde, pero la debilidad dirigencial, hace que no estén claras las jerarquías. Intentar solucionar los problemas con “golpes de efecto”, o sea tapar el despido de un entrenador con la fuerza del nombre que pueda tener otro técnico, el resultado siempre es negativo.

Los problemas llegan desde la directiva, con mayores y menores responsabilidades. Pero los problemas que ya son personales de los dirigentes hacen rehén a la institución. Desde pintar el estadio, contratar un entrenador o un jugador, todo es un problema político. Si se forma una comisión de tres integrantes para trabajar en determinado tema, siempre se reúnen dos “por afuera”, para que el otro se vea en desventaja.

La oposición pudo ganar las elecciones en 2017 sin problemas, pero ¿por qué no se aliaron? Respuesta sencilla, el ego no les permitió ceder el posible sillón presidencial, “me junto contigo pero el presidente soy yo”, resultado: ganó el sector que gobierna el club desde 1993. Si la oposición pusiera los intereses del club por delante de los personales, hoy serían gobierno.

El oficialismo dice generar cambios que no se producen en los hechos. Siguen llegando jugadores a granel, de los que juegan pocos, después se utiliza la excusa “lo pidió el técnico”. Se contratan funcionarios de alto rango más por afinidad que por capacidad y que responden al grupo político por encima del Club.

Es difícil que un nuevo grupo genere un cambio real en las próximas elecciones. La realidad indica que hoy tendríamos un nuevo Consejo Directivo dividido. Con dirigentes que se desprecian mutuamente. Que buscan justificar todo culpando al rival: “las manifestaciones son organizadas, en las redes me critican porque los mandatan los rivales”, no. La gente está cansada de su pelea permanente. No van a cambiar y será difícil mejorar.