Escribe Juan Pedro Damiani:

Hace tres años tomé la decisión de alejarme del club. Habíamos conquistado el Campeonato Uruguayo 51 y formado un gran equipo, que ganaba y gustaba, pensando en grande. Porque Peñarol es muy grande. Y debe pensar en grande.

Miré hacia atrás. Sentía que había cumplido con los compromisos que había hecho con el socio.

Había prometido terminar con el rezago que Peñarol arrastraba en divisiones formativas y comenzar a formar grandes jugadores que llegaran a jugar en el primer equipo antes de perseguir otros horizontes. Y así lo hicimos. Trajimos a los mejores. Invertimos mucho tiempo y recursos. Y los resultados estaban a la vista. Ya estaba en cancha Federico Valverde. Pero detrás venían los Diego Rossi, los Brian Rodríguez, los Darwin Núñez, los Facundo Pellistri. Y también los Thiago Cardozo, los Facundo Torres y tantos más. Porque estas cosas no se hacen de un día para el otro. Requieren tiempo. Demandan trabajo. Y hacen falta grandes profesionales y recursos.

Había prometido hacer un gran templo para nuestra religión. Un gran estadio, de primer mundo, para nuestro Peñarol. Me dijeron que sólo era capaz de construir una maqueta. Que era todo humo. Pero seguimos adelante. Trabajamos mucho. Nuevamente, soñamos en grande. Y ahí está el Campeón del Siglo. Es de todos. Como dije el día de su inauguración, no es nuestro. Es de todos. De nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos. Es un lugar de unión, de abrazos, de celebraciones. Y lo construimos todos juntos, pensando en grande.

Había prometido un Centro de Alto Rendimiento. Y ahí está. Es una realidad. Y también reformas profundas para aggiornar ese gran complejo que es Los Aromos. Y las llevamos a cabo.

¿Por qué decidí alejarme?

Porque a pesar de todo lo realizado, de ganar el Campeonato 50 y de haber dejado un equipo que siguió de largo y conquistó luego el Uruguayo 51 y la primera Supercopa, Peñarol estaba profundamente dividido. El club estaba, como nunca antes, dividido. Y eso le estaba haciendo un enorme mal a Peñarol.

Pensé que podía contribuir a terminar con aquella división. Creí que, si me alejaba, todos los sectores podrían unirse en torno a Peñarol y dejar las diferencias de lado. Que todos y cada uno de los grupos depondrían sus diferencias para trabajar por y para el Club al que todos tanto queremos.

No lo dudé un instante. Para mí, para mi familia, Peñarol es todo. Si el problema era yo, me retiraba y me iba para mi casa. Y eso hice. ¿Y qué pasó con Peñarol? ¿Se unió? No. Al contrario. Está más dividido y politizado que nunca.

Yo no quiero eso. Los peñarolenses no queremos eso. Estamos cansados de las peleas. Queremos que Peñarol sea Peñarol. El de siempre. El de toda la vida.

Hoy comparezco de nuevo ante los socios y socias, y les pido su confianza. Quiero unir al club. Algunos amigos me aconsejaron que no me metiera. Que me quedara lejos de este presente. ¿Pero cómo podría hacerlo? ¿Cómo no me haría problema, si Peñarol es mi vida como es la de todos ustedes? ¿Acaso hay algún hincha de verdad de Peñarol que pueda no hacerse problema si Peñarol no gana el fin de semana? Estoy seguro que no. Y a mí me pasa lo mismo. ¿Puedo ser tan egoísta como para ponerme yo primero y darle la espalda al club de mi vida? No puedo.

Creo que la unidad es posible. Que todos los candidatos son grandes peñarolenses. Tienen diferencias conmigo. Pero todos queremos lo mejor para Peñarol. Todos queremos que Peñarol sea campeón. ¿Es tan difícil pensar en trabajar juntos? Mi viejo tenía muchísimas diferencias con ese gran presidente que fue Washington Cataldi. Pero no salían, ni uno ni otro, a ventilarlas. Se encerraban y trabajaban juntos por y para Peñarol. A ese Peñarol hay que volver. Fue el que nos hizo grandes.

No solamente hablo de unidad. Como compañero de fórmula fui a buscar a Gastón Tealdi, un gran peñarolense al que otros grupos proponían como el candidato que se opondría a mí. Veían en él muchas grandes condiciones. Y yo también las veo. Así que di el paso. Crucé el puente y le ofrecí que trabajara con nosotros. Él entró a la delegación de Peñarol durante mi última gestión pese a representar a un sector que se presentaba como “oposición”. Pero para mí entre peñarolenses no puede haber “oficialismo” u “oposición”. Tienen que jugar los mejores. En la cancha y en todos los planos. Así que lo puse a trabajar con Jorge Barrera en la AUF. Hizo una extraordinaria labor. Y si los socios nos dan su voto, va a ser un gran vicepresidente de Peñarol.

Vamos con un gran equipo de trabajo. Con el contador Pablo Amaro, socio de PwC, como candidato a tesorero. Hace un gran equipo de trabajo con ese gran hombre que es el contador Walter Pereyra, que es un lujo para Peñarol y para el país todo. Van a encargarse de manejar los números del club y de desarrollar un verdadero proyecto de internalización de la marca Peñarol, para abrirnos al mundo.

Rodolfo Catino, a quien le confiamos en su momento el gran proyecto de formativas, va a estar con nosotros.

Y llegamos con un objetivo claro: unir a Peñarol en torno a lo que hemos dado en llamar “La Obra Fútbol”, un gran proyecto de largo plazo para que, al menos en los dos primeros años, contaremos con Diego Aguirre y su equipo de trabajo integrado, entre otros, por otro extraordinario profesional como es el ingeniero Juan Verzeri.

Un proyecto que me llena de ilusión y esperanza, que va a abarcar desde la captación de jóvenes valores hasta el primer equipo, pero pasando por todos los estamentos de fútbol del club con un abordaje integral.

No quiero extenderme.

Mi primer pedido a los socios y socias es que el sábado 5 vayan a votar.

No importa a quién voten. Sí que participen. Que cuando Peñarol los llama, no den la espalda. Que se comprometan. Y que respalden al candidato que mejor refleje sus expectativas e ilusiones.

Espero contar con su confianza y poder trabajar muy pronto con todos los demás para unir a Peñarol y hacerlo cada día más grande.

¡Arriba Peñarol!