Aduana Frontera Paysandú-Colón

Última entrega de las crónicas de viaje de Iquique, esta vez del viaje en ómnibus:

Luego de muchas idas y vueltas decidí viajar como sea a ver a Peñarol a la ciudad de Iquique. Por un tema de costos tuve que ir en bondi. Por suerte salía uno. No es fácil conseguir sacar una excursión de más de 6.500 kilómetros.

El domingo 10 de febrero a primeras horas de la mañana salimos rumbo a Iquique alrededor de las 6 de la mañana. Al salir solo un ómnibus se logra juntar a todo tipo de hinchas, edades y locuras. La primera parada fue en San José donde levantamos a una familia para completar el coche y viajar con bondi completo. Próximo destino Paysandú para pasar la Aduana y cruzar para Argentina.

En la aduana se aprovechó para ir al free shop. Los más jóvenes compraron bebidas a bajos precios para amenizar el viaje y lo más grandes también aprovecharon los bajos precios comprando otros artículos. A las 13 horas pudimos cruzar a Colón, de ahí pasamos y paramos en Villaguay para almorzar en un parador.

En el viaje ya hacíamos los primeros amigos. Conocimos a una madre que fue con sus dos hijos, eran de la Peña de Nueva Palmira. Su nombre era Alicia y se portó 10 puntos con nosotros. Una genia la señora, una gran amiga hicimos en este viaje.

El camino siguió rumbo a Santa Fe, pasamos por el túnel subfluvial (bajo el agua) que une a Paraná con Santa Fe. Paramos en otro parador para cenar y las casualidades de los viajes nos hizo encontrar en ese parador a una Peña de Racing de Avellaneda. Todo muy tranquilo no hubo ni un cruce con esos hinchas.

Cerro de los Siete Colores (Jujuy)

Seguimos nuestro camino rumbo a Jujuy, antes pasamos por Salta. Cuando llegamos a Jujuy pudimos disfrutar del paisaje que nos brinda el Cerro de los Siete Colores que queda en la Quebrada de Purmamarca. El lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad. De ahí pasamos a la Salada que es un lago cubierto de sal donde se puede caminar sobre el mismo.

A todo esto ya llegaba la tarde del lunes e íbamos un poco atrasados de tiempo. Estábamos contra reloj por el tema del paso en la cordillera. El horario que teníamos para pasar era de 8 hs a 20 hs y si no llegábamos nos teníamos que quedar a dormir en la cordillera. Por suerte llegamos al paso de frontera Argentina-Chile que está a 4.200 metros de altura. Previo a eso el chofer del bus nos dijo que en lo posible no bebiéramos bebidas alcohólicas o con gas y otras cosas, porque podíamos sufrir vómitos y diarrea por la altura. El mismo chofer compró hojas de coca para que mastiquemos, ya que eso nos hacía bien para enfrentar a la altura.

Aduana Argentina ubicada a 4.200 metros de altura

Llegamos a la aduana y nos tuvimos que bajar del bus para hacer los trámites correspondientes y ahí empezaron los problemas. Tres personas tuvieron que ser asistidas en la enfermería para darles oxígeno. Uno de ellos tuvo “el mal de altura” y quedó en estado de apunamiento, totalmente ido, se encontró en otro mundo por varias horas. El resto del bondi con mareos e hinchados pero no al punto de ir a la enfermería. A mí personalmente se me hincharon los tobillos.

Luego de hacer los trámites y que las personas que estaban en enfermería fueron dadas de alta, continuamos el ascenso hacia 5.100 metros de altura para después de eso llegar a la aduana chilena que estaba a 200 kilómetros de la aduana Argentina (todo dentro de la cordillera). A los 5.100 metros el dolor que uno tenía en los oídos era insoportable de aguantar, la bajada a la aduana chilena fue larga, el chofer bajaba en segunda y en todo momento pisando el freno. Llegamos a la aduana chilena que es en San Pedro de Atacama, es el comienzo del Desierto (parece Cabo Polonio por lo rústico del pueblo pero sin playa), después de los trámites en la aduana fuimos al centro de San Pedro de Atacama para cenar. ¡Los turistas no entendían nada cómo un grupo de 45 personas entraban a la calle del centro cantando!

Luego de la cena, pintó un baño reponedor en el mismo bar ya que tenía ducha para viajeros. Ya eran las 23 horas del lunes. Comenzamos a cruzar el desierto de Atacama pero en la noche, por ende no se pudo apreciar, 600 kilómetros de desierto hasta Iquique.

La costa de Iquique y sus montañas de fondo.

A las 8 de la mañana del martes llegamos a Iquique recorriendo toda la costa. Ese martes fuimos a un hotel donde se hospedaron todos los socios e hinchas que viajamos. Pudimos aprovechar el día para conocer un poco la ciudad y pudimos acompañar al plantel en el reconocimiento de campo.

Luego, la victoria por 2 a 1 nos dio la alegría y el reconocimiento a todos esos hinchas que hicieron tremendo esfuerzo por estar presentes a más de 3 mil kilómetros de distancia. Uno tiene más de 15 viajes al exterior y uno por ganar o perder no va a dejar de ir, pero la victoria es un mimo que obtiene el hincha por tal esfuerzo de estar presente alentando a Peñarol.

Luego del partido partimos rumbo a Montevideo. Esta vez el viaje fue durmiendo bastante ya que todos estábamos fundidos por dejar la garganta y el físico en la tribuna. Otra vez 50 horas arriba de un ómnibus, más de 3.200 kilómetros de recorrido pero no importaban, ya habíamos cumplido con nuestro rol de hinchas. El sábado a las 02:30 hs de la mañana llegábamos a Montevideo.

Si hoy me preguntan si vuelvo a viajar tanto tiempo en un ómnibus, lo respondo sin dudar: “Por Peñarol viajo las horas y kilómetros necesarios para estar presente alentando”.

Gonchi LPDLT.