Fabián Estoyanoff recordó en Padre y Decano su gol agónico frente a la Universidad Católica 10 años después. Además, habló de todo lo vivido durante la Copa y las secuelas de no ganarla.

Vuelta al club: «Mi primera vuelta fue en el 2008, que Damiani me llama porque se había hecho un muy mal Apertura y Peñarol me necesitaba. Yo ahí estaba jugando en el Valladolid siendo titular. Me llamó porque quería hacer un equipo, Peñarol hacía 3 años no clasificaba a la Copa Libertadores y el objetivo era ese. Ese año, con Carlos Bueno, Rubén Olivera, Darío Rodríguez, se armó un lindo equipo. Después de eso vuelvo a Europa, donde juego 2 años en el Panionios con Recoba. A fines del 2010 me rompo el ligamento cruzado y vengo a recuperarme acá, y entreno en Peñarol. A principios del 2011, cuando pasaron 5 meses de mi rotura, Peñarol me ofrece jugar 6 meses en el Club para ir agarrando fútbol. Hablé con el presidente del Panionios de que necesitaba estar cerca de la familia y que Peñarol me había acogido muy bien, que era mi lugar en el mundo y que yo iba a recuperarme bien estando con la gente que me quiere. Así fue, ese 2011 vino el contrato con Peñarol y después vino Aguirre, se armó un cuadrazo y se peleó esa Libertadores. Fue hermosa, de las mejores cosas que me tocó vivir».

Charla con Aguirre: «Tengo el recuerdo latente del primer día de Diego Aguirre, cuando me lleva al cuarto donde duerme el cuerpo técnico, me senté enfrentado a él mano a mano y me decía que quería contar conmigo. Que yo me recuperara, que el conocía mi nivel y que para el sistema que él utilizaba yo era muy bueno e iba a tener minutos, pero también sabía que venía de una lesión importante como era un ligamento cruzado. Fue una charla espectacular, habremos estado una hora hablando. Yo había tenido la suerte de tenerlo como entrenador en aquel año 2003 que fuimos campeones, estaba muy ilusionado. Todo lo que él tenía planeado, una cosa que dijo era que iba a agarrar minutos jugando el torneo local pero que la prioridad para él era la Copa Libertadores. Cuando un entrenador se te presenta así, que viene y te dice que quiere pelear la Libertadores, ya te da la pauta de que es un entrenador que pelea por lo máximo. Para cualquier jugador de Peñarol era poder ilusionarte con un entrenador que lo que quiere es pelear la copa, hicimos una gran pretemporada con el profe Piñatares. Después se dio todo lo que hablamos en la charla previa, la gente mucho no lo sabe, pero te dabas cuenta de la cabeza de Diego, yo siempre digo que en los planteles donde me toca estar, cuando vas a jugar la Libertadores el pensamiento tiene que ser «sí se puede». A Diego no era que no le importaba, pero él sabía que si apostaba por los 2 torneos no le iba a dar, entonces se enfocó 100% en la Libertadores. Esas son cosas de ese año que mucho no se sabe pero yo tuve esa hermosa charla con Diego antes de que comenzara todo lo maravilloso que pasó después. Él hablaba delante del plantel y dejaba claro la intención que tenía, la prioridad era la Libertadores».

Aguirre: «Antes de llegar dejé el platinado, Aguirre nunca impuso nada sobre esas cosas. Diego quería un funcionamiento dentro del equipo, tiene las cosas muy claras. Cuando vos ganás la Copa Libertadores sabés que sí se puede, o en mi caso, como yo decía dentro del plantel en los últimos años, llegué a una final de Libertadores, y cuando llegás a esa instancia podés hacerle creer al jugador que se puede, eso es lo que intenté hacer en estos últimos años que me tocó jugar la Copa. Diego transmitió eso a todo el plantel, y todos creímos que se podía».

Grupo: «Arrancamos mal, perdiendo con Independiente. Cuando vos arrancás la copa lo primero que ves es los partidos de local para intentar hacer los 9 puntos. Por suerte pudimos encontrar el resultado afuera. Es increíble lo que está pasando con Peñarol en las últimas ediciones, que llegás a 9 o 10 puntos y quedamos afuera. En 2011 pasamos con 9 puntos y otros grupos han pasado hasta con 7, y en las últimas quedamos afuera con 9 o 10, algo ilógico. También en el grupo ves si te toca en la altura o viajes largos. Cuando salió el grupo en el comedor dijimos que era un grupo difícil, Diego nos escuchó hablando, se nos arrimó y dijo ‘Muchachos, para ganar la Copa Libertadores que vengan todos’, fueron cosas que me quedaron. En los últimos años con los grupos que nos tocaban yo repetía lo que nos decía Diego, somos de lo que más veces la ganamos. Difícil en la Copa Libertadores son todos, fue bueno sacar del grupo a un campeón de América como Independiente».

Bandera gigante: «Yo me emociono mucho. Cuando un jugador lo ve de adentro de la cancha y mirás a la tribuna, ves todo el colorido, pero yo me imaginaba abajo de la bandera. Cuando todo el mundo veía la bandera, yo me imaginaba en la tribuna con mi abuelo, en la parte que íbamos siempre en la Ámsterdam contra la América, me recordaba eso. Me imaginaba abajo de la bandera, poder tocarla, fue muy emocionante. Donde más la disfrute fue en el Campeón del Siglo, que ya la habían cortado pero quedó en el rincón unida, es espectacular. Tengo una réplica que me hizo un amigo, me la regaló ahora cuando me fui de Peñarol. La tengo colgada en la barbacoa, y cada vez que la veo me recuerda esos momentos».

Pasión: «Yo me emociono mucho, y como dije en otros lados, yo no vendo humo con Peñarol porque no lo necesito. Yo lo siento, el que lo siento como yo sabe que no vendo humo, que realmente me conmueve, me erizo, es un sentimiento que va más allá. Todo lo que Peñarol me hizo vivir de niño, desde mi infancia, me lo imagino en ese lugar con mi abuelo, con mi hermano, con mis amigos que íbamos siempre a los partidos, de Marcelo Méndez. Siempre señalaba a ese rincón. Cuando hacía los goles imaginaba que estaba mi abuelo ahí. Me emociona un gol en la hora, capaz ves el banco y estoy lagrimeando, son cosas que realmente me conmueven y me llenan el alma».

Inter: «Fue el envión anímico que más necesitábamos. No recuerdo en el sentido del viaje antes, cuando empatamos acá, que decían que Peñarol ya estaba eliminado por empatar acá y que teníamos que ir a jugar allá, eso no se nos pasaba por la cabeza. No se nos pasaba por la cabeza porque era lo que teníamos planificado, poder pelear esa copa. Diego hasta en el clásico pone a los que venían sin jugar, pensando 100% en esos partidos. En Porto Alegre ellos se sintieron golpeados en el arranque del segundo tiempo y Martinuccio mete ese golazo, se veía que podíamos pasar y ellos se desesperaron arriba. Ese partido allá fue el que nos hizo decir ‘Estamos fuertes’, ya dejamos en el camino a Independiente, ahora a Inter, eso te da una confianza extra sin duda».

Clásico: «Me anulan un gol válido, y ellos hacen un gol en offside, increíble. Yo entré cuando íbamos perdiendo 1 a 0, hago el gol cerca de la hora y me lo anulan mal, yo estaba habilitado. El gol de ellos fue del Morro, un metro en offside. Peñarol nunca regala un clásico, un clásico es un clásico. Fue duro, pero me acuerdo clarito que al otro día fuimos a entrenar y Diego nos muestra el compacto de lo que fue el clásico para ya enterrarlo. Hay veces que no hablás de un clásico, o de un partido puntual, para dejarlo atrás, pero me acuerdo clarito que Diego dio una charla al otro día mostrando las imágenes del clásico que Peñarol fue muy superior. Nos felicitó por el clásico hecho a los que no venían teniendo muchos minutos, y nos muestra el gol en offside, más las jugadas claras que tuvimos y el gol que me anulan, estaba habilitado un metro y el línea no sé qué vio. Nos dijo que ese era el camino, que nos mostraba eso para que supiéramos que más allá del resultado no nos creyeramos que Nacional había sido superior a nosotros y para ya enterrarlo. Lo enterramos y seguimos enfocados 100% en la Copa».

Hinchada: «Me hacen recordar los recibimientos y me erizo todo, no puedo expresarlo en palabras, ustedes me lo pueden entender porque lo vivieron. Realmente nosotros sentimos el acompañamiento de la gente, no puedo quedarme con un partido de esa Libertadores, Peñarol copó en todos lados. Lo que fue el recibimiento con la Católica acá, una locura. La gente iba al estadio 3 horas antes, nadie quería quedar afuera. Nosotros estábamos llegando en el bus al estadio y ya se sentía los cantos, cuando llegaban al partido no sé cómo la gente tenía energías para cantar, era una locura. Me acuerdo lo que fue con Vélez allá también, los ómnibus, salir del estadio y ver 50 buses parados con las banderas, la 9 de julio, era una locura. En el estadio no nos escuchábamos ni entre los compañeros. Yo se la intento explicar a mis hijos, que ven videos del 2011 y me preguntan si estuve cerca de la Copa, si la toque antes del partido y todas esas cosas».

Gol a Católica: «Justamente uno de los recuerdos más lindos que me quedan es el silencio, el silencio de la U, fue enorme. Faltaban muy pocos minutos y nos estaban apedreando el rancho, nos hacían un gol más y quedábamos eliminados, sino íbamos a penales. Ellos cantaban, y se generó un silencio, un silencio que nunca sentí en una cancha de fútbol. Ese partido a los hinchas de Peñarol los metieron en lo que sería entre la Colombes y la América, en un pedacito, y se hacía sentir. Cuando ves que el golero va saliendo y que no va a llegar yo pensaba ‘Lo único que tengo que hacer es embocarle al arco’, entonces pongo el pie para que me pegue nomás y entre, y cuando veo que entra salgo corriendo. Al primero que me cruzo es a Carini, al Tornado, y se escuchaba los gritos de los jugadores y el silencio. El profe Piñatares pedía que dejarán de tirarnos cosas, nos tiraban con todo. Se escuchaba todo, fue el silencio más lindo que me tocó vivir en una cancha de fútbol. Cuando caigo me abraza el canario y se me aflojó todo, ahí escucho a la hinchada en aquel rincón y yo grité festejando a mi abuelo. Se escuchaba todo, los últimos 4 minutos fue un silencio atroz. Los hinchas de Católica ya no cantaban, estaban sentaditos y se escuchaban los bombos y las canciones de Peñarol del rinconcito. Realmente para mí fue increíble, estábamos de visitante y en los últimos minutos se escuchaba solamente la hinchada de Peñarol contra miles de la U. Después de los goles clásicos, es el gol más lindo que me tocó vivir en Peñarol por toda las circunstancias, por cómo se dio todo. Sea lindo o sea como sea, un jugador de Peñarol sin un gol clásico, me hubiera lamentado toda mi vida. El gol clásico es lo máximo que puede aspirar un futbolista de Peñarol, pero ese gol de la U hasta el día de hoy me sigue parando gente que me cuentan que hasta lloraron con el gol».

Ingreso: «Entro con el 2-0, una de las cosas que Diego me dice es ‘Una te va a quedar’, por lo que era mi juego, pero me pidió que mientras no me quede para el gol, juegue de volante. Lo que Diego leyó muy bien fue que haga el trabajo de volante con la línea de 4 y que cuando tenga la pelota juegue de puntero. Me acuerdo cuando la pelota viene de una recuperación de la zaga, me la dan y yo se la doy enseguida a Martinuccio, que se la abre al Canario Aguiar, ahí yo ya tenía en mi cabeza que era puntero y empecé a ir. Cuando viene el centro del Canario empiezo a mirarla y era del arquero, pero cuando sale sé que no llega y me entré a meter, ahí metí el pie. Si el arquero se quedaba le pagaba fuerte de volea, pero con el arco vacío fue solo poner el pie».

Vestuario: «En el vestuario creímos todos. Veníamos del envión anímico del Inter, a estar en un partido jodido, y estamos con eso de la suerte. La suerte hay que acompañarla, ese grupo trabajaba para eso, desde el primer día que llegó Diego trabajó para eso, para pelear la Libertadores. Sé que muchos dicen que es suerte, la suerte hay que trabajarla, qué querés que te diga. En el vestuario hablábamos ‘Se nos puede dar’, era contra Vélez pero ni pensábamos. Me acuerdo estar en el vestuario llorando, abrazado al Guille y llamando a mi abuela y a mi mamá que miraban juntos los partidos, yo no lo podía creer. Por todo lo que había vivido por los ligamentos cruzados que estaba volviendo, fue espectacular en todos los sentidos».

Aeropuerto: «Cuando llegamos al aeropuerto no sabés lo que era eso. Cada vez que llegábamos al aeropuerto había caravana y era como que salíamos campeones. No me quiero imaginar lo que hubiera sido si traíamos esa sexta copa, la verdad no sé qué hubiera sido eso, hubiera sido algo que nunca me hubiera tocado vivir seguro. Sé que la voy a ganar, si no es como jugador será como entrenador o en algún lugar del club, pero yo sé que la voy a ganar esa copa. Mientras siga pateando la pelota seguiré teniendo la esperanza, pero sino como entrenador o ayudante, yo sé que esa copa la voy a ganar, dejaré todo porque siempre que estuve en Peñarol descuidé hasta a la familia muchas veces. Por mi manera de vivirlo, por mis malos humores cuando no se gana. De tener cosas planeadas al día después y si de repente no se logra un resultado cancelo todo y no me sacás ni loco, fechas especiales, cumpleaños, eventos de mis hijos, matrimonios, no cabe nada si Peñarol no gana. En los últimos tiempos se planifican con o sin, si Peñarol gana o si Peñarol pierde, así fue mi vida y no me arrepiento de nada, yo siempre viví al rededor del club».

Abuelo: «Lo viví toda la vida así, yo veía a mi abuelo, Peñarol no ganaba y le daba la radio contra el piso. Una de las cosas que me quedó grabada fue mi abuelo escuchando un clásico 3 a 1, que dio la radio contra el piso y se fue a dormir la siesta, después me dijo ‘¿Viste que ganó Peñarol?’, no lo podíamos creer, fue el 4 a 3 del quinquenio. Mi abuelo era uno toda la semana, tenía su puesto, yo lo acompañaba muchas veces, y después si Peñarol perdía y le gritabas cualquier cosa él te tiraba un tomate o una papa o lo que haya, pasaba mal si Peñarol no ganaba. Vivíamos en pleno Batlle Berres, enfrente había una carnicería y le tiraba al otro lado de la calle porque el otro le gritaba cosas. Pasaba mal si no ganaba Peñarol, y eso nos inculcó a mí y a mi hermano. Si Peñarol no gana no voy ni al kiosko, me siento mal».

Anécdotas: «Por el gol a la Católica me han parado muchos. Un día estaba pescando en Playa Verde por 2015, yo estaba de capucha y gorrito, con la caña en la mano. Había estado pescando con otra persona, me saco la capucha y dice ‘¡No!, el mismo día del gol yo estaba acá pescando’ y yo quedé helado, no sabía si me estaba mintiendo o qué, me contó que estaba pescando corvinas y escuchando el partido por la radio. Me contó que prometió que si hacía un gol Peñarol se tiraba al agua, y me contó que así como estaba se mandó. Esa fue una historia linda, porque estaba con la radio pescando y le salían corvinas. Así montón de gente me dice que lloró con ese gol, que saben en el lugar y momento que estaban. Son cosas que te marcan, dónde estabas y con quién estabas, esas cosas son inolvidables. Lo tengo patente como si fuera ayer, y cuando la gente te lo revive parece que fue más cerca. Es como un vínculo que tengo con la gente, porque es el gol mío que más recuerda la gente, por lo que significaba el momento. Si alguien recuerda el partido, no tuvimos llegadas, Aguirre sabía leer bien los partidos».

Penal del Tanque: «Aparezco en una foto del penal de Vélez que se está patinando el Tanque y yo atrás rezando. En el momento no entendía nada, capaz que me pareció a mí pero la pelota no bajaba más, cuando pasa por arriba del travesaño dijo ‘No la perdemos más». Mucha gente no vio el penal, se taparon los ojos, apagaron la tele, fue increíble. Por más que se jugarán 20 minutos más, no se perdía más ese partido, nos empezamos a ordenar y quedó muy bien parado el equipo. Después de ese penal nos venían de a 15 y no iban a poder entrar. Yo repetí el mismo papel que en Chile, atacar con la pelota y ser volante cuando no la tuviéramos. Después del penal no ataque más, nos paramos 4-4 y que se manejaran arriba Olivera y Martinuccio».

Partidos finales: «Estaba todo el mundo engripado para faltar a la escuela o el trabajo (entre risas). Mis papás siempre me acompañaron, me preguntan por qué siempre nombro a mi abuelo y es por su fanatismo sobre Peñarol, pero mis viejos y mi hermano están siempre. Uno como jugador pregunta a su familia si ya llegaron al estadio, porque le preocupa que llegue bien. Me mandaban videos de cómo estaba todo, y faltaba una hora para que salgamos de Los Aromos. No sabés lo que eran las salidas de Los Aromos, la gente que no podía ir al estadio por no conseguir entrada u otra razón iba para ahí a despedir al equipo, de alguna manera el hincha acompañaba, en la salida al estadio, en el viaje, el hincha contribuía estando o no en la cancha. Íbamos en el viaje y mirabas los edificios con banderas para abajo, era todo una fiesta. Llegabas al estadio y estaba por reventar faltando 2 horas para el partido, el partido era a las 7 de la tarde y al mediodía ya había gente en los alrededores. Era algo increíble, como para que Neymar no declarara que llegó al infierno, me acuerdo que ese partido se tuvo que demorar porque no se veía nada. A mí me tocó jugar el repechaje con Australia que se habilitaron hasta los Taludes, y nunca había visto nada igual como el 2011. Me ha tocado jugar partidos muy importantes con la Selección pero nunca vi un estadio como en esa Copa, no hubo en Uruguay un recibimiento como el de la final, ni de un club o de la selección. De Los Aromos siempre salíamos 3 horas antes del partido, para estar 2 horas antes en el estadio, ese día salimos 4 horas antes porque íbamos a paso humano por la caravana. En todas las casas hay un hincha de Peñarol, y ver las banderas, la gente, todo. En el ómnibus íbamos mirando para afuera, cantábamos, fue algo increíble. Ojalá muchos niños de ahora de 12, 13, 14 años, que no se deben acordar, algún día les toca vivir algo igual y que la podamos ganar. Creo que hasta sin haberla ganado se generó algo, o al menos el hincha vio llegar a una final de Libertadores. Me encantaría ver al club llegar a una instancia de esa, los niños de esa época hoy tiene 20 años y se acuerdan, les preguntás y lo que vivieron como hinchas en esa época fue único».

Final: «Después de la final acá, teníamos un montón de guerreros jodidos. Olivera tenía el hombro muy mal, Urreta tenía un desgarro, con muchos huevos entró a la final desgarrado, el Canario Aguiar tenía algo en el soleo, Matías Mier también. Llegamos todos muy heridos, los que llegamos mejor justo éramos el Tony, yo, los que estábamos mejor físicamente porque no habíamos jugado mucho tiempo el partido con Vélez. Cuando se lesiona Alejandro González mandan a calentar a Albin, y yo le grité al profe ‘Mandame a mí’, desesperado porque quería entrar. Yo le decía que tenía que pasar Corujo de lateral y yo de volante, en el segundo tiempo entro por Albin. Después me cagaron a palo los policías, nos dieron como adentro de un gorro. En la cabeza tenías más chichones, en una había terminado el partido y le salto a un brasilero que nos basureaba con las 2 patas, después que le di a ese caigo y tenía chichones por todos lados. Me cubría con los brazos y nos daban con la cachiporra, el Guille me sacaba».

Post final: «Me fui a un campo 15 días sin teléfono, muy triste. Tuve un vacío muy grande, estuve muy ilusionado con lo que era la gloria, y cuando no la conseguí fue un golpe a la cabeza. Fue difícil sacar fuerzas después de perder una final de América, donde hay tanta expectativa. Después necesite de psicólogos, quizás cuando vos lo sentís tanto el dolor también es inmenso, cómo pudo haber sido inmenso de felicidad poderla ganar. Cuando vos sos tan hincha también las frustraciones se duplican. Necesité un año de psicólogo, después de eso me voy a Grecia por un año y le pedí al presidente de Panionios que necesitaba volver a estar con mi familia porque no estaba bien psicológicamente. Me quedaban 3 años de un contrato millonario, el presidente me hizo firmar un contrato con el cual si yo volvía al fútbol europeo tenía que ser sí o sí el Panionios, no podía ir a otro equipo europeo, ahí regreso a Peñarol en la temporada 2012/13 que salimos campeones con el Polilla. Esto es la primera vez que lo cuento, solo lo sabe mi familia y nunca se lo conté a nadie, para mí fue uno de los momentos más tristes y que no podía superar, necesité de profesionales, de medicación, realmente la pasé mal por no conseguir la copa, pero también sé que la voy a ganar. Hay cosas que no me las acuerdo por el tratamiento que hice, hay un montón de cosas que no me acuerdo, pero el tema de la final me acuerdo todo, no se me escapa nada».

Retorno a Uruguay: «En el aeropuerto parecíamos que éramos campeones, la gente nos apoyó. No me lo esperaba. Me acuerdo de estar toda la noche con Darío Rodríguez, Nicolás Domingo, el Tony y el Canario. No paré de llorar en toda la noche, horrible. Llegamos al aeropuerto y estaba lleno, el hincha de Peñarol tiene eso que no sé si lo tienen todos los equipos, el hincha te valora la entrega. El jugador de Peñarol tiene que tener entrega, si vos no te entregás, no sos para Peñarol, va por ahí el hincha de Peñarol, por la entrega. El hincha en el aeropuerto, más los que querían ir y no pudieron, fue por la entrega del grupo. Uno jugó con el hombro atado como lo vi yo, otro jugó desgarrado que le pinchaban el desgarro, el otro jugó con el soleo inflamado y dimos la cara. Los últimos 10 minutos después del 2-1, veían venir a un Peñarol con ganas. La gente me sorprendió en el sentido del recibimiento, fue increíble. Lo que me acuerdo es que todos decían más o menos lo mismo, ‘Dieron todo’. Salimos y no había cánticos, fueron aplausos, todos aplaudieron y eso te generaba. Hoy por hoy me encuentro con un pibe de 20 años y me dice ‘Lo mejor que viví de Peñarol fue lo que me hicieron vivir ustedes Lolo’, y no se consiguió. La gente se sentía identificada con ese plantel, con la garra, se sentía identificada con que no había partido perdido».

Campeonato Uruguayo: «A mí me pasaba que notaba que al hincha no le importaba el Uruguayo. La gente iba, pero no le importaba, cantaba que el miércoles teníamos que ganar. Me acuerdo contra Racing en el Charrúa, perdimos y a la gente no le importaba, cantaban que el miércoles había que ganar. Si solo jugás el Uruguayo y perdés contra Racing salís recontra puteado, pero te juro era una locura eso cantando que ganáramos el miércoles. Yo sentí ese año que a la gente no le importaba lo que pasara el domingo, era contra Inter, contra la Católica, contra Vélez, contra Santos. Jugadores de Nacional declaraban que preferían que Peñarol perdiera la final a salir campeón Uruguayo, yo contestaría lo mismo. En Libertadores estamos lejos, dificilísimo que me alcances».

Recuerdos: «Tenía las 2 camisetas con mi nombre de las finales, pero no me quiero quedar con eso sino con el recuerdo de lo vivido con mis compañeros. Una de esas se la regalé a Jesús Trindade, cuando se la di me dijo ‘Hermano, ¿me vas a regalar esta camiseta?’ y yo le respondí que sí, porque se que vos la vas a ver y te va a encantar. Yo la de la primera final la veo y digo ‘Pa, que recibimiento’, pero veo la que dice segunda final y es diferente».