Generalmente, la falta de mantenimiento en las máquinas genera roturas. Aunque los engranajes estén bien ‘aceitados’, no se puede descuidar la revisión de otras partes que pueden fallar y ocasionar pérdidas.

Pero es muy humano y también propio de nuestra idiosincrasia creer que nada va a suceder si dilatamos el plazo de un service o directamente nos lo salteamos.

Los que se benefician con el funcionamiento precario jamás van a proponer cambiar, renovar las piezas, ni advertir los problemas; aunque las roturas sean muy visibles y el mal olor lo pueda percibir cualquiera. No les sirve que funcione de manera óptima ni que se analicen posibles reparaciones o modernizaciones.

Cuando los encargados pierden la vergüenza y los escrúpulos, el blindaje externo les permite manejarse con absoluta impunidad y las jerarquías a cargo se auto-perciben exentas de cualquier observación o consecuencia negativa, los límites se vuelven difusos y los vicios fermentan volviéndose obscenos, alevosos, impúdicos.

Lo que sucede con el arbitraje uruguayo es una clara muestra de esto.

Durante años procedieron de formas cuestionables y posiblemente hayan obtenido ciertos beneficios. Es probable que, considerándose respaldados y amparados por otras piezas importantes de este aparato, creyeran que podrían seguir obrando a su antojo, que jamás habría secuelas por su accionar… pero -hace unas horas- perjudicaron a una organización poderosa y las derivaciones no se hicieron esperar.

Mientras algunos operadores mediáticos recuerdan constantemente y pretenden instalar que Matonte «favoreció a Peñarol» en UN partido (en el que, a instancias de los asistentes y de forma acertada, anuló 2 goles de la sucursal alba; pero no cobró un penal sobre Canobbio ni expulsó a 2 jugadores de Torque), todavía estamos por saber qué pasó con el último arbitraje clásico en el que fuimos notoriamente perjudicados por sus pésimas decisiones en cuanto a las faltas, las tarjetas y el tiempo de juego. Ante eso, silenzio stampa. De yapa, lo designaron para un encuentro en el que nos faltarían 4 titulares y sólo él sabe qué cobró en la jugada que el zaguero de River se lleva la pelota con la mano adentro del área.

Siga, siga… cara de yo no fui y acá no pasó nada.

¿Podemos esperar algún castigo, llamado de atención, reprimenda o suspensión? Más bien todo lo contrario. Por sus actuaciones a nivel local, Matonte fue distinguido con la final de la Copa Sudamericana. Así como sucedió con Leodán González en 2020.

Es algo subjetivo y cada uno sabrá cómo calificar el rendimiento de los árbitros, pero se ha dado una tendencia muy clara e incontrastable: todos los jueces que -de un tiempo a esta parte- han perjudicado a Peñarol, impidiéndole sumar los puntos que le corresponden en la cancha, terminaron dirigiendo partidos internacionales trascendentes que implican mejorar su currículum y suculentos ingresos.

¿Causa y efecto? No tenemos pruebas, tampoco dudas.

Es un patrón que se repite demasiadas veces para ser coincidencia o casualidad. 

Antenoche dos reconocidos miembros del referato uruguayo protagonizaron un papelón internacional. De inmediato fueron suspendidos por tiempo indeterminado para partidos organizados por CONMEBOL.

Algún ingenuo podrá pensar que lo hicieron por mediocridad, incompetencia o impericia… aunque las omisiones y decisiones de estos sujetos parezcan casi siempre deliberadas. Sean en nuestro país o afuera.

La diferencia es que, en este caso, no gozaron de la protección que ostentan en el ámbito local y en menos de 12 horas se estuvieron disponibles los audios del VAR y la decisión del Presidente de la Comisión de árbitros de CONMEBOL, Wilson Seneme.

Acá estuvieron semanas editando audios e imagen y publicaron un video RECORTADO sin el momento en el que se tomaba la decisión, demostrando lo desnaturalizado que está nuestro campeonato. 

¡Oh, casualidad! El protagonista era Andrés Cunha, quien “detectó” una falta inexistente y presionó a Burgos (que no la vio en tiempo real ni la veía en el monitor) para cobrar penal contra Peñarol, con participación indebida del supervisor del VAR. Minutos después, ni siquiera hubo revisión de un notorio codazo sobre ‘el Canario’ Álvarez Martínez adentro del área de Sudamérica.

Escasean los adjetivos para describir o calificar estas acciones.

Un par de semanas más tarde, el mismo Cunha insistió tanto en su parecer a nivel de cancha que ni siquiera permitió que lo llamen a revisar un penal alevoso de Polenta a Veglio en el Parque Viera. En el audio se llega a escuchar un “ay, no” y un “se lleva todo” que coinciden con el despeje en el talón del jugador bohemio.

Por supuesto que la jugada sólo fue “chequeada” (la falta no fue ni revisada por el juez central en el monitor y mucho menos sancionada).

Se supone que el VAR está para evitar perderse los elefantes y no para buscar hormigas… Con este juez, funciona al revés. No quiere ver algunos elefantes, pero busca hormigas con una lupa. Siempre en favor de uno y en perjuicio de otro. Ya lo habíamos padecido en una final en la que lo llamaron a revisar un penal muy claro y lo desestimó.

¿Sufrió alguna consecuencia? ¿Fue bajado de categoría? No, señores. Todo lo contrario. Siguió dirigiendo a nivel local e internacional y también lo premiaron con ser árbitro VAR en la final de la Copa Sudamericana (en la que no podrá actuar gracias a la suspensión anunciada).

Está claro y queda en absoluta evidencia a qué intereses responden quienes resuelven las designaciones.

Son los mismos que tienen copados los estamentos de la AUF y, en lugar de hacer la debida autocrítica y sancionar a quienes cometen errores, llevan a dirigentes de Peñarol al Tribunal de Ética por sus expresiones en redes sociales y después ni siquiera acuden a las audiencias.

Por eso se ha instalado el hashtag #ContraTodos… porque es real. Peñarol compite contra los clubes rivales, contra los jueces, contra la Mesa Ejecutiva (cuyo presidente votó contra la deportividad y el descanso de los jugadores citados a la selección que se supone representa), contra los Tribunales y contra los cómplices que, desde sus posiciones de formadores de opinión, operan para que nada de esto tenga la visibilidad y la condena que merece.

Estamos ante una situación que debería ser un escándalo: sin contar goles mal anulados o decisiones insólitas tomadas en otros partidos, van más de 15 penales no concedidos en un solo campeonato, que hubiesen significado -por lo menos- 12 puntos más para Peñarol, y la mayoría de los comunicadores «independientes» se siguen haciendo los distraídos para no perder avisos ni ser señalados como ‘periomanyas’ por los eternos mitómanos acomplejados.

En el medio de los cuestionamientos de nuestros dirigentes hacia la actuación referí, la AUDAF sacó a relucir que uno de sus mimados fue nominado al premio «Mejor Arbitro del Mundo 2021» por la IFFHS. El afiche incluye el nombre y la imagen de un juez que empezó el segundo tiempo de un partido de primera división sin uno de los arqueros en el campo de juego. Inadmisible. No recorrió las cadenas internacionales porque nadie consume nuestro fútbol, pero fue una vergüenza.

Muchos imaginamos que dicho árbitro, al fin de semana siguiente, no estaría designado. Pero, no sólo no lo castigaron, sino que lo premiaron con un encuentro importante. Grotesco.

Peñarol lo denuncia hace tiempo. En Padre y Decano lo dijimos con claridad y sustento estadístico en el editorial La única verdad es la realidad.

Nada de esto resulta fortuito.

La prensa blanca destrató a dirigentes y delegados de Peñarol al límite de intentar ridiculizarlos o acusarlos de crear una conspiración y, como es costumbre, desvió la atención a episodios ínfimos e incomparables con los despojos sufridos por nuestra institución en los últimos tiempos. Los cuestionamientos fueron dirigidos al Presidente, la Comisión Directiva, al Área Deportiva y Cuerpo Técnico, pero jamás se atendieron, revisaron o analizaron las pruebas fehacientes y documentadas presentadas por el Club.

Lo dijimos y lo reiteramos. No es paranoia. Hay datos suficientes, constantes y coincidentes para entender que esto es un mecanismo que premia a los jueces que perjudican a Peñarol y favorecen a sus rivales.

Sobran los ejemplos. Lleva años… y los jueces mismos lo saben bien. Si cometen un error contra Nacional, terminan dirigiendo en la B o en la famosa “Liga de Tala”; en tono jocoso, claro. Le pasó a Pablo Giménez, que en un clásico les convalidó 2 goles viciados de nulidad (por offside e invasión de campo), pero ellos se sintieron «robados» porque no hizo repetir un penal por la invasión de Nahuelpán.

¿El dirigente que los acusó de LADRONES en los micrófonos del informativo central fue denunciado por la gremial y convocado al Tribunal de Ética? La respuesta NO los sorprenderá. Una dualidad tremenda.

Giménez no sólo nunca más fue designado para pitar en un partido de los grandes, sino que sólo pudo trabajar en 6 encuentros del actual campeonato en disputa. Van 27 fechas (15 del Apertura y 12 del Clausura). 8 duelos por fecha. Tuvieron la oportunidad de convocarlo como árbitro principal para 216 partidos, pero sólo fue designado en 6. Claramente lo proscribieron.

Asimismo, para otros jueces de nuestro mediocre fútbol de cabotaje, sus actuaciones significaron acceder a la categoría internacional o mantenerla, y ser designados para partidos de Copas Internacionales: Libertadores, Recopa, Sudamericana, Eliminatorias, Mundiales de Clubes, Sudamericanos y Mundiales Juveniles, Copas América y Mundiales de Selecciones, Juegos Olímpicos, entre otras competencias oficiales.

¡No nos van a creer esto (?)! Con 7 de los 8 árbitros internacionales dirigiendo a nivel local, Nacional obtuvo más puntos que Peñarol. Hasta en los años que Peñarol fue campeón con amplia ventaja.

Las comparaciones son odiosas, dicen. En este caso son elocuentes, lapidarias, alevosas.

¿Saben cuántos partidos por el uruguayo hicieron los que regularmente perjudican a Peñarol en 2021?

Diego Riveiro: 20 partidos; Andrés Matonte: 19; Gustavo Tejera: 18; Christian Ferreyra: 15; Esteban Ostojich: 13; Leodán González: 13; Andrés Cunha: 11; Daniel Fedorczuk: 11. 

Todos arbitraron a ambos grandes, por supuesto; algunos en varias oportunidades.

Y de premio por sus actuaciones locales, todos ellos tuvieron partidos internacionales CONMEBOL. 

Riveiro (recién ascendido): 1 (Sudamericana)

Tejera: 5 (1 por Libertadores, 4 por Sudamericana)
Fedorczuk: 7 (1 por Libertadores y 6 por Sudamericana) 

Leodán: 9 (2 por Eliminatorias y 2 en los JJ.OO., 2 por Libertadores, 2 por Sudamericana, 1 por Recopa)
Ferreyra: 10 (2 por Eliminatorias, 3 por Libertadores, 5 por Sudamericana)
Cunha: 11 (7 por Libertadores, 1 por Sudamericana y 3 por Eliminatorias)
Matonte: 12 (2 por Eliminatorias, 5 por Libertadores y 5 por Sudamericana)

Ostojich: ¡15! (9 por Libertadores, 1 por Sudamericana, 4 en la Copa América y 1 por Eliminatorias)

QUÉ COINCIDENCIA, ¿NO? PURA CASUALIDAD.

Un promedio de 15 partidos por el uruguayo (y 9 internacionales) por árbitro… y Giménez, que sí se equivocó pero fue ecuánime en los errores, hizo apenas 6. Son datos demasiado fuertes para obviarlos…

Y todo esto condiciona el trabajo de los jueces. No lo ve el que no quiere o el que no le conviene.

A veces se hace difícil no sospechar. No hablamos de corrupción porque no la podemos probar y, además, sabemos que son muy sensibles y proclives a la denuncia por lo que preferimos evitarnos males mayores.

Sí nos sentimos obligados a indicar y recordar que la tarea arbitral no es honoraria ni por amor al arte. Estamos hablando de cientos de miles de dólares. Los jueces centrales, asistentes y árbitros VAR perciben importantes dividendos económicos en cada encuentro que «imparten justicia».

De Cunha ya no hay mucho más por decir. Es el enemigo público de Peñarol. La comparación de los puntos obtenidos por nuestro club respecto de los que consigue nuestro eterno rival bajo sus conducciones es escandalosa. Es un jugador albo más, pero vestido con otra camiseta y con el poder de decidir jugadas. 

Al mismo tiempo que fue la némesis de Peñarol, era uno de los que le ofrecía «garantías» a los dirigentes del club de La Blanqueada. Y en los últimos años fue designado para: el Mundial de Rusia, 2 Copas América (2015 y Centenario 2016), Eliminatorias para 2 Mundiales, un Mundial Sub 20, un Sudamericano Sub 20, 6 ediciones de la Libertadores (incluyendo la segunda final entre Boca y River) y 7 de la Sudamericana. Hizo más de 70 partidos internacionales… Sí, leyeron bien. Más de SE-TEN-TA.

“El mejor árbitro del país”, decían algunos de manera muy conveniente para sus intereses. El mismo que en una Copa América cobró un gol de Perú a Brasil convertido con la mano y pedía asistencia externa para convalidarlo cuando todavía no se había implementado el VAR… sistema que estrenó en el Mundial después de comerse un penal grande como el Kremlin.

Ahora repasemos los errores y horrores de Esteban Ostojich sólo en el último año calendario… empezando por el recordado partido en Capurro, en el que omitió pitar dos faltas muy claras sobre futbolistas de Fénix que permitieron a nuestro tradicional adversario convertir dos goles y hacerse con 3 puntos para obtener la Tabla Anual del año pasado, que a la postre le daría la ventaja y el campeonato. Sigamos por la agresión de Lentinelly a Canobbio en Belvedere, que ve y decide inventar una falta de ataque inexistente (cuando debió cobrar penal y expulsar al arquero de Liverpool en plena remontada aurinegra). Tampoco quiso pitar el penalazo de Estoyanoff a Cepellini en el CDS con perfecta visión a escasos metros de la jugada; y, al fin de semana siguiente, lo designan para otro partido importante a disputarse en la cancha del club de los escritorios en el que, con el partido empatado, no cobra un tremendo penal de Marichal en favor de Boston River… que era segunda amarilla, por cierto.

El mismo juez que “no observa” jugadas tan evidentes a nivel local accedió a dirigir la final en el Mundial de Clubes 2020 y sólo este año fue designado para NUEVE partidos de Copa Libertadores, UNO por Sudamericana, CUATRO de Copa América (incluida la final) y OTRO por Eliminatorias Sudamericanas. QUINCE partidos internacionales en un año, sin contar los que fue árbitro VAR.

«Piensa mal y acertarás» reza el refrán.

Ahora quedó en evidencia por la envergadura del episodio y el peso político de los protagonistas. Toda América lo vio. Hasta los argentinos, que son los reyes de los ventajeros, reconocieron de forma unánime que debieron expulsar a Otamendi por el codazo artero sobre Raphinha.

Veremos qué repercusión tiene en nuestro país; aunque ya sabemos que, en vez de referirse a esta situación alarmante, seguirán desviando la atención hablando de la -lógica- postergación del partido de Peñarol con Cerro Largo y también ocultando los dos episodios de racismo ocurridos en el fútbol femenino.

Cualquiera con dos neuronas conectadas supondría que la suspensión se trasladará al ámbito de nuestro campeonato, pero la AUF es un espacio muy poco transparente en el que la lógica y la coherencia no son moneda corriente y ya informaron que los árbitros sancionados dirigirán partidos definitorios la próxima fecha, como si nada hubiese sucedido y ante el silencio cómplice de la prensa.

Quedará conformarnos con que, quizás, hayan empezado a crujir algunas partes desgastadas de este aparato siniestro y algún día se termine de romper… y ahí caerán los que tengan que caer, terminando con la impunidad y la injusticia deportiva recompensada.

Esperemos poder verlo. Porque esto se parece mucho a un capítulo de la serie «Juego Sucio» o como alguien lo ha bautizado en redes: «La Peluquería del Siglo XXI».