Día 4: El grupo se levantó con bajas: dos de los muchachos sintieron los efectos de la comida caribeña (panchos de vaya a saber uno de qué animal eran), pero de todos modos los 9 arrancamos para el Cayo Paiclá, bastante más cerca que las playas a las que fuimos los días anteriores pero de las más lindas sobre todo en el color del agua. El que atendía el parador de la isla era uruguayo y obviamente era Manya. Estaba como loco con nuestra visita. Creo que todos los que hemos tenido la suerte de viajar y encontrarnos con un uruguayo, casi siempre se trata de un carbonero. Esto es algo que marca lo grande y lo popular que somos, y que Uruguay es el país de Peñarol.

Llenamos la playa de trapos, compramos una pelota y jugamos unos «fubols», buceamos con unos snorkel y pasamos espectacular como todos estos días. Después fuimos a recorrer un poco el centro y dos de los pibes se encontraron con el oasis en el desierto: un lugar de parrilla bueno, bonito y barato. Mañana iremos todos para ahí a comer un buen churrasco que tanto se extraña.

Ahora haremos unos trucos, tomaremos algo y escucharemos música tranqui porque en la ciudad no hay absolutamente nada. Es temporada baja y solamente hay gente los fines de semana. Ya tenemos planeada la ida a Caracas, tenemos algo de percusión y color para el partido. El miércoles llegamos a Caracas y vamos a ir al reconocimiento de campo a ver a nuestros queridos colores.

Saludos para todos,

¡¡Los pibes!!