Los pibes se jugaban una parada importante en el Preparación. Para ellos es la vidriera perfecta para seguir mostrándose y decirle a Gregorio que están prontos. Para nosotros, son los jugadores que nos van a representar en el futuro, y Padre y Decano los acompañó en este nuevo partido como lo hicimos en Rivera.

La distancia entre Montevideo y San José es bastante corta, un viaje que no demanda demasiados sacrificios. En la ruta, autos con banderas amarillas y negras viajaban rumbo al departamento maragato. También una moto con dos valientes carboneros que iban atravesando el camino, vislumbrando hacia la derecha un nubarrón gigante y una clara amenaza de tormenta. Parada técnica en una estación de servicio, y otros tres manyas que iban a nuestro mismo destino.

Llegamos a San José. La cálida ciudad del interior esperaba con ansias al Padre y Decano del fútbol uruguayo. Niños, jóvenes, adultos y ancianos lucían sus camisetas amarillas y negras, o un gorrito o una bandera; estaba claro, como dice la bandera, “San José Todo Manya”.

Luego de preguntar 2 o 3 veces a los lugareños, dimos con el Estadio Casto Martínez Laguarda. Incrustado entre las viviendas del barrio, también había una plaza que servía de entrada para la tribuna principal. El pequeño escenario no se compara ni con asomo al Atilio Paiva Olivera, pero sí tenía similares características a canchas como el Ubilla de Melo por así decirlo. Sin cabeceras, en las tribunas laterales era donde se acomodaba la gente.

Nuevamente una enorme cantidad de trapos amarillos y negros decorando las tribunas. Los trapos fieles y seguidores montevideanos, los trapos locatarios en gran cantidad y trapos de diferentes localidades del interior; nuevamente se demostraba que Peñarol es Uruguay, y manyas de distintos puntos del país se hicieron presente. En las tribunas, familias enteras que capaz que estarían viendo por primera vez en una cancha a su querido club. Para ellos, todo un acontecimiento.

Un partido entre semana en el interior hace que desde Montevideo se tuviera que salir temprano del trabajo. A unos muchachos no les dio el tiempo y llegaron en ómnibus a los 40 minutos del primer tiempo. Llegaron con mucho color: venían acompañados de trapos, banderas de palo, paraguas y bengalas. La fiesta en las tribunas fue completa.

El juego en la cancha desplegado por los futbolistas se mimetizaba con el aguante de la hinchada de las tribunas. La evidencia fue el tercer gol, cuando los jugadores fueron corriendo hacia la Tribuna Oribe donde se encontraba la Barra Ámsterdam y se treparon al alambrado para festejar junto a la parcialidad. En la cancha, dos pibes que estaban descolgando los trapos, se abrazaron con los jugadores representándonos a todos y transmitiendo un claro mensaje: ¡¡estamos con ustedes pibes!!

Victoria 3 a 0 y a preparar el viaje para Melo. Peñarol a las semi del Torneo Preparación.