cronica-de-viaje-la-plata (1)Cada viaje es un mundo y cada hincha que fue hasta el Estadio Único tiene su crónica de viaje. Por eso, cada viaje tiene lo suyo y a pesar de los mil inconvenientes que pueden aparecer, cuando uno logra estar en la tribuna alentando a Peñarol, eso alcanza para decir que fue un gran viaje. Si se da el resultado pasa a ser de los mejores viajes. De todas formas, pensar que un viaje a Buenos Aires te termina llevando unas 16 horas, parece totalmente inverosímil, pero nos pasó.

Más de 70 ómnibus partieron para La Plata la noche anterior. Nosotros salimos cerca de la madrugada del martes. El bondi de Los Pibes de los Trapos junto con el de Los Enfermos de la Olímpica, hermanos de viajes y comidas. Salimos para no parar nunca, 100 kilos de hielo, cerveza, fernet, vino, whisky y refrescos para todos los gustos. Así arrancamos a todo andar, cantando, bebiendo y disfrutando el viaje.

A pocos kilómetros del peaje de Santa Lucía tuvimos la primera parada obligatoria por control policial. Un despliegue con la brigada antidrogas, personas encapuchadas con perros y varios policías. La parada solo sirvió para hacer la fiesta en la ruta, bombos, bengalas y todos los ómnibus juntos cantando. Después hicieron bajar a todos con todas las mochilas, dejarlas abiertas en el piso y formar filas para ser revisados uno por uno, como si estuviéramos entrando al estadio. La situación dio para todo, uno le gritó «Spiderman» a uno de los encapuchados, lo que desató la risa de todos, en medio de un ambiente de semi tensión. Otros estaban prontos para pedirle una «selfie» a Spiderman, pero prefirieron no arriesgar. Un policía lo dijo clarito, la idea era demorarnos lo máximo posible para que los hinchas de Peñarol estén el menor tiempo posible dando vueltas en Buenos Aires. Estuvimos un largo tiempo parados. Ya previmos cómo vendría la mano. Pasamos el control sin problemas y seguimos rumbo a La Plata.

cronica-de-viaje-la-plata (2)Venía todo perfecto hasta que sucedió lo peor que te puede pasar en un viaje: ¡se rompe el ómnibus! La correa, o lo que sea, se rompió y a pesar de que pararon varios bondis a ayudar, nada solucionaba el problema. Estábamos en Palmitas (Soriano) y comenzaba a amanecer. La buena onda igual seguía, no faltaba la bebida, las canciones, el «canten putos» de Vanesa y se mantenía la confianza de que igual íbamos a llegar. Arriba del bondi el popular Piola hacía de Pastor y las risas seguían. Es imposible pasar mal con un grupo de amigos como los que viajamos a La Plata, la buena onda y el grupo unido hacen que nunca perdamos a pesar de los inconvenientes que se den. De repente llamada va y llamada viene apareció un bendito mecánico y luego de trabajar un buen rato en el motor pudimos solucionar el problema.

Seguimos camino a La Plata con el Pastor Piola dando sus oraciones, predicando y diciendo que íbamos a llegar (jaja me río solo de acordarme). En la Aduana apareció el segundo control, esta vez con un despliegue «hollywoodense» y con varias horas de espera. Policías con escopetas yendo y viniendo a los costados de los ómnibus y el Grupo Intervención Táctico operando. Fue un trámite lentísimo. Estuvimos varias horas ahí parados.

La idea original de almorzar en Buenos Aires se esfumó. No nos dejaron ni estar dos minutos ahí. Tocó dormir un poco y al levantarnos ya estábamos en La Plata. A todo esto, hacía más de 15 horas que no habíamos comido, más allá de alguna provisión que siempre uno lleva. Ni siquiera en las estaciones de servicio pudimos parar.

cronica-la-plata-bondisLleguemos alrededor de las 16 hs al Estadio Único, donde ya estaba lleno de ómnibus de Peñarol. En una avenida estacionaron todos, más de 100 se podían contar, un éxodo. Se notaba que íbamos a copar e invadir La Plata. La previa fue en la calle, tomando un fernet, y comiendo alguna hamburguesa de esas guerreras que vendían en puestos ubicados en la avenida. Los chorizos, mejor ni tocarlos.

El ingreso fue sin problemas. Habíamos llegado casi tres horas antes, por lo que la gente se fue arrimando y no hubo una importante aglutinación. El estadio, de los más lindos, con una muy buena visión desde todos los sectores, y una acústica impresionante. Además, tenía techo, varias cabinas y palcos, un lujo.

En la tribuna se venía una fiesta impresionante. Había más de 500 banderas de palo, 150 sombrillas y 8 mil bastones. Fue un recibimiento histórico de una hinchada en el exterior. Solo Peñarol y su hinchada logran eso, por algo somos «La Hinchada de América». En el partido fuimos locales, 90 minutos cantando a morir. Todos fuimos a alentar al equipo y eso hace que hoy todas las hinchadas hablen de nosotros y se asombran de lo que cantamos.

El final del encuentro fue el menos esperado. Estábamos sacando tremendo resultado y al final regalamos un penal y el punto. De todas formas, la gente reconoció al equipo y ahora va a llenar el Estadio Centenario de punta a punta para ir por la victoria y la clasificación.

La vuelta en caravana fue muchísimo más tranquila, sin inconvenientes ni contratiempos. Cerca del mediodía llegamos todos los ómnibus a Uruguay y arrancamos nuevamente con la rutina, trabajar, estudiar y cumplir con la familia, pero con la cabecita puesta en el sábado y el miércoles. Se vienen dos partidos vitales donde la hinchada tiene que cumplir como  en La Plata y los jugadores tienen que dejar todo en la cancha.


Estudiantes 2 Peñarol 1