Dormimos pocas horas y ya estábamos en el ruedo de vuelta. Fuimos hasta el hotel de los jugadores y estuvimos conversando un rato con Fernando Morena y algunos dirigentes. Después, salimos en búsqueda de un cambio, y de un lugar para almorzar y como todo grupo grande, siempre hay algún «despistado» que termina desviándose y agarrando para otro lado. En las calles de Santiago son todos de Colo Colo, y te gritan para que les ganes «a las madres». De todas formas, más de la mitad de la gente no tiene ni idea que se juega un partido ni quiénes juegan y esas cosas; muchas personas totalmente desentendidas del futbol.

Luego, viaje en subte para ir al Mercado Central y almorzar. Podría describirse como un símil «mercado del puerto», con varios localcitos con parrilla, pescaderia, etc. Merluza y costillas de cerdo fueron algunos de los platos, pero el pollo con fritas fue el predilecto. Como cortesía, unos Pisco Sour muy buenos. Mucho brasilero por la vuelta, pero todos ellos si saben de Peñarol, y recuerdan la gran campaña del año pasado. Un poco más de caminata por el mercado, y nos encontramos con más gurises que estaban almorzando en el local de un uruguayo. Se armó una buena fiesta al ritmo de las canciones carboneras.

Vuelta al hostel y preparación para ir al reconocimiento del campo de juego. Estuvimos unos cuantos minutos en la puerta del estadio hasta que llegó el micro con la delegación. La práctica, como suelen ser los reconocimientos, es más que nada algo simbólico. Algunos juegos con pelota y ejercicios de remates entre otras cosas. En lo personal, el campo de juego parecía estar en muy malas condiciones, y también varios panes de césped estilo parche tapando los pozos. Cuando terminó, nos dejaron entrar a la cancha y todos directo a aquel arco, el arco que nos pertenece.

Una nueva parada técnica en el hostel, esta vez para un duchazo y arrancamos para el club donde teníamos la cena con la Peña de Chile. Hay que agradecer a Cristian y Marcelo, en representación de todos los integrantes, que tanto el año pasado cuando vinimos como este año, nos recibieron de la mejor manera y se pusieron a entera disposición para ayudarnos en lo que precisemos. Una mesa larguísima y todos los manyas sentados alrededor con las jarras de cerveza a full. El plato preferido fue la «chorillana». Base de papa fritas, carne y cebolla frita y arriba un huevo frito. Vendría a ser una especie de revuelto de gramajo nuestro.

La noche se iba para largo y la comenzamos en la puerta del local, cantando las canciones con los demás comensales que se lo tomaron bastante bien jeje. Llegó un nuevo vuelo, y con él, empezaron a caer más gurises con todo el equipaje. Ni siquiera fueron directo al hostel a dejar las cosas, ida al local para estar con la gente de Peñarol.

Una cosa que llama bastante la atención es la rigurosidad de la policía chilena.  Constantemente hay «patrulleros» circulando por la ciudad, vigilando. Acá no se puede tomar en la calle, ni estar mamado circulando, ni mucho menos otras cositas peores. Nos pasó más de una vez de estar con las botellas de cerveza en la puerta del lado de afuera y que se parara un coche observando. Si la persona con la botella volvía a entrar, ahí se iban. Es otra cosa acá, la policía es brava.

El grupo que éramos ayer ahora se multiplicó y realmente somos una banda. Varios enfilaron para la zona de boliches, en Bella Vista. Otros para los hosteles, porque las pocas horas de sueño pesan. De una forma o la otra, todos ya estamos con la cabeza en el partido decisivo.

Salute!