A mediados de la década de 1920, el fútbol uruguayo se encontraba dividido; tema que ya hemos tratado en Padre y Decano. En 1926, tras la reunificación, se jugó un Campeonato Uruguayo Especial, regido por el Consejo Provisorio. El campeón fue Peñarol, y contó con la peculiaridad de que alcanzó el título, luego de que Nacional decidió – una vez más – no presentarse al encuentro clásico.

El 22 de agosto de 1926, Nacional venció a Peñarol 2 a 1 en el clásico correspondiente al Campeonato Uruguayo Especial. Como se estilaba mucho en esa época, Peñarol realizó un reclamo ante el Consejo Provisorio, argumentando no estar para nada conforme con la actuación arbitral, que había favorecido claramente a los tricolores. La institución encargada del fútbol uruguayo analizó el caso y le dio la razón al aurinegro, anulando el encuentro disputado y fijándolo nuevamente para el 26 de diciembre de 1926.

La directiva alba, supuestamente en protesta de lo ocurrido, envió una nota al Consejo Provisorio comunicando que no se presentaría a los encuentros restantes, frente a Central y Peñarol: «Club Nacional de Football. – Montevideo, Diciembre 16 de 1926. – Señor Presidente del Consejo Provisorio del Football Nacional. Doctor Héctor R. Gómez. Presente. – De mi consideración: Cúmpleme hacer saber a usted que la comisión directiva que me honro en presidir, en reunión de esta fecha, por unánime acuerdo de sus miembros, resolvió no presentar su equipo en los partidos que queda por realizar en la presente temporada» (La Razón, Diciembre 1926). Atilio Garrido y Joselo González, en su libro «El Gol del Siglo», fueron más allá, y esgrimen que la nota también expresaba que el retiro era por el exceso de calor que reinaba en Montevideo, algo que tampoco nos sorprendería. En el mismo párrafo se menciona a un club conocido como «los pingüinos de La Blanqueada», pero al parecer se trataba de otro distinto.


Sobre la nota de Nacional, el Consejo Provisorio resolvió: «1.o Acusar recibo de la nota y expresar a ese club que el Consejo Provisorio del Football Nacional está seguro de haber procedido con justicia y de no haber merecido la actitud de Nacional, que seguramente obedeció a otras razones. 2.o Adjudicar a los clubs Central y Peñarol los puntos de los partidos que debieron jugar con Nacional».

La prensa de aquella época, al instante sospechó de los motivos que movieron a este abandono tricolor. «El Diario» publicó: «El problema que agita actualmente al viejo y glorioso club del Parque Central es en verdad más complejo e intrincado de lo que a primera vista parece. El momento porque atraviesa la entidad alba es de suma gravedad. Diversos factores han conspirado para que la situación de Nacional haya hecho pensar a algunos que lo más conveniente es la liquidación del club. Las exigencias de los campeones de hoy, la liberalidad de los dirigentes, la dirección que éstos han imprimido a la entidad, en fin, una serie de hechos hacían ya imposible la marcha normal de la institución y  reclamaba un alto para adoptar una solución de emergencia. Pero para ello era necesario buscar una causa y se encontró, considerándolo injusto en el fallo, justicieramente dictado, de la protesta Peñarol – Nacional. Porque la verdad es esa. No es el fallo aludido el que ha provocado tal estado de cosas sino los problemas de orden interno que se oponen al progreso de la institución y que amenazan su futuro. (…) Considerando, pues, que la resolución de cesar en las actividades por la actual temporada puede explicarse teniendo en cuenta la situación anormal porque atraviesa Nacional, no la consideraríamos justa ni digna, si se invocara para adoptar la disconformidad con la dirección de nuestro football».

«La Razón» también hizo mención al tema: «Peñarol interpuso el reclamo de una justa propuesta, ante el fallo de un partido, que estuvo y está en la mente y el espíritu de todos que la equidad fue en él, valor viciado de nulidad. Expedido el tribunal competente bajo la égida de una sana moral, anuló un match cuyo score fue resultancia de circunstancias anómalas, colocando así de nuevo frente a frente a los adversarios que, en nuevo cotejo, deberían dirimir supremacías en una justa a rodearse de todas las garantías. Nacional, obedeciendo a causales de orden interno que lo inhibirían para una lucha formidable y decisiva, en gesto en completa discrepancia con los deberes caballerosos y deportivos de una institución de su talla, optó por una retirada estratégica, que nunca pueden haber aconsejado la cordura y el raciocinio, elementales en todos los cerebros organizados. Y ahora, en forma insidiosa, se pretende empañar la gloria de una entidad como Peñarol, que no necesitó jamás valerse más que de sus propios medios y esfuerzos, para conquistar los lauros que con orgullo ostenta (…) Peñarol ha triunfado en esta etapa de su vida como en tantas otras; y si no ha podido vencer a todos sus adversarios para ello, no puede culpársele de la deserción de quienes, quizá por temor a la derrota, no osaron ponerse al frente. El Consejo ha procedido bien, y nada debe importarle más que eso».

El mismo diario, en otro artículo titulado «La actitud de Nacional», se refirió a las grandes injusticias que ejercía la AUF a favor de Nacional, y las grandes diferencias morales que siempre caracterizaron a ambos clubes: «El Club Nacional de Football, estaba acostumbrado, de muchos años atrás, a ganar en la Asociación los campeonatos que perdía en las canchas. Frente a Peñarol y a otros cuadros no venció siempre con su mejor juego. – Peñarol fue víctima de muchas injusticias y de muchas arbitrariedades, para propiciar los éxitos de Nacional.- Para no citar los casos famosos de los jueces que llegaban al field con consignas preestablecidas, recuérdese aquel caso, cuando Peñarol llegaba del Salto, con sus jugadores lesionados, y se le obligó a medirse con su poderoso rival en un encuentro decisivo, oponiéndole su cuadro de segunda división! – Siguió luchando, hasta que se separó de la Asociación, siendo campeón del año, por defender principios superiores de índole moral y deportiva. – Ahora, Nacional, equivocado y rebelde, se retira porque se falla una protesta contra él, en nombre de una justicia que, al fin, se restablece, en la dirección del football! Y eso no está bien.- Sobre todo, cuando ese fallo remite a un nuevo cotejo de valores la decisión definitiva, no otorgando favores a nadie contra nadie! Hay que saber ganar y hay que saber perder. – Peñarol lo ha demostrado siempre. – Ahora debieran demostrarlo sus adversarios!».

Con la decisión ya tomada por parte de Nacional, Peñarol se consagró campeón automáticamente del Campeonato Uruguayo de 1926. El aurinegro aún debía enfrentar a Wanderers, y las crónicas de aquel diciembre lo reflejaban así: «La reciente decisión de los albos de retirarse del campeonato especial, ha venido a restar cierta importancia al lance que aurinegros y albi-negros deben dirimir esta tarde en el ground de Pocitos. Y decimos que le ha restado importancia, no porque la lucha en sí pueda dejar de ser emotiva, sino que el resultado del encuentro, no puede variar absolutamente en nada, la posición final de los clubs, por cuanto pierda o gane el club decano, de hecho queda clasificado campeón».

El encuentro había sido fijado para el día 26 de diciembre, y como ha pasado varias veces en la historia de este encuentro, Nacional no apareció. Así, Peñarol ganaba un nuevo clásico por walk-over, su novena estrella de liga, y demostraba, una vez más, que es el único club grande de este país.