Llegó la hora de comenzar una nueva temporada, según se dice, “lo pasado pisado”, después de haber afrontado una Libertadores y un Clausura en donde nada salió bien, concluimos una temporada para el olvido.

También dicen que “no hay mal que por bien no venga” y en esta oportunidad se fue cuidadoso en no repetir errores del pasado y en tal caso se planificó todo muy bien, se trajeron los jugadores con tiempo. Salvo Grossmuller, todas las incorporaciones tienen un mes de trabajo o más. No se realizó una gira europea que desgastara al plantel y entorpeciera la preparación física, vinieron casi todos los jugadores solicitados por el técnico, y hoy se pueden vislumbrar variantes dentro del equipo.

No recuerdo en lo que va del presente siglo, que desde el comienzo mismo de la temporada se haya conformado un plantel tan completo como éste. Mayormente el grueso de las incorporaciones o los jugadores más importantes habían llegado para el segundo semestre, cuando ya se había perdido el Apertura y había que salir a matar o morir. De hecho, las estadísticas hablan por sí solas, desde el 2000 solo ganamos 2 Campeonatos Uruguayos.

Llegó la hora de volver a ser el equipo grande que gana en todas las canchas, hay plantel de sobra para ello. Llegó la hora de recuperar el tiempo perdido y dar vuelta los últimos resultados. Como siempre, los incondicionales vamos a estar.

Llegó la hora de demostrar una vez más que somos la hinchada de Peñarol, la que vende más entradas, la que copa todas las canchas, la que alienta más que ninguna.

A partir del próximo domingo empieza una nueva ilusión, vuelve a la cancha la camiseta más gloriosa del país, se termina ese vacío que hacía que en los fines de semana nos faltara ese mejor amigo con el que compartimos alegrías y tristezas.

Llegó la hora de jugar cada partido como si fuera el último, adentro los jugadores dejando todo por la camiseta, afuera nosotros dejando la garganta por alentarlos.

Llegó la hora de ser Campeones.