Hace unos días, Peñarol comunicó el precio de las entradas para el clásico de este domingo y levantó muchas quejas, enfocadas en el alto costo de las localidades.

Es inentendible el poco tacto que tuvo la directiva a la hora de fijar el valor para cada tribuna. Poco les importó que es un encuentro a fin de mes o el contexto actual del equipo, pero lo que más choca es que desde hace años (también con errores de otras gestiones) estamos lejos de la esencia del club más popular de este país.

Parece poco lógico que no quieran ver un estadio lleno todos los fines de semana. No hay nada más satisfactorio que ver llegar al pueblo aurinegro a su templo, pero con el destrato que ha sufrido el hincha no asociado, se reducen las posibilidades.

Históricamente las tribunas que se ubican atrás de los arcos se llaman «populares», haciendo honor a su nombre, ya que siempre son las que cuestan menos. Para el domingo una «popular» para un carbonero en su estadio vale $600, de accesible tiene poco. Por otra parte la tribuna «familiar» (Damiani en este caso) pasó a ser una «individual». Con un valor de $950 para el espectador general, dudo que una familia quiera concurrir y hacer un gasto excesivo.

La más entendible es la Henderson, se puede llevar que quieran hacerla exclusiva por el negocio con las butacas.

Lo que más me llamó la atención es el tope de edad en los niños (hasta 8 años inclusive, entran gratis). Le quitan la posibilidad a miles de botijas (y a sus familiares) de presenciar un partido en el estadio más hermoso del Uruguay. Pero no solo es eso, sino que viéndolos como clientes potenciales, no le generás esa costumbre de ir a ver a Peñarol todos los fines de semana.

Es obvio que se busca incentivar que el hincha se haga socio, lo que es inaceptable es que lo hagan con los precios.

«El club es de los socios y los que estamos siempre…»