Un nuevo fracaso internacional deja a las claras que el Campeón del Siglo XX está muy lejos de ser lo que la historia indica.

El día después de una eliminación internacional siempre es complicado, algo que se ha vuelto costumbre en los últimos años, pero parece que los hinchas no estamos dispuestos a ver. Ya no somos favoritos aunque encabecemos la serie en los sorteos, al día de hoy Peñarol no es más el equipo que todos los extranjeros preferían evitar.

Las estadísticas que dominamos durante todo el Siglo XX con el paso de los años se fueron en manos de otros clubes, que con menos historia, al día de hoy son más relevantes a nivel sudamericano. 2 clasificaciones a segunda fase en 20 años es un número lapidario.

Esa mezcla de placer y dolor de los hinchas que salimos a la calle vestidos de oro y carbón a pesar de los resultados, por el placer de pertenecer a uno de los clubes más grandes del mundo, pero a la vez el dolor de ver como desde dentro nos encargamos de autodestruirnos.

A la suerte hay que ayudarla y más allá de lo sucedido en los últimos minutos del partido de ayer en Chile, Peñarol nuevamente hizo todo lo posible por quedar afuera: malos periodos de pases, pésimos planteos de visitante y flojos rendimientos individuales en la mayoría de los partidos.

Frustración e impotencia, se me vienen a la mente cuando pienso en soluciones para el decano. Elecciones, ya hemos tenido en estos 20 años y no han cambiado nada, los mismos que estaban y están, van a volver a presentarse y seguramente vuelvan a tener su lugar en el consejo directivo.

Transparencia y gente capacitada para los puestos, son dos puntos a los que debe se apuntar institucionalmente sea quien sea que elijan los socios el 5/12, si lo que se quiere es realmente devolver a Peñarol al sitio que pertenece.

La transparencia se resuelve fácilmente, al día de hoy hay muchísimas vías de comunicación por la cual se podría informar al socio e hincha de la actualidad carbonera. En estos aspectos el aurinegro continúa siendo un club del siglo pasado, con poca accesibilidad a la información, escasa transparencia y casi nula participación de los asociados.

Las comisiones formadas demuestran el error del segundo punto mencionado. La comisión de contrataciones por ejemplo, debería ser encabezada por gente capacitada para ello, con el ADN de Peñarol (ex glorias del club bien capacitadas podría ser una buena opción como realizan algunos clubes en Europa), personas agrupadas, que sigan una línea de trabajo que mantenga cierta coherencia y que principalmente ubiquen siempre al club como prioridad y no anteponiendo sus propios intereses.

Es necesario un cambio profundo dentro del club decano, dejar de quedarnos con lo que fuimos y apelar a ello, sino que honrarlo y seguir agrandando esa rica historia.

Para esto no se necesita salvadores, ni nombres propios que se adjudiquen las ganadas y se laven las manos en las perdidas. Se necesita de todos juntos, tirando para el mismo lado, para el lado de Peñarol.