Estamos en la antesala de un nuevo 13 de diciembre. Se conmemoran 108 años de la asamblea de 1913, cuando 30 socios del Central Uruguay Railway Cricket Club reunidos en Asamblea, votaron para elegir nuevas autoridades. La independencia del club de fútbol con respecto a la empresa del Ferrocarril, quedaba concretada. Meses más tarde, en marzo de 1914, se oficializaría el nombre por el cual ya nos conocían: Peñarol.

Por alguna curiosa razón, parciales del tradicional rival decidieron que aquella era la fecha de fundación de un nuevo club y a modo de chicana, deciden saludarnos. Por supuesto, y como nos tienen acostumbrados, sin ningún soporte lógico. No obstante, no es un pensamiento unánime en filas tricolores.

Como bien sabemos, las primeras voces contrarias a la historia oficial e irrefutable, surgieron en 1939. Desde la audición partidaria Espacio Nacionalófilo, se quiso instalar que Peñarol no era el verdadero decano, tal como lo conocía la prensa desde la desaparición de Albion. «Este grupo distinguía como verdaderos nacionalófilos solo a aquellos que aceptaran su tésis», cuenta Luciano Álvarez en su libro La transición de 1913.

La cuestión se volvió política, y se apoyaban o cuestionaban candidatos a la presidencia por solo ese tema. Se fue implementando la idea a la fuerza -no hay otra forma de definirlo-, mediante presiones, hasta que en algún momento de la historia lograron convertirla en una posición oficial del Club Nacional de Football. ¿Los motivos? Muy evidentes. La sola supresión de 22 años de historia de Peñarol, reduciría la brecha en clásicos y campeonatos uruguayos, además de borrar varias consagraciones en el viejo Parque Central y algunas humillaciones deportivas.

«El Club Atlético Peñarol, la entidad uruguaya de las once estrellas con sede en esta ciudad, nunca venció al Club Nacional de Football por 7 tantos contra 3», rezaba una carta que le hicieron firmar a Alfredo Foglino, histórico ídolo y capitán albo, al comienzo de los cuestionamientos. No dejaron lugar a dudas con respecto a sus intenciones.

Hoy en día parece muy difícil lograr revertir la postura oficial tricolor. Sin embargo, cada uno de nosotros conoce al menos un parcial albo que reconoce que Peñarol fue fundado el 28 de setiembre de 1891. Claro que la mayoría lo mencionan por lo bajo, por miedo a represalias y a no ser considerados verdaderos nacionalófilos. Pero algunos de ellos sí lo han dicho abiertamente, ganándose en muchos casos el repudio o el destierro de filas tricolores.

Facundo Ponce De León es un filósofo, periodista y presentador de televisión uruguayo. Fanático de Nacional y bisnieto de José María Delgado, histórico dirigente tricolor, comentaría en una entrevista realizada por El Observador:

“Peñarol es un hijo natural del CURCC y tiene una continuidad identitaria. Es ir a la fuente. Y que el CURCC nació antes que Nacional, también es ir a la fuente. Me encanta la historia de Nacional que es una respuesta a los ingleses. Yo no pondría la palabra decano en una remera de Nacional. Me tiene sin cuidado el asunto. Jamás entraría en una discusión del decanato. Entre otras cosas porque creo que Peñarol tiene una continuidad con el CURCC”.

Gabriel Quirici, escritor, periodista, profesor de Historia y reconocido hincha de Nacional, fue simple pero claro en su columna del programa radial No Toquen Nada:

«El decano es Peñarol, claramente. Yo soy de Nacional, pero…»

Pierre Arrighi, historiador de fútbol e hincha de Nacional, ha sido de los más tajantes al respecto. En una extensa columna en La Diaria, titulada «Decanato: un tema para olvidar», dejaría plasmado su pensamiento:

“No puede procederse, entonces, como lo hacen algunos historiadores de mi cuadro, que cuando quieren exaltar lo nacional insisten en calificar a Peñarol de club inglés, pero que cuando se trata del decanato lo olvidan (…) Peñarol no fue sólo un club británico: fue un producto directo de la economía mundial británica, de la industria británica, de su técnica, de sus técnicos (…) La continuidad del CURCC y de Peñarol no debe ser cuestionada (…) Cuestionar esa continuidad supondría cuestionar la continuidad de equipos como Rosario Central, Manchester United y Arsenal FC. Y en el plano de la regla significaría introducir de hecho criterios jurídicos que la FIFA nunca fijó, porque nunca se le planteó ni le interesó poner en duda la buena fe de los clubes, su libertad de asociarse y de autodeterminar su propia identidad. (…) Noto que la continuidad del CURCC y Peñarol no es un invento reciente de los dirigentes aurinegros y que, por lo tanto, no emana de un cálculo diabólico. Noto también que mi club, Nacional, se honraría borrando este tema de su acción, reconociendo la génesis peculiar de un club hermano (el de mi hermano), un poco más viejo».

Más tarde, en una entrevista realizada por Radio El Espectador, iría aún más allá:

«Lo que yo he constatado, es que hay mucha gente de Nacional que no está de acuerdo con la posición ‘oficial’ del club. El título era ‘Un tema para olvidar’, pero creo que es un tema para disculpar. La línea actual que han impuesto algunos individuos en el Club Nacional de Football, debería terminar con una serie de disculpas. No es una línea que se basa verdaderamente en la realidad, hay una especie de construcción artificial que se ha ido instalando. Se ha entrado en una especie de máquina, de delirio, de mecanismo que ya no se puede parar, y que en algún momento va a haber que detenerlo, porque eso le esta haciendo no solamente mucho daño al fútbol uruguayo, sino también a nuestro propio club».

Nada para agregar.

Daniel Ordóñez, periodista, declarado hincha tricolor, socio vitalicio, actual participante de la Comisión de Estatuto y ex integrante de la Comisión de Historia de Nacional, comentaría en la derrota de Peñarol ante Fénix, por el Torneo Intermedio 2020:

«Los jugadores tienen que tener presión y responsabilidad. Si juegan en un cuadro como éste, de 1891, ¿cómo no van a tener la responsabilidad? La tienen que tener. Un cuadro con la gloria que tiene, sino no pueden jugar con la camiseta de Peñarol».

Andrés Reyes, historiador tricolor y autor de «Historia de Nacional», manifiesta en su libro algunas dudas y cuestionamientos con respecto a la continuidad CURCC-Peñarol. Es entendible. Publicar la historia oficial y verdadera generaría, no solo vender muy pocas ediciones, con la carga inicial de escribir para un sector bastante reducido de la población, sino también el repudio de individuos que han alzado la mentira como bandera institucional. Aún así, se puede distinguir fácilmente su postura real sobre el tema, con todos los suavizantes que se vio forzado a agregar:

«El análisis del proceso fundacional del Club Atlético Peñarol excede las motivaciones, el alcance y hasta el interés del presente trabajo y su autor. Si me preguntan, diré que el Ferrocarril Central decidió desembarazarse de la molestia carga que suponía su club de fútbol, originalmente previsto para alienar a sus ingleses funcionarios aunque devenido en un creciente peligro para los intereses de la empresa. Entonces, olvidándose de sus propios estatutos, compró la idea de la separación ficticia y todos contentos. Los ingleses porque ya sufrían destrozos en sus vagones y porque sus funcionarios dejarían de estar pendientes de las moñas del «Maestro Piendi» para ocuparse de la temperatura de las calderas. Los no funcionarios porque tendrían la posibilidad de incidir en los destinos de un verdadero club de fútbol. Si rompemos con la tesis de la continuidad histórica de ambas instituciones, vemos que el CURCC habría finalizado su corta vida con leve hegemonía. Por lo que quizás quepa cuestionarse sobre la conveniencia de concebir a un equipo desaparecido, con colores similares a los de Peñarol, que nació y se desvaneció sin que Nacional pudiera aventajarlo en los enfrentamientos directos. Mejor concebir que sí eran más o menos lo mismo (…) Todos sabemos que el auténtico decano es Albion -cuna de los hermanos Céspedes y entidad hermana que tiene reservada una sala en la sede tricolor-«.

Ricardo Alarcón, expresidente tricolor, también tiene su lugar en esta nota. Aunque se ha manifestado en varias ocasiones a favor de la postura oficial de Nacional, también es cierto que, a pesar de realizar buenos mandatos, recibió el voto castigo de los socios tricolores por no haber sido del todo firme al respecto. Así, Eduardo Ache y su lema «ganar en todas las canchas», triunfaron en los comicios del año 2012. Por supuesto, a falta de pruebas y argumentos, el accionar del Turco quedó limitado a un saludo en la pagina web oficial alba, con motivo de los supuestos 100 años de Peñarol en 2013.

En estas declaraciones del ex mandatario tricolor, se puede observar lo difícil que es sostener el libreto y el discurso fabricado. Alarcón menciona claramente que en el año 1911 pasaron jugadores de Nacional a Peñarol, que supuestamente todavía no había sido fundado. Hay que tener la farsa muy bien ensayada para no pisarse el palito fácilmente.

Para esta nota, dejé por fuera el libro de historia de Nacional de Arturo Fouquet del año 1924, y la ya conocida carta de José María Delgado en 1916, con motivo de los 25 años de Peñarol, que también significaron la postura de importantes hinchas tricolores en distintos momentos de la historia. Preferí apuntar a testimonios actuales.

Jamás podrás encontrar a un hincha de Peñarol que diga que su club fue fundado en 1913, ya que sería caer en una burda mentira. Cada uno de nosotros sabe que el club más grande del país fue fundado el 28 de setiembre de 1891, y que el próximo año cumplirá 130 años de gloria y vida institucional.

En la vereda de enfrente queda claro que, a pesar de haber instalado la farsa a nivel oficial, hay varias voces que se levantan en contra de este planteamiento absurdo. A todos ellos los felicitamos por su sinceridad y defensa de la verdad. A los que aún no lo hacen, los invitamos a recapacitar. Con la grandeza que nos caracteriza, sabremos aceptar sus disculpas sin problemas.

Los esperamos del lado correcto de la historia.