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El siguiente artículo es responsabilidad absoluta del columnista, y sus expresiones personales no pueden ser interpretadas como opiniones de Padre y Decano en su conjunto.

Por: Bruno Mazza.

En estos momentos somos un club deportivamente estancado, que se sigue manejando con criterios del siglo pasado, sin darnos cuenta que el fútbol cambió hace rato. La situación que describe el título de la nota engloba a hinchas, jugadores, técnicos y dirigentes. Nadie se salva. Todos somos culpables -en mayor o menor medida – de la realidad deportiva al día de hoy, del club que amamos.

Todo tiene sus raíces a mediados del año 2011. Peñarol posiblemente estuviera en el auge deportivo del Siglo XXI. La obtención del Campeonato Uruguayo 2010, luego de una remontada histórica y venciendo en finales al tradicional rival, sumado al vicecampeonato de América, daban para soñar muchísimo. Más allá de que no se logró el tan ansiado título y que con el paso de los años se volverá insignificante en la historia del Club, los que lo vivimos nunca nos vamos a olvidar de esos meses llenos de ilusión y de alegría. Nos levantamos del golpe recibido y nos entusiasmamos con repetir rápidamente la campaña, esta vez con final feliz.

Como era lógico, se hizo todo lo posible por retener a Diego Aguirre, el técnico responsable de semejante campaña en el torneo continental más importante. Se le hizo un contrato largo, de números altísimos y se le dio libertad para armar su proyecto. Una de sus primeras decisiones fue notificarle al capitán Antonio Pacheco (actor secundario en el semestre recién terminado) que no entraba en sus planes, por lo que no se le renovaría el – cuantioso – contrato. La respuesta de la gente fue instantánea, incluso realizando banderazos para que se mantuviera al ídolo, contradiciendo la primera decisión importante de un técnico que intentaba arrancar un proyecto. Sin que la situación lo ameritara, se confrontó a dos glorias de la institución y se generó un clima tenso innecesario dada la situación deportiva que se vivía.

Lo que pasó después es conocido, comenzó el campeonato con un Peñarol protagonista, con mucha gente joven y sin tantos nombres rutilantes, pero que sabía a lo que jugaba y era eficaz. De los primeros 12 puntos se obtuvieron 10, y aún así ese hecho no logró acallar a la gente que partido a partido insistía en cantar por Antonio Pacheco, que había pasado a las filas de Wanderers. Ese hecho, sumado a los millones de dólares que le pusieron arriba de la mesa desde Qatar, generaron el alejamiento de Aguirre de la institución. De golpe se generaron 3 situaciones dignas de un »Club de Amigos» que se maneja por impulsos y simpatías, sin darnos cuenta que el único perjudicado era Peñarol.

  1. Los más fervientes admiradores del Tony, denostaron y desprestigiaron a la persona que con su gol nos había dado nuestro último título de Campeón de América, y luego como DT, nuestros dos últimos títulos de Campeón Uruguayo, basándose más en la exclusión de Pacheco que en el hecho de que dejaba a Peñarol sin técnico a mitad de campeonato.
  2. Otros que prefirieron decantarse por el «bando de Aguirre», justificaron el – injustificable – accionar del director técnico, que dejó al equipo sin técnico a mitad de campeonato después del esfuerzo que había hecho el club por mantenerlo. Mi opinión es que, lejos de considerarlo un traidor, la resolución tomada por Aguirre de alejarse del Club le hizo daño a Peñarol y eso es lo único que tiene que importar.
  3. En una situación casi caótica, sin detenerse a analizar demasiado los pasos a seguir, se optó – por el simple hecho de ser «de la casa»-, por el retorno de Gregorio Pérez; persona que admiro muchísimo y le doy las gracias por agarrar el mando en esa situación, pero que pregonaba un fútbol totalmente distinto al que venía dándole tan buenos resultados a Peñarol.

El resultado fue muy malo. Ese equipo se mantuvo arriba unas fechas más hasta que se cayó estrepitosamente cerca del final del torneo, conformando una racha de 1 punto en 12 posibles hasta que perdió definitivamente las chances de lograr el campeonato. Con el papelón incluido de que mientras se iba una de nuestras últimas chances de pelear el campeonato frente a Wanderers, una persona ingresó a la cancha – demorando el juego por varios minutos – para entregarle una camiseta de agradecimiento a Pacheco. No solo eso. El Estadio rompió en aplausos con el nuevo protagonista del espectáculo – previamente se le había dedicado más canciones al mencionado jugador del equipo rival, que a un equipo que necesitaba todo el apoyo de su gente en un momento difícil -.

De haber sido ‘’Juan Pérez’’ el técnico de Peñarol, probablemente hubiera sido cesado de sus funciones luego del increíble clásico y campeonato perdido. Pero como se trataba de una gloria del Club que contaba con el cariño de la gente, la dirigencia prefirió no «cargarse otro ídolo» y no arriesgar votos tan cerca de una nueva elección. En 6 meses pasamos de ser una institución con grandes esperanzas a futuro en lo deportivo, a un equipo manejado por impulsos emocionales, sin tener ningún criterio para nada.

Arrancó el nuevo año y se dio lo que cualquiera podría haber pronosticado. Sin grandes refuerzos y con la misma idea futbolística del torneo anterior, en dos partidos regalamos todo un semestre y quedamos sin chances de pasar de fase en la Libertadores – más allá de que las chances matemáticas se mantuvieron dos fechas más -, por lo que finalizó el ciclo de Gregorio Pérez una fecha después de comenzado el Clausura. Esta vez se eligió un técnico con una idea futbolística más moderna y sin relación con el club, más precisamente Jorge Da Silva.

Se realizó un campeonato decoroso dentro de lo posible, hasta que fallamos nuevamente. 1) Se mantuvo a Fabián Carini en el arco hasta que fue insostenible la situación, por el hecho de «ser un jugador experiente y respetarle su carrera» (además de haber sido arrimado por el Grupo Casal), 2) se decidió que Danilo Lerda no reunía las condiciones necesarias basándose en un solo partido – de visitante, eliminados de la Libertadores, contra el equipo que nos había ganado 4 a 0 de local – y 3) le dimos la enorme responsabilidad en un campeonato caliente a un pibe que, más allá de sus cuestionadas condiciones, hacía sus primeras armas en primera. La metodología de Club de Amigos volvía a costarnos otro semestre.

Llegamos a mediados del año 2012. Desde el periodismo hasta los hinchas pasando por los jugadores, se hizo lobby para el retorno de Antonio Pacheco a la institución. Se generó más expectativa por eso, que por el comienzo de una nueva temporada. En el primer partido se lesionó el mencionado jugador, con Peñarol al frente en el marcador y tanto desde la tribuna como desde la cancha se generó un ambiente de velorio, lo que ayudó a que nos dieran vuelta el partido de forma poco creíble. Con la ausencia del número 8 en ese primer semestre y con mayor libertad para trabajar para Da Silva, logramos reponernos y conquistar el título del Apertura y más adelante el título de Campeón Uruguayo, donde se puso en un pedestal a Pacheco por sus 3 goles en la final cuando había sido notoriamente un personaje secundario en una campaña que había tenido su mayor bajón cuando el mencionado jugador retornó a las canchas. Nuevamente al finalizar la temporada se dan diversas situaciones generadas por el comportamiento de Club de Amigos.

  • Acobijado por el grueso de la gente que incluso llegó a proponer la realización de una estatua en Los Aromos, Pacheco le dedicó su triunfo «a los que no lo querían» retomando la vieja confrontación con Diego Aguirre y pidió tener «el sueldo más alto del plantel», otorgándole un poder de decisión demasiado grande para un jugador.
  • No se le renovó el contrato -por motivos económicos – al golero que salió campeón, que ganó los dos clásicos que jugó sin recibir goles, que fue el golero menos vencido del campeonato, y que a la vez era inexplicablemente criticado. Estamos hablando del golero argentino Enrique Bologna (las duras críticas recibidas también llevaron a que el golero no tuviera muchas ganas de quedarse). Para reemplazarlo se incorporó a Juan Guillermo Castillo, pedido por el 90% de la hinchada, cuando su última buena temporada databa del año 2007, justamente en Peñarol. Luego había deambulado por varios equipos de fracaso en fracaso.
  • Tras dos derrotas c0nsecutivas en el Clausura previo al clásico, se había criticado duramente a nivel dirigencial y de la hinchada al Polilla Da Silva, aparte de tratarlo muy mal, lo que generó su alejamiento – lógicamente también influenciado por la suculenta oferta que llegó de Medio Oriente -. Para reemplazarlo se eligió a Diego Alonso. ¿Su mayor mérito? Se había retirado hacía dos años en Peñarol, por lo que conocía al plantel y se llevaba muy bien. Ya a esta altura no sorprendía.

Se formó un equipo alrededor de la figura de Pacheco, convirtiéndolo en intocable e incluso llegándolo a poner de doble 5 en el partido que nos costó la eliminación de la Copa Sudamericana. Por otra parte, se decidió la contratación de Joe Emerson Bizera, que se había ido del club de muy mala manera y que además se encontraba – como se supo después – en pésimas condiciones físicas; aunque el Gerente Deportivo insistiera en la idea de que «se baja del avión, se pone la camiseta y juega». Rápidamente el Club de Amigos había fracasado en todas las competiciones, con el golero, el zaguero lesionado, el técnico y el capitán como abanderados. A las pocas fechas se despidió a Diego Alonso y, como era de esperar, no se eligió a un técnico haciendo un análisis detallado de sus pro y sus contra, sino que casi inmediatamente se optó por contratar al Tito Goncalvez porque «es de la casa», «sabe lo que es Peñarol», «conoce a los jugadores», y «era ayudante de Aguirre». Así nos fue.

Luego de perder los dos clásicos de verano, asumió Jorge Fossati. Un técnico con un extensísimo currículum que generaba cierta expectativa, pero que ya en su anterior paso por la institución había generado muchísimas dudas – más allá de que logró el campeonato -. En una de sus primeras declaraciones al llegar al club, dijo que de esa mala situación deportiva nos tenían que sacar los ‘’referentes’’, y en eso basó su paso por el club. Comenzó trayendo a Javier Toledo, un 9 de escasos recursos técnicos, que había fracaso en cuanto club había jugado por el simple hecho de tener su mismo representante, relegando al banco de suplentes a Jonathan Rodríguez – mayor promesa del Club -.

Merece también un capítulo aparte su primera experiencia internacional en su nuevo ciclo. Peñarol debutaba de visitante en la Copa Libertadores, en un grupo que pintaba como un trámite – después de dos fracasos sucesivos quedando afuera en fase de grupos -, frente al poderosísimo Deportivo Anzoátegui de Venezuela. Fossati eligió a los jugadores experientes y de mayor edad para jugar en el calor tropical de Venezuela a las 5 de la tarde y formó con Castillo; Baltasar Silva, Valdez, Macaluso, Darío Rodríguez, Lima; Marcel Novick, Órteman, Japo Rodríguez; Zalayeta y Pacheco, una alineación que debe ser récord mundial en promedio de edad. Como era de esperar, fuimos dominados por un rival infinitamente menor hasta que ingresaron jugadores más acordes a la situación y logramos empatar el partido cerca del final.

Mantuvo al equipo de referentes todo el campeonato, salvo ingresos esporádicos de Emilio Mac Eachen y Nahitan Nandez (ambos con muy buenas actuaciones) pero que rápidamente fueron borrados de la nómina por no tener cierto renombre dentro del Club de Amigos. El único que pudo mantenerse fue Jonathan Rodríguez, ya que de lo contrario hubiera sido insostenible el proceder del técnico. Con el equipo jugando mal pero ganando – con excepciones como el recordado clásico del 5 a 0- perdimos el campeonato contra Liverpool, que descendió en la fecha siguiente. El Club de Amigos se cobraba un nuevo campeonato perdido. Parecía que era la hora del cambio, se vencían algunos contratos importantes de jugadores referentes que podían dar por finalizada una etapa.

Lógicamente no fue así. Ayudados por el grueso de la gente que lo pidió, el lobby hecho por el director técnico, su propia presión y el nulo poder de decisión de los dirigentes que prefirieron nuevamente lavarse las manos en un año electoral, se le renovó el contrato a Antonio Pacheco y Darío Rodríguez. El final no podía ser de otra manera. Con un montón de jugadores que no tienen nada más para aportar, y otros que pueden aportar pero no en la medida que se los utiliza, quedamos rápidamente afuera de las dos competiciones que afrontamos. ¿Los jugadores jóvenes que pueden representar a Peñarol en los próximos años? Nuevamente marginados. ¿Las razones? Las mismas de siempre.

  • A Emilio Mac Eachen se lo utilizó en un partido con mayoría de suplentes y se lo marginó ante un mal rendimiento; pero al mismo tiempo se bancó a Gonzalo Viera, Damián Macaluso, Darío Rodríguez y Joe Emerson Bizera en el mismo puesto, quienes tuvieron actuaciones iguales o peores.
  • Nahitan Nandez corrió con la misma suerte, jugó un par de partidos de buena manera hasta que no se lo utilizo más para que pudiera jugar Sergio Órteman.
  • Hernán Novick no tuvo casi minutos por jugar en el mismo puesto que Antonio Pacheco.
  • Gonzalo Latorre pudo jugar solo 10 minutos en un partido definido porque en su puesto tienen que jugar Fabián Estoyanoff y Carlos Núñez – por el hecho de que se invirtió mucha plata en su pase -. Debido a eso (y a otras razones que no tienen nada que ver con la columna de opinión) en estos momentos hay problemas para renovarle el contrato al juvenil de la sub 20.
  • Gabriel Leyes, uno de los chivos expiatorios más inexplicables de los últimos años, fue marginado del plantel luego de jugar 270 minutos en total – un partido como titular – en una temporada. En su puesto – aunque no tienen exactamente las mismas características – se optó por traer con un sueldo infinitamente mayor a Juan Manuel Olivera, de antecedentes pésimos en el exterior. Además de que en ese puesto es indiscutible Marcelo Zalayeta, el nuevo jugador fetiche de la hinchada, que cuenta con una enorme calidad técnica, pero también con 36 años y uno de los sueldos más altos del plantel.

Uno de los últimos capítulos que me motivó a escribir esta columna, es la novela de la renovación de Fabián Estoyanoff, un jugador que ha tenido momentos buenos y malos en Peñarol pero que es insignificante en la historia del club; y que en el último año y medio no hizo ningún mérito para renovar su contrato. En este caso aparecen Pablo Migliore y Alejandro Silva – entre otros -, haciendo lobby para su renovación. Mi pregunta es: ¿quienes son Pablo Migliore y Alejandro Silva para meterse en la economía del Club? Nadie. Al parecer ya se mimetizaron con el Club de Amigos, que parece no tener fin.

Llegamos a un punto que los fracasos deportivos se repiten, así como también los nombres dentro de la cancha. Los responsables nunca son esos nombres repetidos, sino los más fáciles de echarles la culpa. Es hora de ponerle fin a esta situación. En pocos días vencen los contratos de Estoyanoff, Darío Rodríguez y Órteman, y son las primeras cabezas que tienen que rodar.

Pensemos como un club serio. Que jueguen los que tengan que jugar, no los que tengan más historia en el club. ni los amigos de los técnicos y los referentes. Apuntemos a un futuro mejor. Que el técnico elegido sea capaz de ser neutral y elegir el plantel y la oncena inicial más beneficiosa para Peñarol, sin importar que número llevan en la espalda esos jugadores.

Por último y ya cerrando la columna, hoy apareció en las redes sociales la noticia de que el oficialismo le habría ofrecido a Diego Aguirre el puesto de director técnico y de director deportivo, otorgándole una cantidad de beneficios y potestades que lo convertirían casi en »el dueño del Club». La oposición no está de acuerdo en algunos puntos de ese trato, y por lo tanto el GD. Carlos Sánchez, gran responsable de los fracasos deportivos de los últimos dos años, se puso del lado de su amigo Aguirre y dijo que en caso de que no se designe a la Fiera de Director Deportivo, dejaría Peñarol. Una de las propuestas más fuertes de la oposición en estas elecciones, es la designación de Gonzalo de los Santos para ese cargo, persona con la cual Aguirre tendría diferencias. Al parecer mañana se definiría el tema.

Espero que todas las partes implicadas entiendan que en Peñarol tiene que estar el que acepte las condiciones que pone Peñarol, y por consiguiente, los socios de Peñarol. El que no lo entienda debería formar una institución aparte.

Peñarol es lo más grande que hay, y está por encima de cualquier jugador y técnico por más referente o ídolo que sea.