columna-abuQué dolor provocás. Qué apagada y gris se ve la vida cuando perdés. Qué alogia se vuelve seguirte cuando vemos tan pobre desempeño en la cancha. Qué frustración ver una demostración tan dispar en la tribuna y en la cancha. Nos duele la Copa Libertadores, nos cala hondo en nuestro corazón porque tiene un significado especial para nosotros. Hay herencia, hay historia, mística y respeto de los rivales cuando enfrentan al club del ferrocarril en este certamen. Nosotros tenemos bien adquirido todo lo que implica Peñarol en la Libertadores, por eso hacemos sobreesfuerzos para estar en la cancha donde juegue Peñarol por esta copa. Por eso nos vibra distinto cuando es día de Peñarol en la Libertadores. Y por eso dejamos la garganta en la tribuna más que nunca.

Perder en la copa es igual a no querer saber nada con nadie, a quedar postrado en un asiento de bus, barco, avión, auto más muerto que vivo, pensando en otra ilusión que comienza a romperse partido a partido, a otro anhelo que va perdiendo sus pétalos cuando vemos lo que entregan los profesionales del deporte partido tras partido. Nunca sabremos cómo les impacta a ellos (los futbolistas) perder por la Libertadores, pero lo que puedo asegurar es que nunca van a tener los rostros de mis hermanos de cancha desdibujados, no queriendo hablar y buscando cerrar los ojos y despertar con el alma un poco (solo, un poco) más aliviada.

El día post-partido nosotros tenemos que trabajar o estudiar, y en muchos casos ambas obligaciones. Qué difícil se hace concentrarse y dar lo mejor de nosotros en nuestra rutina. Nadie tiene ganas de mucho, nuestro desempeño no es el mismo, y la única certeza que tenemos, casi sadomasoquista, es que el domingo que viene vamos a estar en el Estadio Centenario. Como aquel que disfruta que lo castiguen y vuelve una y otra vez atrás de esa recompensa. «Ciega razón de vivir» reza una gran frase hecha bandera; y qué bien pinta nuestra situación en estos momentos. No hay sentido para estar 3 días después en la tribuna luego de semejante desazón, ni nosotros mismos, si lo analizamos fríamente, sabemos por qué ese automatismo. Es más en estos momentos, ni siquiera queremos analizarlos.

Simplemente estamos, simplemente viajamos, simplemente alentamos, simplemente nos ahogamos de calor, nos congelamos de frío y nos empapamos de lluvia. Simplemente pagamos nuestra cuota y nuestra entrada correspondiente. Simplemente colgamos nuestra bandera y gastamos nuestros ahorros para estar cerquita de esto que por momentos se vuelve muy ambiguo: el placer de seguirte a todos lados y el dolor de ser frustrado con tan pobre demostración futbolística.

Simplemente seguimos acá, como tantos otros años, viendo pasar la lotería de resultados, y dejando en claro que el verdadero respeto debe de venir de ustedes los futbolistas para nosotros. Ustedes nos deberían pedir una foto, ustedes deberían estar detrás de nuestros autógrafos, porque jueguen como jueguen, activen los insultos que activen en nosotros, y aflore nuestra más grande tristeza, saben que siempre vamos a estar. No por ustedes, por PEÑAROL.