Juan Manuel Olivera, goleador con la camiseta del carbonero, habló en exclusiva con Padre y Decano sobre la Copa Libertadores 2011, su gol al Inter, Diego Aguirre, el plantel actual, el Canario Álvarez y más.

Llegada a Peñarol: «Yo venía desde Arabia Saudita, había estado unos meses, y rescindí contrato ahí. Mi representante Flavio me dice que existe la posibilidad de volver a Uruguay, que tenemos la posibilidad de ir a Peñarol y a Nacional, a lo que yo le contesto que quería jugar en Peñarol. Ahí empiezan las negociaciones, me reúno con Diego Aguirre y me cuenta lo que es Peñarol y el sentimiento, cosa que yo ya sabía porque había tenido la oportunidad de estar con Pablo y con el Vasco, compartí mucho tiempo con ellos y te transmiten el sentimiento y lo que es el Club. A partir de esa reunión ya quedó medio definido y obviamente que después los temas administrativos y de contrato se encargó mi representante, pero ahí ya era una incorporación para ese Peñarol 2011».

Elegir: «Mi representante, hablando de todo un poco, me dijo que le parecía bueno volver a jugar en Uruguay, y ahí teníamos las ofertas de los grandes. Por el sentimiento que me había transmitido mucha gente que me había cruzado en mi carrera, que habían vivido cosas muy fuertes con Peñarol, sumado a la charla que tuve con Diego en su casa terminé de decidirme de algo que ya estaba decidido, porque yo veía que podía tener un buen futuro con Peñarol».

Charla con Aguirre: «Diego me habló de su sentimiento como hincha, me habló de su experiencia como jugador. Me trasmitió lo que era para él hacer un gol y tener la tribuna de Peñarol atrás, me dijo ‘Cuando tengas la posibilidad de gritar un gol con toda esa gente, de salir a la cancha y verlos ahí en la tribuna, te vas a enamorar’, cosa que no mintió en lo más mínimo».

Plantel: «Detalle no menor, fue muy importante el plantel que había en Peñarol. Para mí el hecho de saber que podía compartir vestuario y plantel con jugadores como Antonio, jugadores como Darío, aprender del Tornado. Para mí eso fue un plus, porque sabía que podía ser importantísimo poder nutrirme de esa gente para el resto de mi carrera».

Delanteros: «Era dura la competencia, porque como todo cuadro grande cuando tenés que pelear por un puesto sabés que estás peleando con jugadores de grandísima calidad. Ni hablar de la trayectoria de Diego Alonso que de los que estábamos era el que tenía por lejos la mayor trayectoria, y después las condiciones naturales que teníamos el resto para pelear ese lugar. Sabías que no te podías dormir, que no te podías conformar, porque atrás tenías uno que te estaba comiendo los talones que quería jugar».

Expectativas: «En cuanto a expectativas, en cuanto a lo deportivo en mi primer semestre en Peñarol fueron superadas con creces. Sinceramente en el momento de irme me quedó la espina de no poder haber salido campeón con Peñarol, gracias a dios me la pude sacar luego en mi segundo pasaje por el Club. Obviamente lo que se vivió en la Copa Libertadores superó toda expectativa que uno se pudo haber generado, y después todo lo que me fui encontrando a nivel de club, a nivel de compañeros, a nivel de toda la gente que trabajaba en la institución; era todo positivo. Cosas que te iban deslumbrando».

Pisar Los Aromos por primera vez: «Me acuerdo como si fuera ahora, el primer día que voy a Los Aromos obviamente que yo llegué muy temprano porque era nuevo y porque no conocía a casi nadie. El primero que me recibió fue Guillermo Rodríguez. En aquel tiempo, en Los Aromos todavía estaban remodelando los vestuarios y nos cambiábamos en las habitaciones donde se concentraba. Unos días antes había hablado con el Pato Sosa, que me dijo ‘Andá a mi cuarto que tenés una cama libre’, que ahí estaba Guillermo y el Lolo. Con Guillermo hacía años no nos veíamos, yo lo conocía de joven cuando recién salí de Danubio antes de irme por primera vez del país. Estuvimos hablando un rato, nos cambiamos y fue empezar a saludar uno por uno a todos los compañeros y a todos los integrantes del cuerpo técnico. La verdad que fue todo muy lindo».

Diego Aguirre: «Uno empieza a analizar un poco más a los entrenadores, a tratar de comprenderlos con el paso del tiempo. Porque muchas veces uno se propone a ser entrenador y se pone a hacer un poco más ese análisis. Lo que veo es que Diego estuvo muy acertado en los jugadores que trajo, el 80 % de los jugadores que trajo le rindieron en un gran nivel, tenía una manera clara y simple de entrenar y después una mentalidad ganadora que te la transmitia constantemente».

Debut Libertadores: «Fue una decepción muy grande perder el primer partido, nuestra porque nosotros esperábamos otro desarollo en la copa, y segundo para con la gente. Para la gente porque nosotros tuvimos la posibilidad de en el viaje del hotel al estadio cruzarnos con impresionantes micros de la gente que viajó que estaban todos parados en la autopista, y cuando vieron pasar el ómnibus bajaron todos, cantaban, saludaban. El hecho de saber que esa gente tenía que volver con la angustia de la derrota también fue duro para nosotros. Ese comienzo fue complicado, no digo que con dudas pero sí que ese traspié junto con la primer fecha del Uruguayo con Miramar, para uno que era nuevo en el Club lo ponen en un estado de alerta. Capaz que los jugadores que tenían muchos más años y más campeonatos entendían que esas cosas podían pasar y que rápidamente se podía cambiar. Pero para mí que recién llegaba fue ponerme en un estado de alerta, sobre todas las cosas pensar que no se podía fallar, que no tenía margen de error en Peñarol. Había jugadores de gran nivel y si yo no rendía quedaba relegado que era lo que no quería. Había llegado a un cuadro grande para poder dejar una huella».

Fase de grupos: «Fue un grupo muy parejo. Todos se robaban puntos en ese grupo. Nosotros con el triunfo de visitante con Godoy Cruz sentimos un espaldarazo muy grande porque en casa vas a ganar, tenés que ganar y ya conseguiste algo de afuera. La de Mendoza fue una victoria con mucha autoridad, lo importante son los puntos de visitante pero tuvimos el golpe anímico de decir ‘Este es el Peñarol que todos queríamos ver'».

Bandera gigante: «Nosotros sabíamos que la bandera iba a estar, no veías la hora de salir para verla. Sabía que iba a ser algo impresionante, pero no lo imaginaba, no deja de sorprenderte. Fue algo, como toda esa copa, esa copa te puedo asegurar que todo fue extraordinario, fue sorprendente a nivel de la hinchada y de lo que transmitía el sentimiento a la cancha. Me acuerdo del partido contra Godoy Cruz que en los goles festejé con la gente que había viajado, y la gente estaba como loca. Así puedo ir contando partido a partido las cosas que viví personalmente tan fuertes como ese día de la bandera que fue soñado».

Inter: «Jugábamos cada 3 días, entonces no siempre había tiempo para pensar en los rivales. Sabías que tenías enfrente al último campeón de la Libertadores, en su casa que no perdía y que tenía jugadores de selecciones de varios países. Nosotros éramos Peñarol, ellos del otro lado seguramente también estaban diciendo que jugaban ante nosotros, sabían que no se la iban a llevar de arriba».

Mirar el partido en la tribuna: «Estaba caliente porque recibo la roja contra Independiente y me perdí el partido de ida. Fui a la Platea América, lo viví entre un sufrimiento enorme por no poder hacer nada y disfrutando y no pudiendo parar de mirar la fiesta que tenía ya a esa altura la gente en las tribunas. Era impresionante cómo se veía la hinchada en las tribunas.»

Previa en Porto Alegre: «El vestuario estaba tranquilo y concentrado. Era un partido de 90 minutos donde nosotros teníamos que hacer un gran partido porque teníamos enfrente a un gran rival. La concentración iba a ser fundamental y no teníamos margen de error. Una de las virtudes de esa copa fue a salir a jugar cada llave como si fuera la última. No te podés guardar nada en una llave porque mañana ya no tenés Libertadores. Es hermoso jugar una Libertadores con Peñarol, por eso no te podés guardar nada».

Partido: «Cuando nos hacen el gol en el arranque, se me vino a la cabeza el partido en la altura de Quito contra Liga en fase de grupos. Gracias al grupo que había y a los jugadores que tenía, eso no pasó porque el equipo siguió con la misma intensidad que salió a jugar y puso la rebeldía que había que ponerle para ganar».

Gol: «En el momento la alegría es inmensa, te querés abrazar con cada uno de tus compañeros. Porque sabés que es premio al esfuerzo de todos. De repente uno estaba ahí y es el que tiene la posibilidad de hacer el gol, pero el esfuerzo es de todos. Fui tomando dimensión con el paso del tiempo, al terminar el partido, al viajar en el avión, al escuchar relatos, ni que hablar al día de hoy. Recuerdo el hecho de terminar el partido, ir atrás del arco donde estaba la gente de Peñarol y pensar ‘El equipo cumplió, ahora la gente tiene el viaje con la satisfacción de haber visto al equipo clasificado y haberse entregado de la forma que se entregó’. Fue mi gol más importante en el Club».

Partido más importante: «Me parece injusto poner uno sobre otro, pero lo que pasa es que tenía muchos factores, el equipo que era, las figuras que tenía, ir perdiendo el partido. Capaz que si separás las llaves y no decís cuál es cuál, las ponés a todas tenés que elegir una y yo capaz me quedo con esa. Después el gol agonico del Lolo contra Católica y la situación del penal con Vélez también te arriba a decidirte por una de esas llaves».

Cuartos de final: «Tuvimos un plus en las llaves posteriores que al equipo se le daba bien, ganar de local con el arco en cero. Nosotros acá a Católica le ganamos bien, entonces por más que allá nos arrancaron ganando, al haber mantenido el cero de local sabíamos que cualquier gol que hiciéramos afuera iba a tener un plus. Eso nos llevó tranquilidad, siempre en cualquier momento te podés poner a tiro».

Penal del Tanque Silva: «Ni siquiera fue una charla. Yo bajé a hablar con Darío de que quedaban 15 minutos por delante y aunque hubiese metido el penal nosotros estábamos a un gol de sellar la clasificación, que no nos entregáramos. Al irme paso cerca del área, le toco la pelota y le digo ‘Erralo’, lo que derivó en su reacción. Se generó un montón de hipótesis, de las más alocadas, pero fue simplemente eso».

Vestuario en Liniers: «Después de la locura y de la euforia, de pensar en la familia y estar con los hinchas que fueron, fuimos al vestuario a las duchas con tranquilidad, nos miramos las caras y fue decir ‘Gente, estamos en la final de la Libertadores’. No llegar a caer en el momento y nuevamente quedó la sensación de tarea cumplida, le dimos alegría a la gente que sabíamos que hacía unos esfuerzos tremendos pagando entradas y viajes, acompañaba y alentaba. En el Uruguayo después de los partidos se quedaba la gente cantando, y el ambiente que se generó me hizo que cada vez que pasábamos sentir que cumplimos con la gente».

Recibimiento final: «El partido con Vélez también, pero la final era impresionante la fiesta que había hecho la gente en las tribunas. Era impresionante decir ‘Estoy pisando la cancha en una final de Libertadores’, soñado para cualquier jugador».

Lesión: «Tengo la angustia y la calentura que sigo teniendo el día de hoy, que a poco de comenzar tuve una caída que me lastimó el hombro, me hizo jugar con mucho dolor ese partido. En la vuelta y por los siguientes meses, no podía ni levantar el brazo. No pude hacer casi nada para mejorar la lesión, primero se hizo estudios con resonancia magnética que salió raro. El doctor Rienzi dedicado 100 % en que pudiéramos mejorar en lo más mínimo. Antes de jugar la segunda final me pinché 4 veces pero fue lo mismo que la nada, no calmó el dolor. Me queda esa bronca, capaz que no hubiera cambiado nada, pero para uno internamente es bravo no poder disputar una final de copa en condiciones normales».

Recibimiento en el aeropuerto: «No lo esperábamos, no nos dejaba de sorprender la gente, también cuando nos despidieron rumbo a la final de vuelta. De toda esa gente me quedo con el hijo de un amigo, el pelado Diego, que tenía un cartel que dice ‘Fueron Héroes’. Ese cartel lo tengo en casa, me voy a sacar una foto con ese niño, que ya no es tan niño, 10 años después. Me emocionó el cartel, son 2 palabras pero dice tanto, también ver al padre y al hijo emocionados me llenó muchísimo. Otro recuerdo que tengo son las 2 camisetas de las finales, una me la guardé para mí y otra se la regalé a Santino, mi hijo».

Salir campeón con Peñarol: «Cuando me fui si bien tenía la euforia de la Libertadores que me marcó a fuego, me quedó la espina de pasar por Peñarol y no levantar ninguna copa. Yo estaba convencido que tenía que volver y sacarme esa espina, porque lo que viví en el Club fue tan extraordinaria que decía que no podía no saber lo que era dar la vuelta olímpica. Tuve la posibilidad de volver al año con el Polilla. Fue un campeonato que pasaron muchas cosas. La más dura fue la lesión de Antonio apenas empezamos, fue un golpe durísimo para el plantel. Empezamos muy mal, apenas sacando un punto, pero una vez se encontró el equipo se jugó a muy buen nivel. Fue bueno para mí salir goleador del campeonato. Tuve la tranquilidad de decir ‘Volví y fui campeón’. Seamos realistas, un Uruguayo para Peñarol por su historia no es la gran cosa, pero para uno es muchísimo».

Entrenadores: «En Peñarol tuve a Aguirre, Da Silva, Fosatti, Pablo y Paolo. Todos los que tuve fueron extraordinarios técnicos y grandísimas personas, el rendimiento que tuve con Diego y con el Polilla estuvo por encima de los demás. En Emiratos entre mis pasajes por Peñarol tuve de técnico a Maradona. Compartí tanto tiempo y me trató con tanta naturalidad que me costaba recordar que estaba con alguien tan grande. Hablábamos de muchas cosas en general, él admiraba a Uruguay y a muchísimos uruguayos».

Goles a Nacional: «Lo terminás disfrutando porque no sabés cómo te putean. A mí me encanta hacer goles, te los grito todos iguales, de mano, en offside o de chilena porque así me sale. Entrás a la cancha y te putean, y te recontra putean, hacés el gol y los mirás; lo disfrutás».

Plantel actual: «Obviamente estoy siguiendo a Peñarol. Me gusta mucho el equipo que estoy viendo hoy, creo que llegó su tiempo, las cosas es difícil que cambien de la noche a la mañana y salgan fluidas. Necesitás trabajo, tiempo, confianza y madurez, y eso lo tienen muchos jugadores».

Agustín Álvarez Martínez: «Me pasó algo muy lindo con él. Me vino a pedir la camiseta el último partido que jugamos contra ellos en el Campeón del Siglo. Me dijo ‘Juego con la 19’ y yo le respondí que ya sabía, que lo seguía, y me respondió que tenía la camiseta y que me la quería cambiar, me parece que era un regalo para alguien que estaba en el estadio. Me parece un pibe bárbaro, con unas condiciones extraordinarias para seguir creciendo, con mucho potencial. Se está viendo y tiene mucho más para dar. Si te soy sincero, me dio mucha satisfacción ver cómo se le abrió el arco, cómo de repente las dudas empezaron a cambiar por halagos. Dios quiera que tenga un futuro extraordinario».