Hay momentos y situaciones en la vida que hacen que los verdaderos valores afloren, se encarnicen y queden impregnados en la piel, a tal punto de que se transformen en nuestro real saber y entender sobre las cosas.

Los Sabios dicen que de los malos momento es de donde surgen los aprendizajes más valiosos de la vida; los buenos momentos se disfrutan y en ellos no hay lugar para los análisis ni autocríticas. Quizá si esto fuera posible, podríamos reducir al mínimo la posibilidad de probar los tragos amargos de la vida.

El resultado del último partido clásico ha sido negativo, al menos desde lo deportivo para el actual Apertura 2011. El pensamiento inicial nos obliga a sacar de lo más profundo nuestro sentimiento y nuestro orgullo de pertenecer a la hinchada más maravillosa del planeta y es ahora en donde tenemos que demostrarle a todos que somos poseedores de un sentimiento que no tiene igual.

Nuestros dirigentes deberán repasar cada una de las decisiones tomadas en los últimos meses, ver qué cosas cambiar, cuáles mejorar y qué nuevas medidas tomar para retornar al camino de los éxitos deportivos.

En tal sentido, quizás nos sea favorable que la realidad nos indique que no estábamos haciendo las cosas del todo bien ahora que estamos a mitad del camino, tal vez y si sabemos capitalizar este trago amargo, podamos reaccionar a tiempo y al final de la temporada logremos alcanzar el título de campeón.

Mas allá de los resultados, mas allá de los momentos y las situaciones, lo más importante es el sentimiento, porque sin sentimiento no hay razón de ser. Peñarol es grande no solo por sus triunfos, Peñarol es una forma de ser, de vivir y de sentir, porque a la vida hay que honrarla con actitudes y esas actitudes solo se pueden llevar a cabo en los momentos de  adversidad.

Honremos el presente demostrando el amor incondicional hacia el Club y el futuro seguramente nos va a estar esperando con la Gloria, que es una vieja y conocida amiga.

Aunque ganes o pierdas…