El 24 de setiembre de 1961, a solo cuatro días del 70º aniversario de  la fundación de Peñarol, se obtuvo un importante triunfo clásico para cerrar la que fue bautizada como “La Semana de la Gloria”. Entre el 17 y el 24 de setiembre de aquel año, el Decano ganó tres partidos para la mejor historia, obtuvo la primera Copa Intercontinental del futbol sudamericano y ganó el clásico de la primera rueda del Campeonato Uruguayo, que a la postre también sería mirasol.

17 de setiembre: la máxima goleada en la Copa Intercontinental

Tercer domingo del mes. El Estadio Centenario se apronta para recibir al Benfica, flamante campeón de Europa, en la segunda final de la Copa Intercontinental. Después del triunfo en Portugal, los europeos son favoritos para llevarse el título; con tan solo empatar ya se consagrarían campeones mundiales.

Pero Peñarol sorprende y a los 10 minutos de juego se pone en ventaja por intermedio de José Sasía. Partido difícil, hay que mantener la concentración y asegurar el triunfo. Así cae el segundo (18’) y el tercero (28’), los dos de Juan Joya. A los 42 minutos del primer tiempo se sentencia el destino de esta segunda final, Spencer anotaba el 4-0 a favor del Decano y liquidaba el partido. Pero había tiempo para una nueva alegría, la que marcaría el récord. A los 7’ del segundo tiempo, Spencer vuelve a convertir y estira la ventaja a cinco goles.

La prensa local e internacional no demoró en hacerse eco de semejante noticia: el campeón europeo vapuleado en territorio uruguayo. Tamaño reconocimiento no podía pertenecerle a otro club que no sea Peñarol. Faltaba el tercer partido, el que definiría el titulo, pero el clima era de festejos.

19 de setiembre: primera Copa Intercontinental

Finalmente, el partido de desempate se fijó para el 19 de setiembre, apenas dos días después de la histórica goleada. El escenario elegido fue nuevamente el Estadio Centenario, al igual que sucedería en la edición de 1963 donde los elencos de Santos y Milan disputaron el segundo y tercer partido en el Estadio Maracaná.

Sin embargo, los portugueses tenían un pedido especial para este encuentro: incluir en la lista a una joven promesa de 19 años, Eusebio. Peñarol accede y le permite a su rival reforzarse con un nuevo jugador sin ningún tipo de consecuencias. Así, el tercer partido se plantea muy diferente al segundo.

Nuevamente el aurinegro madruga a los europeos y a los 5’ se pone en ventaja gracias al Pepe Sasía. Esta vez la maquina no siguió de largo, y el Benfica logra empatar a los 35’ de la etapa inicial con gol de la joven estrella incluida recientemente en la lista. Pero una vez más aparece Sasía, esta vez para anotar el gol definitivo (40’). El segundo tiempo muestra un partido con la emoción típica de lo que estaba en juego, pero el score se vería inalterado durante los restantes 45 minutos.

En un periodo de tan solo tres días, Peñarol le había ganado los dos partidos finales al campeón europeo, conseguía la primera Copa Intercontinental para el futbol sudamericano y lograba la máxima goleada en la historia del torneo hasta el día de hoy. Casi nada.

24 de setiembre: el estreno del título mundial

El carbonero jugaba su primer partido desde la obtención del título mundial, y no había mejor manera de estrenar los laureles conquistados que en un partido clásico.

Nacional llegaba al choque de la primera rueda invicto y según las crónicas de la época, con un acentuado repunte en su labor. Peñarol llegaba como campeón del mundo, no es necesario decir nada más. Fue un partido apretado como todos los clásicos (con una expulsión por bando) pero que finalmente se saldó con victoria 1-0 en favor del Decano (gol de Alberto Spencer a los 5’), quien fue bastante superior a su rival pese a no haberlo reflejado en el marcador.

El día 25/9, El Bien Público describe de excelente manera el contexto de aquel partido: “Peñarol logró demostrar que actualmente es el equipo de más poderío”. Además, el diario acotaba una interpretación bastante acertada al señalar que “Peñarol sorteó su prueba de fuego”, ya que “un campeón que pierde, aunque no esté en juego el título, es evidentemente un campeón destronado y tal sería la situación de Peñarol de haber perdido ayer con Nacional. Ello no sucedió y el epilogo de esa prueba de fuego en la que podían haberse quemado los recientes laureles, quedó señalado con el magnífico gol de Spencer”.

El Decano revalidaba sus pergaminos ante el rival de todas las horas en ese partido que generalmente gana y casi nunca pierde, según señalan los números inapelables del historial clásico. Lo hizo, además, en un partido por Campeonato Uruguayo que se incluye en un largo periodo sin sufrir derrotas clásicas en el máximo certamen nacional, prolongado entre 1960 y 1969.

Así transcurrió la llamada Semana de la Gloria, un periodo de festejos dentro de otro, en años de total supremacía por parte del club del pueblo. Un festejo de 70 años, con bastantes motivos para celebrar.