La posibilidad de acortar diferencias en la Tabla Anual y la necesidad de lograr la primera victoria en el Clausura luego de la derrota ante Cerro, hacían que el encuentro ante Defensor fuera clave. A pesar de ello, Peñarol dejó pasar esta gran chance, y perdió un partido que además del sabor amargo de la derrota, dejó en evidencia una vez más, un plantel mal conformado a inicio de la temporada, la poca contundencia en el área rival y sobre todo, la carencia de jugadores con regularidad.

El partido tuvo una dinámica importante que ajeno a la tendencia de nuestro fútbol, fueron muy pocas las interrupciones y mucho tiempo neto de juego. Lo mejor de Peñarol se pudo ver en la primera parte, que sin brillar, fue ampliamente superior a Defensor que solo inquietó con las subidas de Ignacio Laquintana. El equipo dirigido por Mauricio Larriera en cuanto a juego logró un avance comparándolo con la pobrísima actuación frente a Cerro. El equipo mostró una clara intención de empezar a crear juego desde el fondo con pocos toques y buscar rápidamente romper líneas.

No se tuvo un juego de mucha posesión en la mitad del campo, sino que se buscó aprovechar la velocidad en el ataque. Peñarol tuvo llegadas en el primer tiempo con filtraciones y conexiones rápidas, sobre todo por las bandas. Fueron repetidas y oportunas las apariciones en ataque de Valentín Rodríguez, quien con buena resolución generó centros bien realizados.

Otro jugador clave en este primer tiempo fue el juvenil Agustín Álvarez, quien le sacó rédito a su buen juego de espaldas y aéreo. Su déficit estuvo en la concreción de jugadas, problema preocupante que se viene repitiendo no solo en él, sino dentro de todo el plantel. Peñarol a pesar de contar en su plantilla con varios delanteros de área, quizá un puesto donde hay superpoblación, no tiene un jugador que desnivele en este sector del campo donde se definen los partidos. En el primer tiempo tuvimos chances claras para ir ganando al descanso, pero otra vez perdonamos al rival.

Peñarol careció todo el partido de una buena creación por la zona centro del campo. Con un doble cinco conformado por Jesús Trindade y Walter Gargano, se apostó a la recuperación y a la buena entrega del balón. Estos jugadores no se caracterizan por su llegada a zonas ofensivas, sino por las dos labores mencionadas anteriormente, recuperar y entregar bien el balón. Trindade, quien ha sido el más regular del equipo en el último tiempo, no tuvo de su mejor actuación con la pelota ni a nivel defensivo.

Por otra parte, los altibajos de Gargano ya se han vuelto una tendencia en el último tiempo. En el comienzo, a pesar de jugar un partido aceptable, perdió varias pelotas en la salida. Los primeros 20 minutos del complemento nos devolvieron al Gargano de temporadas atrás, un jugador vivo, bien posicionado, y haciendo jugar a sus compañeros. Fue trascendental en el armado de la jugada estupenda que terminó en el gol de Torres. Lamentablemente ese reflejo del pasado duró solamente 20 minutos, y luego del gol del empate, volvió a caer en ese juego y repitió errores en los pases.

A todo este problema de creación en la zona media, se le sumó la escasa aparición en el partido de David Terans. Tal vez, el jugador más determinante que tiene Peñarol en la zona ofensiva, quien apareció solamente dos veces en el partido. Un remate de tiro libre bien ejecutado, y una exquisita asistencia con su estilo para el gol de Torres. Después tuvo uno de esos partidos donde está ausente en el campo de juego con lagunas de muchos minutos sin tener incidencia en las jugadas. Esto inevitablemente llevó a un bajón futbolístico general. Es inconcebible y contraproducente jugar con un enlace que tenga tan poca participación en el juego. El enganche necesita de la pelota, y los compañeros necesitan del. No encontró su lugar, ni tampoco retrocedió metros para crear asociaciones desde más atrás.

El equipo buscó más a Facundo Torres, quien fue el jugador más incisivo en ataque a lo largo del partido, pero como se ha hecho costumbre, los rivales lo cortan permanentemente con faltas. Por la otra banda, Urretaviscaya se ha mostrado más participativo en estos primeros partidos del Clausura de lo que venía realizando anteriormente, pero igualmente está lejos de ser el jugador que llegamos a conocer y el que Peñarol fue a buscar. Como externo, busca poco el encare y el desborde, atributo característico que lo llevó a triunfar, y muchas veces se limita a jugar para atrás, confiando poco en sus condiciones que todos sabemos que tiene. A su vez, sigue desperdiciando pelotas quietas cercanas al área, con una pegada extraña.

Los goles de Defensor son producto de dos grandes errores de Peñarol. El primero vino tras un penal evitable y a mi gusto bien sancionado, cometido por Valentín Rodríguez cuando el rival se quedó sin espacio para cerrar la jugada. El segundo provino de un error colectivo más grosero e infantil de Peñarol, que quedó mano a mano con el delantero rival ante un posible contragolpe. La sensación después del empate, fue de inestabilidad defensiva. Peñarol no podía crear situaciones de gol y atrás no se mostraba sólido. La carencia de jugadores de nivel que puedan aportar y cambiar el partido desde el banco es evidente. Larriera apostó en formativas para revertir la situación y Peñarol terminó jugando con inexpertos un partido que era crucial. Creo que no era el momento ideal para poner en cancha a tantos juveniles que no dieron soluciones a los problemas que venía teniendo el equipo. Además, entendí poco la salida de Agustín Martínez, quien si bien no estaba fino en la definición, venía jugando bien y era un peligro para la defensa contraria.

La urgencia de resultados es cada vez mayor. Aún así, debemos confiar en el trabajo del cuerpo técnico que recién comienza y no cometer los errores de siempre. A pesar del resultado, se vieron algunas cosas interesantes en el primer tiempo. En un plantel corto, los jugadores claves del equipo son los que tienen que hacerse cargo y en su regularidad estará la posibilidad de revertir esta situación.