A pesar de los incontables errores arbitrales en contra del decano y la vergüenza en los escritorios, Peñarol venció a todos y se consagró campeón uruguayo.

Quisieron, lo intentaron. Una y otra vez, hicieron fuerza para que Peñarol no fuera campeón. Fracasaron.

Sin fin de veces se «equivocaron» en contra del carbonero a lo largo del campeonato. En la final no fue la excepción.

En una jugada de ataque para Plaza, el balón da en el brazo del delantero coloniense luego de su propio cabezazo y posteriormente da en el brazo de Kagelmacher (que además estaba de espalda). En una extraña resolución arbitral, se sanciona penal en contra de Peñarol. El árbitro Daniel Fedorzuck paró el partido y cobró penal sin ir a observar la jugada al VAR. De no creer.

Para colmo, el encargado del VAR fue Esteban Ostojich, quien está sancionado actualmente por la CONMEBOL y no puede dirigir internacionalmente.

Ya pasó en el campeonato que para no cobrarle un penal a Peñarol, cobraron mano del atacante aurinegro cuando el balón impactó en el brazo del rival. Pero ahora sancionaron penal en contra del carbonero cuando el balón da en la mano del adversario y después en el del hombre mirasol. Increíble.

Aún así, Peñarol fue más que todos y se consagró campeón uruguayo. Por más que otros equipos tuvieron ventaja desde el escritorio sumando 3 puntos en un partido empatado en cancha, nadie hizo más puntos que el equipo de Larriera y no pudieron parar al ferrocarril en la final.

Para cerrar el campeonato y antes de levantar el trofeo, los árbitros fueron totalmente abucheados por la totalidad del estadio. Una silbatina impresionante acompañado de por un fuerte canto ‘Hijo de…’, tapó totalmente la entrega de medallas a los referí del encuentro, que se marcharon cabizbajos. La hinchada se hizo sentir.

Peñarol es campeón, y no nos paran más.