alacabeza-esto-es-peñarolEl escritor Federico Ivanier publicó recientemente Esto es Peñarol, libro de una lectura absorbente y ágil, que nos pasea a través de más de un siglo de gloria aurinegra, en busca de sus grandes hazañas, sus historias insólitas, sus héroes y también en busca de aquellos que, incluso hoy, permanecen en el anonimato pero empujando la locomotora amarilla y negra.

Con un enfoque original que cuenta la historia siguiendo ejes temáticos (a través de capítulos centrados en distintos aspectos de la historia del club), el libro conforma una unidad que permite una lectura muy libre y flexible, ya que no requiere comenzar o terminar en ningún lado.

Padre y Decano entrevistó al autor para conocer más acerca de su nueva publicación. Ivanier nació en 1972 en Montevideo, es escritor, guionista y docente. Además ganó el premio Bartolomé Hidalgo y el Premio Nacional de Literatura.

federico-ivanierLe agradecemos a él y a la editorial Alacabeza por el obsequio de dos ejemplares para poder sortear entre nuestros seguidores.

  • Uno lo sorteamos entre los que gana RT a este tweet.
  • El otro entre los que comenten en esta nota (comentar con un correo electrónico válido para poder contactar al ganador). 

¿Por qué este libro es diferente a todo lo que ya se ha escrito de Peñarol?

Porque es un libro estructurado en preguntas y respuestas, cosa que no se hizo antes con Peñarol, y eso permite una lectura compartida y hasta más lúdica. El libro está pensado para un público infantil y juvenil, pero también considerando que puede ser leído por adultos, lo que permite un juego hasta más familiar en la lectura, si se quiere. Y más allá de esto que es infantil y juvenil, no es una simplificación de la historia (o un intento de hablar a un lector menos inteligente) sino que trata de hacer una recorrida lo más exhaustiva posible de la historia del club, recogiendo datos también poco mencionados en otros libros. Además, el eje del «Esto es Peñarol» no es cronológico, o sea, no arranca solamente desde el comienzo de la historia para llegar al presente, sino que plantea ejes temáticos (las libertadores, la supercopa del 69, los clásicos, los uruguayos, los quinquenios, la hinchada, etc), lo que permite una lectura más libre, entrando y saliendo del libro por cualquier lado sin que eso signifique que te perdés en la información, sino todo lo contrario. Y, finalmente, también es un libro que pretende dar cuenta de que Peñarol es más que nada una identidad y si bien esto puede estar presente en otros libros, acá fue una intención clara desde el comienzo.

¿Qué te motivó a escribir el libro?

Mi amor por el club. En un momento mi hermana me dijo: el título de ese libro, en realidad, es «Esto es amor». Y es así. Estuve mucho tiempo pensando cómo podría ser la estructura y el tono del libro antes de arrancar. Recién cuando estuve seguro, cuando tenía clara la estructura del libro y su encare de preguntas y respuestas, recién ahí me puse a escribirlo. Y fue una experiencia inolvidable, porque también me forzó a estudiar la historia del club. Y, por supuesto, había mucho que ignoraba.

¿Por qué elegiste ese nombre? Es una frase representativa y muy dicha por nosotros los hinchas..

Justamente por eso. Y porque, para mí, «Esto es Peñarol» incluye la identidad y también lo que yo quise que estuviera en el libro: Peñarol en su sentido más amplio y básico.

¿Cuáles son las preguntas que más hacen los niños?

Sinceramente, no arranqué con una especie de «promedio estadístico de preguntas de niños». Sobre todo porque creo que hay muchos tipos de niños, en todo caso, je. Traté de organizar preguntas y respuestas que a mí me gustaría saber y me habría encantado saber de niño y adolescente. Y hasta de adulto, te diría. En realidad, cada niño pregunta distinto, tiene curiosidades diferentes y mi idea es siempre que la variedad de los niños (y adolescentes o adultos que también puedan engancharse con el libro) sea considerada en el sentido de que el libro incluya mucha cosa y no centrarme en una sola.

¿Qué importancia le das a la discusión del decanato? ¿Qué pensás de los cuestionamientos de Nacional?

A mí la cuestión del «decanato» me interesa relativamente poco. ¿Qué es ser «decano»? Puede ser el miembro más antiguo de una asociación. Peñarol fundó la AUF. Pero también el más representativo. Y si vamos a dudar que Peñarol es buque insignia del fútbol uruguayo, bueno, ya está, dejemos de hablar. Y esto no es quitarle importancia a Nacional. Por supuesto que ellos también tienen su gloria y también son claves en la historia de nuestro fútbol. En Peñarol jamás quisimos denostar ni achicar las victorias de Nacional, al contrario. Respetar la grandeza del rival es parte de nuestra grandeza, me parece.

Para mí lo único relevante a aclarar es que somos de 1891. Y esto me parece fundamental no para «luchar» contra Nacional, sino porque ahí también está nuestra identidad. Nosotros venimos del tren (el tren como imagen nos representa, no solo por los colores, sino metafóricamente), venimos de la construcción de una villa, venimos de los sueños de los inmigrantes, venimos de manos obreras que se mezclaron con las manos mas «intelectuales» de los jefes, dentro de un mismo equipo, sin que «nadie fuera más que nadie». Somos como la historia del Uruguay: somos un país de inmigrantes, de brazos abiertos a los inmigrantes, que en su momento luchamos por la independencia. Peñarol también fue eso, un club donde hubo criollos siempre, desde su fundación, y por supuesto extranjeros, tal como la historia del Uruguay. Y luego también como Uruguay, luchamos (literalmente) por nuestra independencia aun sabiendo que el costo iba a ser la pobreza, porque independizarnos significaba volvernos más pobres, ya que dejábamos de tener la empresa de trenes atrás. Eso tuvo su costo deportivo, claro, pero también una grandeza gigantesca. Una grandeza como club, más allá de ganar tal o cual copa. Y, ni qué hablar al igual que Uruguay, en el proceso de independencia cambiamos de nombre (ahí a los discutidores de Nacional no les importó que en 1811 no nos llamáramos República Oriental del Uruguay ni tuviéramos Constitución, igual festejaron los 200 años de Uruguay en 2011 – ¡cómo!¿no es que si cambiás de nombre sos algo nuevo?).

A mí me encanta que nos hayamos independizado incluso a pesar de que eso haya significado perder. No pasa nada: no estábamos construyendo palmarés, estábamos construyendo un club, una identidad, un sentimiento. Cosas mucho más importantes que un partido. También, además, creo que está bueno recordar un par de cosas en todo esto. Primero que nada, que nadie discute que Peñarol sea de 1891 fuera de Nacional. Pero, además, fue Nacional el primero en reconocer que Peñarol era de 1891. Y no me refiero solo a dirigentes y a la firma de documentos aseverando que «se trataba de un club que cambiaba de nombre» (estos documentos abundan), sino a los propios hinchas de Nacional. Fueron ellos los que desde 1913 se enfrentaron a Peñarol con la consciencia clara de que era un clásico. ¿Cómo iba a ser un clásico si Peñarol era un supuesto club nuevo? Sería como plantearse un clásico ante Boston River, lo cual es ridículo. Entonces, incluso más allá de los documentos, me parece importante marcar una cosa: emocionalmente, socialmente, ni siquiera Nacional discute hoy que seamos de 1891. Lo somos. Somos los mismos hinchas, el mismo sentimiento. La discusión es técnica, y como incluso ahí es una discusión perdida, no lo llevan a lugares donde corresponde, como un tribunal posta.

Dos cositas a agregar. La discusión del origen de Peñarol ni siquiera provino de Nacional institución, sino de un programa radial partidario que cuestionó el origen de Peñarol, creo yo, porque Peñarol, en ese momento, estaba por ganar el primer tetracampeonato de la historia. Y, además, es gracioso que Nacional nos acuse de ser de tal o cual época, teniendo en cuenta que ellos no tienen acta de fundación, por tanto, ni siquiera se sabe bien cuándo se fundaron exactamente. A mí me parece que éste, el tema de cuestionamientos sobre nuestro origen, es un tema para reírse un poco pero también para contar de manera adecuada para que, cuando festejemos los cumpleaños cada 28 de setiembre, no parezca que lo hacemos de pesados ni nada, porque no es así. Lo hacemos porque de veras somos de ese momento. Ahí está nuestra identidad. Y esa la tenemos que defender, para entender bien por qué amamos este club. Entendiendo la historia, entendemos quiénes somos. Si fuéramos de 1913, para mí no sería ser menos. Amaría igual al club. Pero somos de 1891. Ya está.

¿Tenés alguna anécdota vinculada a Peñarol para compartir?

Sí, claro. La que a mí más me gusta es del clásico del 3 a 2 por el quinquenio, en el 97. Después del 4 a 3, lo único que pensaba era que no podíamos estar otra vez dos goles abajo. Y tal cual: a los 5 minutos del segundo tiempo, perdíamos dos a cero. Yo soy ateo, aunque tengo raíces tanto judías como católicas. Jamás oré en mi vida ni intenté comunicarme con nada «superior». Creo en la ciencia y punto. Pero llegó un tiro libre cerca del área, a favor nuestro y por primera vez miré hacia el cielo y dije: «Loco, sé que todo este tiempo te he ignorado, dije que no existís y todo eso, pero te pido por favor, por favor que sea gol. Solo eso te pido. Al fin y al cabo, nunca te pedí nada». Y segundos después, vi el único gol de panza que vi en un estadio de fútbol. Era el 2 a 1. Minutitos después, tiro libre a favor de Nacional. Le va a pegar Ruben Sosa, que siempre nos clavaba. Y pega en el ángulo y no entra. Y minutitos después, el Lucho Romero le pega mal a una pelota… pero es el amague perfecto para hacer el segundo gol. Fue dios. Siete, ocho minutos en los que Dios me dio bola. Es así. Por tanto, después de gritar como un enfermo (quería tirarme de cabeza a la cancha y morir en ese momento), levanté la mirada y le dije: «Gracias, te entendí».

¿A quién se lo dedicás?

A mis hijos, Joaquín y Seba, están hasta ilustrados en el libro, je.

¿Podrías resumir lo que significa Peñarol para vos en una palabra o frase?

El título de un libro de Alice Munro (que no tiene nada que ver con el fútbol) me hace acordar mucho a Peñarol. El libro se llama «Demasiada felicidad».