Hablando una vez con un amigo que residía en Alemania, me contó una anécdota que luego atesoré como moraleja e intento aplicarla siempre.

Charlando con un colega de profesión, sobre el título de un diario local, entendió el significado de la palabra crisis. Allí, mencionaba que el precio de la leche se iría 2 puntos porcentuales por encima de lo previsto, en los próximos tres años, y que ello, era una potencial variable de que algo, en el presupuesto de su país, iba a cambiar, y modificaría otras situaciones del mismo.

El título era “crisis”.

Mi amigo comenzó a reírse, preguntándole enérgicamente: “¿Eso es crisis?” Con el mismo ímpetu, su colega le respondió que “sí, claro, eso para nosotros es crisis, o por lo menos el comienzo de algo que hay que corregir”.

Cuando veo que hay un técnico que saca al volante central contra Danubio sin que tuviera amarilla y deja a Grossmuller en un 40% de su condición, o a Cristóforo contra El Tanque minutos después de habernos quedado con diez, con Olivera en un 10% de su condición física y futbolística, con Pacheco que está volviendo y no puede sostener un ritmo de juego todavía, y falta media hora, y en menos de diez minutos el rival tiene 4 jugadas claras de gol, es que me pregunto si aquella afirmación del técnico que veía el fútbol de frente sigue teniendo validez.

Es bueno recordar que aquella afirmación se hizo en los dos primeros partidos de este año, con la espalda de un semestre bien ganado y de manera progresiva en el juego y en los resultados.

Pero esta versión, con un equipo muy fuera de forma, física y futbolística, es, al menos, preocupante. Yo diría que más. Que bastante más.

Por eso lo de la crisis. Vos estás leyendo y me dirás… ¿pero si vamos primeros? ¿pero si ganamos el Apertura? ¿pero si lideramos la Anual? Si, es verdad, eso es un dato objetivo, innegable.

Lo que es casi innegable es el bajísimo juego de nuestro equipo, que el otro día ganó porque ganó, que no le pateó al arco a El Tanque hasta los 15 minutos del segundo tiempo (sí, estás leyendo bien).

Yo crecí con un Peñarol que que ganaba caminando 7 u 8 de cada 10 Uruguayos y llegaba casi siempre a cuartos de final de la Copa, como primer objetivo internacional y luego ver que pasaba. Si ese es el objetivo, se oscilará entre los octavos y la final, mayoritariamente.

Volvamos al presente…

No hay juego interno, por afuera salimos en cuentagotas, -bastante con el Vasquito y su caos futbolístico, con galopadas de Raguso de vez en cuando (siempre a impulso individual, no hay juego asociado por ese lado, no hay sociedades, no hay elaboración) y casi nunca con Aureliano y González-.

Zalayeta bajo, Olivera desconocido y un doble cinco que cada vez me gusta más por Cristóforo y menos por Novick (entregar bien la pelota ya desde hace años no es un valor agregado para un volante de marca, es la otra mitad de la tarea; sin ello, el quite no adquiere valor).

El equipo claramente deambula a ponchazos individuales, ni siquiera estamos compactos y recemos para que no se lesionen Valdez, el Lolo y Zalayeta, claramente los mejores de este semestre, en ese orden. Valdez es media defensa, Estoyanoff dando ventaja con la lesión; el ahora media punta en franco descenso.

Los demás acompañan con altos y bajos, me gusta la tarea de Cristóforo, se está transformando en un jugador de fútbol, y da gusto verlo evolucionar día a día. Corre mejor la cancha, releva bien, traslada cada vez menos, está fuerte, muy solidario y menos quejoso. Creo que ser el patrón en la sub 20 le hizo muy bien.

Se viene la recta final, aferrémonos a lo positivo, que lo hay, lo marca la tabla, tampoco seamos necios. Y eso se logra con 16 – 18 jugadores en forma, física y futbolísitca, parejitos con 2 o 3 que den el salto de calidad, que los tenemos, claro.

Necesitamos recuperar la forma, está claro. Hay que apuntar a ganar el Clausura y liquidar todo de una. Se puede. Hay que salir con más decisión y con mucha INTENSIDAD, palabra clave en el fútbol de hoy.

Y los que entren, tendrán que estar con esa condición, sino será difícil.

Eso sí, que Da Silva no desarme más el medio; Danubio nos dio el cachetazo, El Tanque nos perdonó. Quiero quedarme con las ganas de saber qué haría en ese caso otro rival. Que Da Silva me dé el gusto y haga cambios con criterio, al menos esos posicionales, que rompieron los ojos.

No estamos en crisis, está claro, pero tengamos presente ese concepto, aquel concepto, y exijamos hasta al fin poder ver un Peñarol fuerte, difícil, y que no quede afuera con Emelec, ni sufra con El Tanque. El Peñarol que vi, es el que quiero ver.

Ahora hay que ganar el Clausura, pongamos el listón alto, quiero ver las siete letras primeras en las tres tablas, hoy no aspiro a otro cosa.