Para los hinchas de Peñarol ayer fue un día de sensaciones encontradas. La noche del miércoles 16 de enero ganamos el primer clásico de verano. 1 a 0 con gol de Marcelo Zalayeta. Cortamos una racha adversa. Festejamos extender la paternidad a 21 clásicos y seguimos demostrando que, en el clásico de las tribunas, no existe comparación posible.

El partido terminó con incidentes entre el plantel y cuerpo técnico del equipo rival, los árbitros y la policía, con las consecuencias conocidas.

Algunos durante la misma noche y otros en la mañana del 17, nos enteramos de un hecho mucho más grave que la extremadamente difundida agresión de un ciudadano a un miembro de la seguridad pública.

Previo al partido, en la intersección de Boulevard Artigas y Avenida Millán, en un incidente que involucró a un ómnibus lleno de hinchas de Peñarol y un camión con hinchas del equipo rival, resultaron baleados los carboneros. Producto de los disparos, fue herido Jonathan González quien, luego de ser atendido y operado en el Hospital Maciel, se encuentra internado en el CTI del Hospital Pasteur con heridas que comprometen varios órganos y pueden terminar con su vida.

Ayer, en los medios de comunicación, este hecho no tuvo casi difusión y se vio absolutamente desplazado para cubrir  el procesamiento sin prisión del golero que golpeó al policía y las declaraciones de algunos protagonistas y allegados.

Otra de esas situaciones que, periodistas, editores y comunicadores, nos quieren hacer creer que son casuales.

No conformes con esto, comenzó la cadena de prensa, radio y televisión del recientemente electo presidente de la institución alba: un sinfín de delirios y disparates vociferados y publicados sin reparo alguno.

Ante los hechos, el economista y varios personajes estrechamente vinculados con el equipo de football, lejos de hacerse responsables o expresar una mínima autocrítica o demostrar -siquiera- preocupación, comenzaron a justificar la situación y a excusarse con argumentos tristes, patéticos, vergonzosos… propios de personas acomplejadas, que inventan situaciones para hacer la realidad más soportable y favorable a sus intereses.

La mayoría de los medios de comunicación, periodistas y otros responsables de difundir la información le dieron más espacio a esto que a lo realmente grave.

¡No nos podemos quedar callados! Hay un joven como vos, como tu hijo, nieto, hermano, amigo, sobrino, ahijado, compañero o conocido peleando por sobrevivir y los dirigentes del club cuyos hinchas le dispararon están hablando de edición de imágenes en vivo, pirotecnia, operativos de seguridad, tribunas, arbitrajes, localías y conspiraciones organizadas… ¡En ningún momento mencionan al joven herido ni los incidentes!

¿Nadie le llama la atención a este dirigente? ¿Ningún periodista tiene los huevos suficientes para expresarle que representa a una institución y, como ser humano, como ciudadano y como presidente, debe asumir la responsabilidad ante los acontecimientos? ¿No existe un solo comunicador que lo interrumpa y le diga que está diciendo un disparate tras otro, cuyo fin es colocarse, ante sus fieles, en una posición heroica que dista diametralmente de bajar los decibeles y calmar los ánimos ante la violencia reinante?

Falta coraje, sentido común y valor para dignificar la profesión. Con tal de tener una nota o  la primicia se dejan bastardear y permiten que un protagonista -directamente involucrado en estas circunstancias- centre la atención en lo que le conviene y oculte lo que perjudica sus intereses y los del club que preside. La demagogia es evidente y alarmante.

Ese es su juego: colocarse en posición de víctimas, buscar excusas, justificar lo injustificable, tergiversar, distorsionar y ocultar la realidad… Eso es lo que pretenden y es claro que lo consiguen, gracias a la obsecuencia, complicidad y el amparo de los medios.

El recurso de distraer la atención y buscar argumentos insólitos para no hacerse responsables roza lo indigno y es una maniobra que, como hinchas de Peñarol y medio de difusión partidario, no podemos omitir ni vamos a permitir. Manipular, mentir, distraer, sacar de foco… para que no se le de la atención debida a lo realmente preocupante; sin asumir el compromiso correspondiente y con el fin de evitar castigos deportivos. Insólito y lamentable.

Después se llenan la boca con frases hechas, slogans baratos, lemas copiados que nada tienen que ver con una realidad que rompe los ojos pero los medios, vaya a saber por qué motivo o influencia, no difunden.

Hagamos fuerza para que Jonathan se recupere y pueda volver a su casa y la tribuna. No seamos cómplices. Mostremos la realidad. Reclamemos ecuanimidad y justicia. Sigamos defendiendo a Peñarol y su gente con todos los recursos que podamos y dejemos en evidencia a los mentirosos y demagogos impunes, cuyo único interés es mantener limpia la imagen de su institución y evitar sanciones.