El 15 de octubre del año 1905 se registra la primera goleada clásica de la historia. Como no podía ser de otra manera, el festejo le correspondió al Decano.

Han pasado más de cien años, pero la campaña de 1905 sigue siendo récord en nuestro país. Campeón uruguayo invicto, ganando todos los partidos y sin recibir goles, el carbonero obtuvo su tercer título, en una competencia que lo ha tenido casi siempre como dominador histórico.

Pero a pesar de esto, existe un dato que no debe pasarse por alto. Después de la consagración aurinegra en el clasico del 1° de octubre en el Parque Central (1-0), que significó el segundo de los cinco Campeonatos Uruguayos ganados en aquel recinto, hoy inexistente, los tradicionales rivales se volverían a enfrentar apenas dos semanas después.

Esta vez no sería por un campeonato oficial, pero igualmente se trató de un partido histórico y sumamente emotivo. Durante el mes de junio, los hermanos Carlos y Bolívar Céspedes fallecieron de viruela, la enfermedad del momento en nuestro país, algo que generó gran congoja en el club parquense. A raíz de estos hechos, el 15 de octubre se jugó en el Parque Central un clásico amistoso en honor a la memoria de los ídolos tricolores. Peñarol, un club con una grandeza inigualable, se hizo cargo de la mitad de los gastos generados por la placa conmemorativa que llevaría la lápida de los recién fallecidos.

Aquella tarde de primavera los Decanos alinearon de la siguiente manera: F. Carbone, Irisarri, G. Davies, L. Carbone, L. Mazzuco, C. Camacho, E. Acebedo, J. Pena, A. Camacho, E. Mañana y J. Loys. Por su parte, los tricolores alinearon a Amilcar Céspedes, C. Carve Urioste, Bouton Reyes, M. Nebel, E. Mongay, A. Rovegno, C. Cuadra, G. Rincón, E. Castro, A. Cordero y J. Diggs.

Del transcurso del partido se sabe poco, como generalmente pasa con encuentros de principio de siglo. Pero lo realmente importante son los goles de Pena y Loys, en duplicado cada uno de ellos, que decretaron un resultado histórico e inédito hasta ese entonces.

Una vez más, el destino se burla del Club Nacional. Como si se tratara de una ofensa constante hacia el club fusionado, la primera goleada clasica (rubro en el que también domina Peñarol) llegaría en un partido homenaje a los idolos tricolores, con el unico sobreviviente de los hermanos en el arco y la presencia en cancha de otras figuras albas vinculadas a caídas estrepitosas, como Miguel Nebel, capitán de la Seleccion Uruguaya en la derrota 0-6 ante Argentina el 20 de julio de 1902, de la cual también forman parte los hermanos Carlos y Bolivar Céspedes.

Una vez más, el destino nos demuestra porque Peñarol es considerado por propios y ajenos como Padre y Decano del fútbol uruguayo.