Un día antes de que Diego López lo eligiera como titular y capitán para jugar contra Rampla Juniors, el Lolo habló con PyD sobre el equipo y su actualidad.

¿Cómo venís con las lesiones? ¿Te sentís mejor de la lumbalgia?

»Bien. Tuve un problema en los lumbares, se me había apretado el ciático y te genera un dolor fuerte en la espalda. Te agarra la parte del glúteo hasta la parte del posterior y no me dejaba arrancar rápido o girar, me dolía bastante. Preferimos recuperar bien para la seguidilla de partidos. El fin de semana pasado ya iba a estar a la orden, pero capaz que para este partido no iba a poder estar, entonces lo mejor fue recuperar y llegar al 100% a los partidos. Era un tema de lumbalgia del que ya estoy bien por suerte».

¿Cómo los golpeó el bajón futbolístico que tuvo el equipo, principalmente luego del clásico?

»Los mejores equipos del mundo han tenido momentos de altos y bajos. Por cosas normales: seguidilla de partidos, lesiones, porque falta un jugador o quizá solamente son bajones anímicos que tienen los equipos. A mi no me tocó jugar pero realmente lo sufrí mucho. Lo hemos hablado entre nosotros en el vestuario, ¿qué es lo que se está haciendo? En general, estamos haciendo lo mismo, tenemos el mismo cuerpo técnico. Hicimos autocrítica cada uno, para saber en qué podemos mejorar para volver a tener el rendimiento que todos teníamos. No hemos cambiado nada, seguimos entrenando de la misma manera, en lo personal cada uno debe cuidarse también. A Los Aromos vas dos horas al día o a veces 6, en el doble horario; pero el profesionalismo y el vivir para Peñarol son las 24 horas. Siempre me quedo con la frase de Bengoechea: «hay que vivir para Peñarol, no vivir de Peñarol». Esa es una de las cosas que este plantel tiene clara. Vivimos para el club y el que no lo entiende así, ya se irá dando cuenta de que la realidad es así. Si no vivís para Peñarol, los resultados no se darán. Confío plenamente en mis compañeros y en este plantel, sé que siendo humildes y trabajando como en todo este tiempo vamos a encontrar nuestro nivel».

Con la experiencia que vos tenés, ¿crees que influye que el plantel no concentre? ¿O a nivel futbolístico no hay diferencias?

»No creo que influya. Este plantel hace dos años que viene trabajando sin concentrar y nos ha ido muy bien, eso va en el cuidado personal de cada uno. El jugador de Peñarol debe tomar conciencia del club en el que está, es fundamental. Eso se lo hacemos llegar a cualquier jugador que llega al club. No sos solamente dos horas por día jugador de Peñarol, sos las 24 horas. Es diferente a cualquier otro equipo, sin subestimar a nadie. Sos jugador de Peñarol cuando vas al supermercado, a comer, a donde sea; estás representando al club más grande del Uruguay y uno de los más grandes de América. Este plantel, eso, lo tiene clarísimo».

¿Cómo preparan la seguidilla de partidos de visitante? ¿El Memo prepara los partidos o la estrategia de otra manera?

»Por ser visitante, no cambia la estrategia. Cambia el descanso de algunos jugadores o rotar algunas posiciones para que lleguemos todos de la mejor manera, manteniendo el plantel tan rico en jugadores que tenemos. Rota el equipo para encontrar el 11 que más descansado esté y tenga mejor funcionamiento, sobre todo por la seguidilla. Si sos local o visitante sentimos que Peñarol, por lo grande que es, es locales en todos lados. Lógicamente jugando en el Campeón del Siglo se siente la presión de la gente, pero a nosotros nos encanta jugar ahí. La mentalidad de nosotros no cambia por jugar de visitante ya que tenemos que ganar en todos lados».

Hoy hablaste de Bengoechea, uno de los referentes en el año 2002 cuando vos llegaste. ¿Cómo comparás esa época con el ahora, en que vos sos referente de este plantel? ¿Qué le transmitís a los jugadores?

«Uno trata de transmitirle a los jugadores lo que ellos nos transmitieron a nosotros. Me acuerdo de llegar a Peñarol a mediados del 2002 y estaban: el Nico Rotundo, De Souza, el Caballo De Los Santos, el Vasco Aguirregaray, Pablo Bengoechea, Darío Rodríguez, Pacheco, el Gaby Cedrés, el Bola Lima, el técnico Gregorio Pérez. Peñarol en su esencia. Jugadores históricos que habían conseguido un Quinquenio y eran mis ídolos. Para mi ese fue el sueño más lindo, poder jugar con esa clase de jugadores. En todo momento traté de aspirar lo positivo de esos jugadores que conocían al club durante tantos años, y hoy me toca ocupar el rol junto con otros, explicar lo que es el mundo Peñarol, que no es igual a ningún otro club. Me ha tocado estar muchos años en Europa y en otros equipos, pero Peñarol no se compara con ninguno. Aparte del sentimiento que tiene uno por ser hincha, trato inculcarle todo lo que aprendí de esa gente y de decirle más o menos lo mismo que ellos me dijeron a mi. Los tiempos han cambiado también. Con el tema de las redes sociales, uno trata de explicarle a los más jóvenes y escuchan, eso es lo bueno. Cuando uno habla, los jóvenes escuchan y está bueno. Se ha venido una muy buena generación de jugadores criados en el club y ya lo van mamando desde chicos. Las obligaciones son salir campeón y creo que en estos años se demostró que los jugadores que suben, saben lo que es el mundo Peñarol. Trato de unir el grupo y de que los jóvenes se sientan cómodos cuando suben, porque uno supo serlo y es fundamental que el grande te incluya en el equipo. No hay que hacerlos sentir que por ser jóvenes no pueden opinar, al contrario, acá necesitamos siempre la opinión de todos. Al momento de ser jugador de Primera, se le va exigir lo mismo al jugador joven como al grande, y tienen que tener la responsabilidad de ser jugadores de Peñarol. No importa si tenés 16, 17 o 37, acá lo que importa es Peñarol. No importa quién haga el gol, nada, solo que Peñarol sea campeón, ahí somos felices todos».

Antes enumeraste muchos jugadores que respetás. Considerás que por todo lo que has logrado en el club, ¿formás parte de la historia de Peñarol como ellos?

»Me considero parte de la historia del club porque cada jugador que consigue un título ya forma parte de la historia. Me ha tocado ser campeón varias veces, estar en clásicos históricos como el del 5-0, el de la gallina, que el hincha lo considera histórico, clásicos que se dieron vuelta, el que tiran la camiseta. Por eso me considero parte de la historia, por la cantidad de clásicos importantes que me ha tocado estar, que me han quedado grabados. Pero no hay nada más importante que por copas levantadas, que es lo que demanda el club y he sabido ser parte de eso. Creo que es muy importante pero no me siento histórico como esos que nombré. Esos jugadores marcaron una historia riquísima con el Quinquenio. Para mi, siendo adolescente, fue algo histórico e imborrable de mi mente. Haber podido compartir vestuario con ellos, con gente tan importante, es algo que me va quedar para toda la vida. Ojalá pueda conseguir lo mismo que ellos. Soy un hincha que tuve y tengo la suerte de jugar en el club que amo. En el que antes cuando lo veía, sufría y me alegraba; me hace entender siempre al hincha».

¿Sentís que cambiaste la forma de jugar? ¿Ahora jugás de otra forma a cuando eras más joven?

»Sí, un poco ha cambiado. En la época que jugué en Peñarol, jugabamos 4-3-3 y estaba de puntero derecho sin obligación de marca o volver para marcar. Siempre estabas con la frescura de atacar y no tanto de defender. Luego, en Europa, el sistema de juego se me fue cambiando. Jugaba de volante por afuera y tenés que volver a ayudar un poco más en la marca. Es verdad que con Gregorio supe jugar por afuera y marcar, pero no era la obligación, sino tener aire para atacar. Fueron cosas que tuve que cambiar porque el fútbol evoluciona. Mi juego siempre fue de mitad de cancha hacia adelante y hoy, el jugador que no corre, no juega. Eso se lo he dicho a jugadores que juegan en mi posición como Canobbio, Brian, Pellistri o Nacho -que tiene algo más de experiencia- y a otros jóvenes, que eso en Europa te lo exigen y es importantisimo para el equipo. Después, siempre fue el mismo; disfruto más de hacer un pase, una asistencia que un gol, porque mí juego es así. El año pasado quedé muy satisfecho, aunque hice menos goles que en el 2017, fui uno de los jugadores con más asistencias del Campeonato Uruguayo, con 14 o 15 asistencias y me dejó muy conforme. Este año, por diferentes motivos, me ha tocado jugar un poco menos pero con la pretemporada que hice a mitad de año, sé que voy a tener más minutos, me siento mucho mejor para tomar decisiones, en velocidad y todo eso; se irá viendo a medida que vayan pasando estos partidos del Clausura. He tenido la suerte, el físico o el privilegio, no sé, de no perder la velocidad. Mi fuerte siempre fue ese y pese a la edad que tengo no siento que me esté pesando. Creo que la velocidad es mi fuerte y gracias a Dios, por mi manera de vivir y por el físico privilegiado, la sigo manteniendo. A veces me comparo con marcadores más jóvenes que yo y uno puede irles en velocidad y eso me hace ver que en ese sentido sigo intacto».

Ya que mencionás el tema de la edad, ¿pensás en el retiro o es algo que sentís lejano?

»Ni lo pienso. Siempre fui muy mesurado con las críticas y con los halagos, con los pies bien sobre la tierra. Nunca me creí un fenómeno, porque nunca lo fui, pero tampoco pienso que soy un desastre y que estoy cerca del retiro. Las críticas me hacen más fuerte y mejorar. Escucho las críticas, las analizo e intento mejorar, tratando de crecer. No me va a hacer retirar nadie. Eso será el día que yo vea que no me da. Sé que el futbolista tiene altos y bajos, a veces tiene buenos y malos momentos, incluso hasta en poco tiempo. Podés arrancar un Clausura espectacular y el mismo torneo, terminarlo mal. Es muy difícil mantener un nivel durante mucho tiempo, pero lo he conseguido en muchos años de mi carrera. Últimamente he pasado por altibajos y creo que solo es eso, buenos y malos momentos. Creo que he ido mejorando en lo físico por la pretemporada y las nanas se han ido. No soy un jugador que se lesione mucho, casi siempre estoy a la orden. No pienso, no se me pasa por la cabeza el retiro porque sé que me queda mucho para dar y bueno, voy a aprovechar lo que más pueda. Sí cuando me retire será por una sensación mía, de que sienta que no me da o no puedo».

¿Cómo evaluás las etapas que tuviste en Peñarol? ¿Qué aprendiste de todos los DT que te tocaron? 

»Mis etapas las evalúo positivas porque todas las veces que volví a Peñarol fui campeón. De los entrenadores siempre aprendés algo, siempre. Pero si hay alguien que fue técnico, padre y todo, es Gregorio. Lo tengo allá arriba. Fue el entrenador que confió por primera vez en mi en Peñarol, fue el que me llevó, el que me quiso, me trató como un padre. Me aconsejaba de la misma manera en Los Aromos al igual que cuando llegaba a mi casa y lo hacía mi papá o mi mamá. Gregorio es un crack de la vida, ganador nato, un ser humano como pocos que aparte de ser entrenador, es educador. Un respeto increíble hacia el jugador, la persona. Quiere al club como pocos. Solo palabras maravillosas tengo para él. Los jóvenes que tuvimos la suerte teniendo un entrenador así, con 19 años y con todo lo que eso implica para el futuro de un juvenil, es maravilloso. Quizá hoy los jóvenes vean así al Memo. Su humildad, su manera de hablarles. Pero en mi caso, lo que generó Gregorio Pérez en mi carrera, es lo máximo. Tuve a Diego Aguirre, otro ganador nato. Histórico en el club que siempre quiere lo mejor y que esté en lo más alto. Lo mismo Leo, Matosas, Saralegui, de todos aprendés muchísimo. En ese sentido, estoy muy agradecido con todos los técnicos que tuve. Con el Polilla lo mismo. Salimos campeones y luego en Arabia también lo fuimos. Eso es importante, poder salir campeón. Los dos años que compartí con él ganamos títulos y es importante para un jugador. Tener la confianza de un entrenador para llevarte y a un país tan diferente como Arabia y poder salir campeón allá, es importantisimo. Supe convivir con él y su familia. En general, siempre tengo muy buena relación con los entrenadores, juegue o no juegue. Porque si hay algo que aprendí, es que ningún entrenador quiere perder. Si no jugás no es que sea malo contigo, aunque no tengas mucha relación con él, si le servís al equipo, te pone igual, porque el DT quiere que el club gane. Eso también va en la mentalidad del jugador y lo he respetado hasta el día de hoy. El entrenador no te pone por cómo se lleva contigo, te pone por tu rendimiento. Le pueden errar, como cualquiera, pero quieren lo mejor para el equipo. Siempre lo canalicé así, por eso tuve gran relación con los entrenadores que tuve».

Supiste salir campeón, ganar clásicos, ser referente, hasta cantar en el Campéon del Siglo. ¿Te queda algún sueño más por cumplir en Peñarol?

»Seguir levantando copas es lo único que anhelo. Si supieran lo que es mi vida cuando Peñarol gana y cuando pierde… Es como el blanco y el negro. Si Peñarol gana estoy feliz, alegre. Me cambia la semana, el día, el estado de ánimo. Muchos compañeros, familiares, mi psicóloga incluso, me dicen que tengo que reflexionarlo porque no puede ser que mi estado de ánimo lo determine un resultado deportivo. Pero sí. Si me decís un sueño que me hubiese encantado que se concrete fue en el 2011. Me hubiese encantado concretar algo internacional en Peñarol. Sé que se puede, estoy convencido. Más con un trabajo como el que viene haciendo el club. Sino seguir levantando copas que es lo que la gente quiere, que Peñarol salga campeón. Al hincha, poco le importa que vendan a fulano o el sueldo de aquel, la gente quiere que Peñarol levante copas. Mi sueño es ese, poder seguir haciendo feliz al hincha».