Hasta que llegó el milagro faltando apenas dos segundos para bajar el telón. El cabezazo de Viera, toque adentro de Villar, la filtración por la izquierda de Aguirre dejando en el camino a los marcadores centrales del América, el medo giro y el zurdazo clásico, cruzado, a media altura, buscando el palo más lejano. Toda la vibración, la belleza, el fútbol en su máximo esplendor que habíamos esperado en vano durante 119 minutos estaba ahí. En esa red que se sacudía a espaldas de Falcioni. En la explosión inenarrable del gol. En el maravilloso festejo de la victoria. El Gráfico

América esperaba el pitazo final para festejar. Pero, como dice el sabio refranero popular del fútbol, los partidos se acaban cuando se acaban. Y en la última jugada del partido, Diego Aguirre recibió la pelota junto a la línea del área de las 18 por la parte izquierda, enganchó hacia adentro, hizo una diagonal hacia el arco y mandó un remate de zurda, cruzado, que venció al arquero del América Julio César Falcioni. Fue gol de Peñarol, que ganó 1-0 y se proclamó campeón de la Copa Libertadores por quinta y última vez hasta ahora. Y fue, sin ninguna duda, el drama más grande en la historia del América de Cali. El Tiempo

No puede haber peñarolense que no haya vibrado con aquel segundo mortal y definitivo ante el América de Cali en 1987, cuando la Copa Libertadores parecía que se escabullía de las manos, hasta que apareció La Fiera, y de un zarpazo le hizo una nueva muesca a la gloria. Fue la cúspide para Diego Aguirre con la aurinegra. Observa

En el tablero el reloj indica que quedan diez segundos. «Las voces del público colombiano podían escucharse desde la cancha. Estaban haciendo en voz alta la cuenta regresiva de los segundos que faltaban para festejar el título. Diez, nueve, ocho…», rememora Diego, que confiesa que aunque era una empresa muy difícil, no quería bajar los brazos y darla por perdida. Cuando el botín izquierdo de «La Fiera» hizo impacto en la pelota y ésta salió como un misil hacia el arco de Falcioni, los corazones se paralizaron por un instante. No quedaba más tiempo, la cuenta regresiva había finalizado, la pelota inflaba la red, la hazaña se había consumado. Diego corrió sin saber bien lo que había sucedido. «Sabía que éramos campeones, que en un segundo la historia se había dado vuelta y el festejo era nuestro. Corrí sin darme cuenta realmente de lo que había hecho. Tiempo después uno comprende la dimensión de ese gol y de esa victoria». Taringa

Porque todo cambió en menos de un segundo. El tiempo que tardó la pelota en partir del empeine izquierdo de Diego Aguirre y sacudir la red del arco de Falcioni. En ese instante, el reloj electrónico en lo alto del estadio señalaba que se habían jugado sin descuento, 14 minutos y 58 segundos del período final del alargue. Apenas un minuto antes, o menos, los suplentes del América, enfundados en sus buzos de color rojo intenso, pugnaban por meterse en el campo de juego a festejar la Copa que era suya, que no podía tener otro destino que una vitrina de la ciudad de Cali. Los uruguayos refugiados en sus buzos amarillos, todavía se lamentaban de la oportunidad perdida por centímetros, cuando el remate cruzado desde la izquierda por Jorge Milton Villar se fue junto al palo izquierdo de Falcioni, sin que la estirada de Ricardo Viera llegara a desviarlo hacia la red. Esa acción había paralizado todos los corazones ante la inminencia del gol uruguayo. El Gráfico

Son las cosas increíbles o mágicas que tiene el fútbol. Cuando parece que está todo perdido, se gana todo (…) Fue la cosa más linda que me tocó vivir en una cancha de fútbol por lo agónico, por lo emocionante, por lo importante: ¡fue la quinta Copa Libertadores para Peñarol! Aguirre a El Tiempo

«Ese gol forma parte de mi vida. Veintiún años después sigue para mí vigente y es la gente quien no deja que lo olvide jamás, porque la gente siempre lo recuerda. Ese gol lo revivirán mis hijos y mis nietos… sí, definitivamente forma parte de mi vida». Taringa

La lógica más pura, el razonamiento más objetivo y desapasionado, me indicaban que no podía existir en el mundo un equipo de fútbol que todavía guardara en su alma y en sus músculos, en su corazón y en sus tobillos, en su mente y en sus fibras nerviosas; ese resto de lucidez, fervor, energía, entereza y potencia capaz de producir el milagro en el escazo tiempo que faltaba. El Gráfico

Es algo que se hace por intuición, no te da el tiempo de pensar y menos a los 120 minutos de juego, cuando ya estás agotado, no razonas bien… Lo hacés por instinto. Te sale por las condiciones y el momento y cuando reaccionas, el gol ya fue. Aguirre a El Tiempo

Repaso lo ocurrido, vuelvo a vivirlo y reafirmo el concepto inicial: el fútbol es único. Pero a la sentencia le falta un cierre que la perfeccione y le otorgue justicia: Peñarol también es único. El Gráfico