Desde ayer a la tarde, apenas finalizado el partido clásico que Peñarol le ganó de forma merecida a Nacional, hemos visto una oleada de llantos y pataleos del tradicional rival. Eso no nos sorprende ni nos extraña, pero el proceder de la prensa, sí.

Y no hablamos de abrir micrófonos de forma libre para que los perdedores desfilen por cuanto programa radial exista, algo que ya de por sí es cuestionable, sino que hablamos de comentarios y protestas injustificadas, inaceptables para personas que se supone, cuentan con cierta formación.

Desde ayer los escuchamos hablar de arbitrajes y no de la notoria superioridad aurinegra. En concreto, lo que parte de la prensa especializada (¿especializada?) de nuestro país protesta (como si se sintieran afectados de forma directa) son dos penales en favor de Nacional (que no existieron, de acuerdo a la nueva reglamentación), una invasión de área en el penal que deriva en el tercer gol aurinegro (que no es para nada escandalosa y además, es compartida con un defensor tricolor) y algunos, los más extremistas, reclaman tarjetas para distintos futbolistas de Peñarol. No tienen razón en nada de lo que piden.

Pero esto no es todo sino que además, el mismo sector «especializado» de nuestro país, omite (no sabemos si por desconocimiento o por mala fe, aunque se intuye la respuesta) repasar con el mismo énfasis aquellas jugadas en las cuales Peñarol se ve claramente perjudicado. De hecho, son más claras y más incidentes que las que protestan los vencidos: el penal de Piquerez es inexistente por la posición del brazo y el de Formiliano no aplica porque la pelota pega antes en el muslo.

La vergüenza es poca y el circo es grande, por eso tampoco es de extrañar que nada se diga de las siguientes jugadas:

  • Amarilla no sacada a Ayrton Cougo en el primer tiempo, por falta a Facundo Torres. Con sus antecedentes, pagaba 1.05 su tarjeta roja. Fue amonestado recién sobre el final por una protesta.
  • Roja no sacada a Gonzalo Castro, por una plancha criminal a Gary Kagelmacher.
  • Adelantamiento grosero de Castro en la jugada del segundo gol. Antes de la reanudación del juego, ya estaba metido en campo de Peñarol por varios metros.
  • Roja no sacada a Alfonso Trezza, que cortó un contragolpe teniendo amarilla.
  • Roja no sacada a Mathías Laborda, por bajar a Torres en el área, teniendo amarilla, cuando éste enfilaba hacia el arco.
  • El adelantamiento de Nahuelpan en el penal, es acompañado por un jugador de Nacional. Más allá de que es una jugada que se cobra 1 de 100 y que fue por un paso, la protesta no es certera. Debió repetirse el penal, sí, pero jamás anularse.

Lo mismo sucedió en la final de 2018, cuando se instaló que Nacional había sido perjudicado notoriamente por el offside de Carlos Rodríguez en el gol, sin tomar en cuenta que antes debían haber sido expulsados Cristian Oliva, Santiago Romero y Gonzalo Bergessio. Detalles.

Ahora veamos un caso más que particular: la tapa de Ovación. Recordemos por ejemplo lo que titulaba el suplemento deportivo el 10 de noviembre de 2014, después de un triunfo de Nacional donde, reconocido por ellos, el partido lo gana el árbitro. Han habido otros, varios, pero el fin de esta columna no es protestar, sino demostrar. Y no hay mejor prueba que aquella donde el beneficiado reconoce la ayuda externa.

En aquel momento, la tapa de Ovación evita en todo momento hablar de fallos arbitrales. Puede estar bien o mal, se puede preferir hablar de una cosa o la otra, pero el error es la doble vara. O mejor dicho, no es un error, no para quienes tienen que cumplir funciones serviles a los intereses de terceros. Lo que sí demuestra es mala intención. Y la doble vara la vemos más clara que nunca con la tapa de hoy. Después de un triunfo más que merecido de Peñarol, después de quedarse con el primer triunfo clásico en la historia del Campeón del Siglo, la tapa del diario El País dice que «Peñarol ganó con polémica». ¿Qué polémica? La que inventan ellos.

Pero como no bastaba con esto, también titulan la nota que habla del partido con el título «Peñarol y un triunfo clásico tan histórico como injusto». No es necesario ser ningún iluminado para leer las intenciones de quienes escriben en el mencionado suplemento.

Otro hecho que llamó la atención es ver a periodistas que generalmente de tribunas no saben nada, hablar de quiénes estaban, quiénes no estaban, quiénes podían o quiénes no podían estar en la tribuna. Por si fuera poco, también juzgan lo que hicieron, si cantaron o no cantaron, o si se comieron un pancho o se tomaron un refresco. Pero acá el problema es doble, porque no solo apuntan con notoria mala intención y omisión de antecedentes, sino que además hablan desde el total desconocimiento.

Empecemos por lo primero, los antecedentes. No precisamos irnos muy atrás en el tiempo, ya que en agosto de este mismo año, en pandemia, con estadio a puertas cerradas y Nacional oficiando de local, los equipos fueron recibidos con pirotecnia y banderas por parte de ambas hinchadas. Lógicamente, al ser local Nacional contó con dos tribunas, la Colombes y la Olímpica. Ingresó gente, tiró fuegos artificiales, afectó la imagen televisiva y nadie de Peñarol denunció ni protestó, tampoco se escuchó mucho reclamo por parte del periodismo. Hoy, con Peñarol local y un fantástico recibimiento que elevó la calidad del producto televisivo (para quienes les gusta hablar de productos y juzgar solo ingresos sin pasiones, algo que no comparto pero no es el momento de encarar), el periodismo hace fila para atacar a quienes dedican gran parte de su tiempo para que la hinchada de Peñarol siga siendo la mejor del país, aún en tiempos de pandemia.

Pero dije que no solo hablaban con mala fe sino también desde el desconocimiento, y tristemente, así es. Porque las personas autorizadas a ingresar a las tribunas se mantuvieron dentro del recinto a pedido de las autoridades, quienes consideraron que era lo mejor para la seguridad de los presentes. ¿Qué dirán ahora los militantes del micrófono?

Como hinchas de Peñarol, debemos entender que la defensa del Club es diaria y no solo durante 90 minutos el fin de semana. Es responsabilidad nuestra identificar a aquellos periodistas neutrales que en realidad no lo son y lo que menos hacen es informar de forma transparente. Lo primero es dejar de consumir diarios y programas deportivos que tengan como único fin seguir ensuciando la cancha de forma descarada. Siempre fuimos mayoría, no nos corresponde tolerar las payasescas actuaciones de la minoría.