Peñarol perdió 3 a 2 ante Palmeiras en un partido electrizante que tuvo DE TODO. Escandaloso final debido al arbitraje del ecuatoriano, quien había agregado 5 minutos de descuentos pero después hizo jugar 5 más. Un robo y nuevamente nos hacen un gol teniendo superioridad numérica. Mucha bronca e impotencia.

El conjunto de Leo Ramos hizo un primer tiempo casi perfecto. Bien parado, solido, y con mucha presencia, el Decano se puso en ventaja con cabezazo de Cachila Arias.

Inmediatamente, Junior tuvo un mano a mano tras pelota filtrada que casi se convierte en el segundo tanto de la noche. Nos fuimos al descanso siendo justos vencedores parciales, y con 45 minutos por delante que sabíamos que iban a ser durísimos.

En un partido de estos hay cosas que no te pueden pasar, y que te lo den vuelta saliendo del vestuario es inadmisible. Peñarol ganaba 1 a 0 a los 45 y perdía 2 a 1 a los 50. El segundo tanto fue tras un grosero error arbitral. El arbitró consideró que la pelota se le iba al Cebolla, cuando claramente era para nosotros. Por si fuera poco, minutos después el local tuvo un penal, pero afortunadamente lo erraron. Increíblemente también estrellaron un remate en el travesaño con el arco libre.

A partir de ahí, Peñarol volvió a crecer, y encontró el empate por intermedio de Gastón Rodríguez, quien capturó un rebote en el área y aseguró el empate. Era 2 a 2 y podía ser para cualquiera. En los últimos minutos el partido se tornó de ida y vuelta. Lo tuvieron ellos y lo tuvimos nosotros.

Llegamos al tiempo de descuento y el árbitro adicionó 5 minutos. Se llegaron a jugar al menos dos y medio, cuando expulsaron a su capitán y eso hizo que se demoraran las acciones.

El juez decidió adicionar vaya uno a saber cuántos más, quizás hasta que lo ganara Palmeiras, y dicho y hecho, a los 99 minutos llegó el gol brasileño. Un corner, y un cabezazo que entra en el lugar más imposible de todos, entre el jugador y el palo.

Insólito e increíble: nuevamente nos convierten en la hora y teniendo Peñarol superioridad numérica. De no creer como se nos escapa este punto. Dirigentes, déjense de romper las pelotas con la chiquita, y hagan algo de una vez.