Por una pequeña puerta, en la esquina de Galicia y Minas, se entra a un mundo casi desconocido: el boxeo de Peñarol. El gimnasio, al que se llega tras recorrer un pasillo y bajar una escalera, tiene lo necesario: seis sacos, cuatro peras, incluso una pera loca, un ring, espejos varios, pesas, bicicleta y otros aparatos de musculación, además de vestuarios con agua caliente. Allí se entrenan más de 150 boxeadores (amateurs y profesionales, entre las que está Chris Namus) bajo la supervisión única de Ramón Barrero.

El gimnasio está inundado en dos colores: el amarillo y el negro. Las cuerdas del ring, líneas en las paredes, dos escudos pintados, todo se identifica con Peñarol. De las 15 personas que entrenaban en ese momento, más de la mitad vestían una remera carbonera. Barrero, si bien les provee toda la equipación necesaria para pelear, está en plena búsqueda de indumentaria para sus muchachos.

En una pared, sobre un gran espejo, aparece una frase pintada, que resume el pensar de varios boxeadores: «Los Boxeadores no nacen, se hacen». De manera casi frontal a esto, iluminado por una fuerte luz que pasa permanentemente prendida, se lee: «Club Atlético Peñarol, Box».

Al ver las caras de los deportistas quedan clarísimos dos conceptos: allí nadie va a perder el tiempo y el entrenamiento del boxeo es arduo. Los gestos y el sudor denotan un cansancio físico que parece exceder los parámetros normales; observarlos seguir entrenando a pesar de ello, solo puede ser comprendido si se comparte la pasión por este deporte de combate.

También es llamativa la capacidad de Barrero para coordinar, de manera solitaria, los diferentes trabajo y ejercicios de todos los deportistas que pasan por el gimnasio a lo largo de la semana. Apenas con un cronómetro que le cuelga a la altura de su pecho, el entrenador ordena aquí y allá ayudado de su inagotable vozarrón. Todos le hacen caso claro; muchísimos llegaron a Peñarol por él.

Así es el mundo en el boxeo carbonero. Un deporte tan menor en el país como en la institución pero que, gracias al pulmón de unos pocos, suma adherentes día a día.