La historia de Peñarol es rica y atrapante desde el 28 de setiembre de 1891. Un club decidió poner en duda, sin pruebas, los orígenes de la entidad decana. Durante años la dirigencia carbonera optó por no recoger el guante y las inexactitudes contadas por el viejo rival tomaron fuerza. Ya es hora de que la institución de pelea oficial ante los agravios permanentes.

En la temporada 1938, Peñarol lograba un inédito tetracampeonato uruguayo, y lo que era alegría en filas de la institución de las once estrellas, generaba el sentimiento contrario en el club albo. Desde un espacio radial partidario (conducido por Cabral Gurmendez), los tricolores comenzaron con una predica llena de errores históricos sobre la fundación de Peñarol. Era época electoral en tiendas parquenses y desde los micrófonos se instaba a que el candidato que no cuestionara la historia mirasol, no podía gobernar al club bolso.

La dirigencia carbonera no tomó muy en serio los cuestionamientos sobre la historia que se hacían desde la vereda de enfrente. Claro, desde el punto de vista fáctico, todo lo que se vociferaba por parte del viejo rival, no podía ser comprobado. Pero el germen de la distorsión de la realidad comenzaba a propagarse como el Covid-19.

Pasaron los años y la abrumadora superioridad aurinegra generó que una sana rivalidad deportiva pasara a ser algo más: parecía que el éxito de Peñarol generaba traumas irreparables. Pasaron los años y en julio de 1991 se confeccionó el Informe de la Comisión del Decanato, firmado en exclusividad por el Dr. Enrique Tarigo (raro que otros juristas nacionalófilos no lo firmaran). Se avecinaban los 100 años del Club Atlético Peñarol y nuestro rival intentaba instalar su versión equivocada de la historia.

Los esfuerzos nobles de historiadores como José Carlos Domínguez, Esc. Daniel Quintana, Arq. Enrique Benech, Obdulio Mena, entre otros por no dejar que se falseara la verdad, chocaban contra la falta de visión de grandes dirigentes de la época. “Que ellos estudien historia, nosotros ganamos campeonatos”, fue la frase que un gran presidente le dijo al inefable José Carlos, gran error.

Así durante años se dejó crecer la inexactitud histórica, nuestros rivales llenaron diarios, radios, portales, redes sociales y canales de información errónea. Peñarol vio con pasividad como la prensa era presionada, como la web de la Asociación Uruguaya de Fútbol quitaba las fechas de fundación, incluso que un club cambiara su saludo el día que el decano obtuvo el Campeonato Uruguayo 52.

Hubo esfuerzos individuales de gran valor, libros como «1891: La Fundación. Porqué Peñarol es el Decano social, ética y jurídicamente», «Peñarol la transición de 1913 y la cuestión del decanato», «Peñarol el comienzo de la gloria», entre otros. Publicaciones que contribuyeron y contribuyen a demostrar que la historia es una sola, que el viejo cuadro del pueblo surgió el 28 de setiembre de 1891.

También hubo dirigentes consustanciados con la causa y que participaron directamente en la lucha por la verdad: Rodolfo Catino, Carlos Scherschener, Ignacio Ruglio, Gastón Diz participaron en una comisión para la creación y distribución de un librillo argumentativo sobre la historia mirasol.

Pero el compromiso institucional y dirigencial debe ser mayor. En este año electoral, el socio debe exigir mayor compromiso del club con la defensa de la historia. Este compromiso creció en los últimos años, pero debe superarse. No se puede tolerar el continuo agravio a la institución. Los dirigentes del club deben saber que tienen un deber que está por encima de las rencillas político-personales, “debe ser cuestión de estado” defender a Peñarol.

Ese será el verdadero #TodosJuntos.