Hoy más temprano, mi amiga y compañera de página, Macarena Aguerre, escribió una columna de opinión, con la que estuve – y estoy – de acuerdo que se suba. No comparto en algunos puntos de lo expresado, y dada la repercusión que tuvo la misma, me parece propicio dejar plasmadas ambas ideas.

El clásico del Apertura cayó, por sorteo, en la fecha 4. La misma está programada para el 7 y 8 de marzo, y de inmediato surgieron algunas problemáticas: el lugar y la fecha de disputa del encuentro entre Peñarol y Nacional. La presentación de la banda Maroon 5 en el Estadio Centenario el 10/3, impide que el cotejo se juegue en ese recinto. Las obras que comenzaron a realizarse hace pocas semanas en el Parque Central, también lo descartan de las posibilidades. A su vez, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y su multitudinaria marcha que convoca anualmente a centenas de miles de mujeres en la avenida principal de Montevideo, pone un manto de dudas respecto a la seguridad.

El lugar a disputarse, no es problema de Peñarol. Y como ya expresé en una columna anterior, el tradicional rival tampoco merece ninguna ayuda que podamos brindarle. Que se arreglen como puedan. Quince años después de la reinauguración de su cancha, todavía no pudieron dejarla en condiciones para llevar a Peñarol a jugar allí, y por lo tanto son el único culpable de esa situación. El último clásico en el Parque Central se jugó en 1929, y ahora les vino de repente el supuesto interés de fijar el encuentro en dicho estadio en esta temporada. Puras excusas para que Peñarol acepte trocar la localía y ahorrarse un problema gigante: jugar 3 días después de un viaje a Lima, y no saber qué hacer con la fijación.

Con respecto al Día Internacional de la Mujer, no es mi intención decirles a qué hora y dónde tienen que marchar, cómo manifestar sus ideales ni a qué evento concurrir el 8 de marzo. Tampoco hacerme el aliado. No me corresponde, no me interesa, y sé que tampoco pretenden que lo seamos. Dicho esto, me parece que no hay argumentos que motiven la suspensión de un partido de fútbol. Se han jugado partidos toda la vida el 8 de marzo, y también en días que coexistieron con conmemoraciones multitudinarias como la Marcha del Silencio, la Marcha de los Mártires Estudiantiles, entre otras tantas manifestaciones populares. Se han disputado clásicos en el Día de la Madre y del Padre. Incluso más atrás en el tiempo, Peñarol se consagró campeón en Navidad.

El único motivo que veo como válido para mover la fecha, es el tema seguridad, por la cercanía del Centenario con la Avenida 18 de Julio, pero al no poder disputarse el clásico allí, ya no corre.

Alrededor del mundo se disputan partidos en todas las ligas de fútbol, y de mayor relevancia incluso que nuestro devaluado clásico. Por poner un ejemplo, el Manchester City y el Manchester United jugarán ese domingo a las 13:30 horas por la fecha 29 de la Premier League inglesa. Esa misma noche en el Antel Arena, se presentarán los Backstreet Boys ante más de 10.000 personas, pero a nadie parece importarle.

A quienes les sirve correr la fecha es a Nacional, a la Asociación Uruguaya de Fútbol – para no comprarse un problema con los tricolores -, y al nuevo Ministerio del Interior, que asume una semana antes. De no existir el problema de la fijación del escenario, nada pasaría. Si no era Peñarol – Nacional, iban a ser 5 partidos por el Uruguayo, como sucede todos los domingos del año durante la temporada futbolística.

Siempre primero Peñarol, y después el resto. Que se realice la marcha por el Día Internacional de la Mujer, y que se juegue el clásico el día que está fijado, como en cualquier país normal. Se puede fijar el clásico a las 14 o 15 horas, y la manifestación a las 18 o 19, como sucede siempre. Las autoridades deben dar las garantías necesarias para que se realicen ambas cosas, y esto no depende ni de las mujeres, ni de Peñarol.

Poner en condiciones una cancha después de 15 años, tampoco.