Del famoso «listo, hasta acá», y la amenaza de Nacional de retirarse del campeonato, pasó menos de un año. En aquella ocasión, realizamos una columna, advirtiendo que el famoso grito de guerra de «sistema», el preferido de los hinchas tricolores, no tenía justificativo y era solo una manera de desvirtuar el campeonato. Por supuesto, lograron su cometido. Las presiones en los árbitros cuando les tocaba dirigir a ambos grandes fueron notorias, y perjudicaron a Peñarol en la recta final.

Recordemos la roja sacada a Giovanni González en el Paladino, por parte de Christian Ferreyra, por una jugada que no era ni amarilla, o el paupérrimo arbitraje de Claudia Umpierrez frente a Cerro Largo en la última fecha. Imposible olvidar tampoco el penal no cobrado tras falta a Estoyanoff, en la final ante Nacional. Esta vez fue Andrés Cunha -¿cuándo no?- quien observó la clara infracción en el tan solicitado VAR, e igualmente eligió dejar seguir.

El año pasado publicamos los siguientes videos, demostrando que el beneficio a Peñarol por parte de los arbitrajes, en el periodo 2017-2019, no era tal:

Hoy en día, siguen resonando aquellos manijazos en los que gran parte de la prensa colaboró. Fecha a fecha se vislumbran los coletazos de aquel llanto colectivo, y todos parecen hacer caso omiso a la situación. A los fallos contra Peñarol y a favor de Nacional, esta fecha se le sumaron los arbitrajes perjudicando a Rentistas y Wanderers, que compartían la punta del campeonato con los tricolores.

En el medio, una ¿amenaza? de Alejandro Balbi, histórico dirigente de Nacional y de la Asociación Uruguaya de Fútbol hacia el árbitro Leodán González, diciéndole que si seguía así, iba a dirigir la Liga de Tala. El mismo juez que en la tarde de ayer colaboró para allanarle el camino a la institución alba.

En la prensa, nada de nada. Ya no se hacen estadísticas de fallos a favor y en contra. No se menciona en ningún programa, que los tricolores deberían tener varios puntos menos por méritos propios. Los equipos rivales no hacen tanto pamento como el semestre pasado, dejándose llevar por las manijas externas, cuando no estaba sucediendo absolutamente nada. No se escuchan los gritos de los directores técnicos y jugadores de clubes menores cuando son perjudicados en el Parque Central, de la misma forma que se expresan en el Campeón del Siglo, cuando ni siquiera tienen razón.

El trabajo se realizó a la perfección. Nada para decirle a los dirigentes tricolores, ya que su trabajo benefició a su club. El modus operandi favorito de la segunda institución más grande del país, surtió efecto. El problema surge cuando sus hinchas realmente compran esa teoría conspirativa y paranoica, de que un sistema está operando contra ellos, cuando durante todo el siglo XXI -por lo menos-, han sido por lejos los más beneficiados. Peor es cuando los demás clubes se suben a ese carro de hacerles el juego. Y lo más grave se observa en el silencio de los dirigentes de Peñarol, que se han dejado pasar por arriba todo este tiempo, permitiendo que Nacional consiga siempre lo que quiere mediante llantos y pataleos insólitos.

Deportivamente lo de Peñarol ha sido muy malo, eso no hay ni que aclararlo. Pero Nacional tampoco ha sido una luz y ha ganado una enorme cantidad de puntos siendo beneficiado por los jueces, que les tiembla la mano antes de cobrarles algo, debido a todo el escándalo que hicieron anteriormente, y eso se ve reflejado en la tabla.

Este es el resumen de lo que va del Apertura 2020:

A despertar.