El domingo 17 de noviembre, Peñarol enfrentaba a Nacional en el Estadio Centenario, por la duodécima fecha del Torneo Clausura 2019. Del otro lado de la Cordillera de Los Andes, Cristián Aldayuz, Victor Moya, Luis Ite y Cristopher Sandoval, integrantes de la peña oficial de Peñarol en Chile, iniciaban el día sábado, un viaje lleno de obstáculos para poder estar junto al aurinegro en la tribuna. Padre y Decano habló con uno de ellos, Cristián Aldayuz, quien nos contó todos los detalles de esta travesía.

Esta historia comenzó el día después de que le ganamos a River Plate 1 a 0. Yo soy el presidente de la Peña Chile, y junto a 3 amigos chilenos, que han ido 2 veces este año a ver al manya, decidimos viajar al clásico. La situación en Chile es compleja, y aún así arriesgamos, sabiendo todo lo que podía pasar. El pasaje directo de Santiago a Montevideo costaba 3 veces más de lo normal, y por esa razón buscamos un plan B.

La idea era salir el sábado rumbo a Buenos Aires en el vuelo de las 14 hs y luego embarcarnos en el Buquebus de las 19 hs rumbo a Colonia.  Nada de eso pasó. El vuelo fue cancelado, y reprogramado para las 16.30. Llegamos a Buenos Aires a las 18.15 y perdimos el barco que nos iba a trasladar hasta Uruguay. Así también, perdimos la reserva de Rentacar y el hotel en Montevideo.

Tuvimos que pasar la noche del sábado en Buenos Aires. Al día siguiente, nos paramos a las 7.30 en las oficinas de Buquebus, para ver la posibilidad de cruzar en el barco de las 08;30 (el próximo tenia salida a las 12:30). La agencia nos solicitó esperar para ver la cantidad de personas que viajarían, y 15 minutos antes de partir nos comunicaron que no había espacio para nosotros. Nos queríamos matar, fue angustiante. Ahí hablamos con un superior y explicamos la situación, de que en el cruce de las 12.30 no llegábamos al clásico. El capitán autorizó el viaje sentados en el piso, como excepción a lo vivido. Ahí pensamos que todo quedaba atrás.

Al llegar a Colonia, la persona del RentaCar no nos atendió el teléfono, y los demás locales no contaban con vehículos disponibles para alquilar. Ya eran las 11 de la mañana, y solo 5 horas quedaban para el inicio. Estábamos cansados, angustiados y tristes. El esfuerzo nuestro era el máximo, pero no encontrábamos soluciones. Los ómnibus en la terminal estaban programados para salir a las 13 hs hacia Montevideo, no nos servían.

Los cuatro nos miramos y dijimos: «ya estamos en esto, no podemos fallar». Hablamos con un taxista, y nos ofreció amablemente llevarnos hasta Montevideo, por la módica suma de USD 180. Así fue como llegamos directo a almorzar junto a unos amigos, en el barrio en donde crecimos (Belverdere), y poder partir al Estadio. Luego de un gran almuerzo y momentos de anécdotas (como cuando viajamos al clásico del bicampeonato, con la cancha en mal estado y la lluvia que por poco suspendía el partido) nos fuimos al Centenario, no sin antes pasar por las entradas, que un gran amigo nuestro nos compró. Ingresamos 1 hora y media antes; ahí nos miramos y dijimos «ya está… todo lo malo valió la pena». El resultado final fue un 0 a 0, pero nosotros nos sentimos ganadores. Corrimos y metimos como Peñarol lo hace en la cancha.

Después del término del encuentro, volvimos a Colonia en bondi. Disfrutamos de unas cervezas y unas pizzas, antes de ir a dormir y descansar. Hoy lunes, el Buquebus partió a las 10 de la mañana rumbo a Buenos Aires. A esta hora, mientras hablo contigo, estamos esperando el vuelo para regresar a Santiago de Chile. Sufrimos y nos angustiamos, pero no hay nada más emotivo que ver jugar a Peñarol. Dos de los viajeros chilenos, estuvieron en el CDS cuando le ganamos a Cerro con ese gol de Lucas Viatri en la hora, y ahí entendieron lo que es el amor por Peñarol. Aún no llegamos a nuestras casas, y ya estamos viendo si hay finales, o si vamos contra Cerro Largo.

Un saludo para todo el pueblo carbonero, de Cristián Aldayuz.