Para que la fiesta sea completa, además del partido y de la premiación a las glorias, tiene que haber espectáculo. Y así fue, con dos tandas espectaculares de fuegos artificiales y un show de rayos láser donde se proyectaron en paneles blancos los diferentes rostros de los jugadores más importantes que pasaron por el club, al compás de las canciones que componen el disco de «Juntagargantas». También se entonó el himno de la institución y el himno del campeón del siglo.

Se apagaron las luces del estadio, y entonces, con bengalas se iluminaron las tribunas y se proyectaron en las pantallas (se montó en la Ámsterdam una especial) una película que resumía la historia de Peñarol desde sus orígenes. Se repasaron los títulos y los goles más importantes de la historia, con sus relatos originales. Los más veteranos tuvieron la posibilidad de volver a gritar esos goles, y los más jóvenes, los gritaron por primera vez con toda la hinchada de Peñarol.

El momento más sublime de la noche llegó cuando la bandera de Peñarol se izó en el mástil de la Torre de los Homenajes, mientras un blandengue acompañaba con el clarín la ceremonia. La torre, adornada con una larga bandera con el número 120, lució en la noche del 28 de setiembre, la bandera amarilla y negra engalanada con once estrellas.