Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los jugadores más ganadores en la historia del fútbol, Roque Gastón Máspoli. Fue un símbolo del deporte en Uruguay, triunfó en las competiciones más importantes que disputó, tanto como jugador y entrenador, y también se dio el lujo hasta de ganar como dirigente.

Don Roque fue un muchacho del barrio de la Aguada. Contrariamente a la mayoría de los botijas de la época, cursó la escuela y el liceo, completando su educación secundaria. Su padre era gran fanático de Peñarol, lo hizo socio cadete y lo llevaba al Estadio Centenario. Comenzó jugando en equipos de barrio como “Río de La Plata” y “Parnás”. Un compañero fue invitado a las inferiores de Nacional, no quería ir solo y Maspoli acompañó a su amigo. En los tricolores logró dos títulos en Tercera.

A los 21 años pasó a Liverpool para poder jugar en Primera División. Sus buenas actuaciones lo llevaron a la Selección y eso hizo que Peñarol se fijara en él. “Aquello fue tremendo para mi familia”, diría Roque en El Diario. En 1944 los aurinegros necesitaban cortar la racha del tradicional adversario y el clásico como siempre fue clave. Así lo contó Máspoli: “Sucedió que a pocos minutos de comenzado el partido hubo penal para Nacional. Allí creo que cambiamos el curso. Tuve la suerte de atajar el penal a Zapirain, ganamos y al año siguiente otro Campeonato Uruguayo”. Alternó en la famosa Maquina de 1949 que arrasó con todos los campeonatos de la temporada.

Con la Selección comenzó en 1940, tuvo grandes actuaciones en los Sudamericanos y un partido muy especial en el recinto de Huracán de Parque Patricios, contra Argentina (dominador de la Copa América en aquellos años), donde el meta se atajó hasta el viento. Luego vino la Copa Del Mundo de 1950, el arquero salía de una lesión en el peroné y fue convocado como suplente de Anibal Paz, pero llegado el momento se quedó con el puesto.

Jugó en la goleada ante Bolivia y el empate ante España, pero una lesión en la mano lo dejó afuera del encuentro ante Suecia. Para la final retornó a la alineación titular. “Nuestra confianza radicaba en los antecedentes, habíamos jugado partidos por la Copa Barón de Río Branco y no nos habían superado”, comentó Roque.

“Nos hicieron un gol y la cosa se puso brava. Ellos se agrandaron pero Uruguay tenía un equipo de hombres capaces de cualquier cosa. Les empatamos y lo sintieron, Ghiggia anotó el segundo, se nos vinieron al ataque pero sin convicción. Aquello fue formidable, inenarrable, lo tengo grabado”.

Cuando River Plate quiso adquirir su ficha, Peñarol lo declaró instransferible. Cuando tuvo la chance de pasar a Bangú de Brasil, los contratistas “hicieron lío”, como a veces sucede en nuestros tiempos. Fue cuarto en el Mundial de 1954 en Suiza. Siguió dando vueltas olímpicas con los mirasoles hasta su retiro en 1955 y rápidamente se transformó en DT de los decanos. Luego estuvo en Danubio, algunos amistosos conduciendo a la celeste, para posteriormente dedicarse a la gastronomía.

Pero lo suyo era el fútbol y en 1962 volvió al ruedo, esta vez con River Plate, hasta que retornó a casa; lo llamó Peñarol. Junto a la eminencia de la educación física, Alberto Langlade, arrasaron con los uruguayos de 1964 y 1965, donde también llegaron a la final de la Copa.

En 1966 llegó lo mejor. “Como los jugadores de Peñarol iban a estar afectados por el Mundial de Inglaterra, les dije a los dirigentes que había que elegir entre la Libertadores y el Uruguayo, no lo dudaron: la Copa”.

“La ganamos. Resultó dura pero Peñarol tenía jugadores formidables, que son los que ganan. Nosotros jugábamos 4-4-2, con dos jugadores en punta como Alberto Spencer y Juan Joya. Los demás tenían sus méritos. En suma, era una conjunción exacta y había, además de los futbolístico, la confianza, convicción, fe, sapiencia y voluntad, más sacrificio y humildad, para llegar a eso y se llegó”. Luego de la increíble Libertadores venciendo a River de Bs As 4 a 2 luego de ir en desventaja 2 a 0, llegó una vieja revancha para los carboneros: vencer en la Copa Intercontinental a Real Madrid.

El 12 de octubre, cuando Máspoli cumplía 49 años, dos golazos de Alberto Spencer sellaron la suerte de los merengues. De todas formas, los españoles culparon de su derrota a la cancha del Centenario. Los hinchas blancos compraron boletos para el tercer partido pues daban por descontado la victoria en el (hasta ese entonces), inexpugnable estadio Santiago Bernabéu.

Todo lo contrario a la mayoría de los entrenadores modernos, el gran Roque explicó su táctica antes del juego, sin misterios: “A Gento lo marcaremos en forma escalonada. Abbadie en el arranque, luego Tabaré González y después (si pasa), le saldrá Lezcano al cruce. Caetano irá a muerte con Serena que es hábil y peligroso. Lezcano y Varela esperando en el fondo a Grosso y Amancio. El Tito, Rocha y Cortés en el medio campo y el contragolpe de los dos morenos (Spencer y Joya), arriba. Trataremos de aguantar el empuje inicial local, que será muy bravo, para poco a poco ir saliendo a hacer nuestro juego, a traer al Madrid al ritmo que más nos conviene”.

Así se logró la Copa Intercontinental, con goles de Pedro Rocha de penal y Alberto Spencer. La prensa internacional elogiaba la estrategia y categoría de Peñarol: ABC de Madrid “Peñarol estuvo genial. Todos sus hombres de clase”, MARCA: “Una escuadra de clase internacional que se ha formado en cien combates”, Diario de Barcelona, “Todo el equipo de alto nivel”, Madrid: “Indiscutible superioridad técnica uruguaya”, Corriere Dello Sport de Roma: “Esplendida lección de juego”.

Don Roque siguió cosechando éxitos, un nuevo Uruguayo de forma invicta en 1967. En 1968 pasó a Elche de España y continuó su periplo de éxitos. Siempre como hombre de emergencia de Peñarol, si los resultados no se daban, los dirigentes carboneros sabían que podían acudir a Máspoli, como en 1971 cuando ganó el clásico de la segunda fuga. En 1973 obtuvo el campeonato local en Perú. Con la celeste ganó la Copa de Oro en 1980/81.

A mediados de la década de los 80, la entidad mirasol pasaba por una crisis económica como pocas veces se recuerda; llamaron a Roque. El viejo maestro respondió con dos uruguayos, tres Liguillas, La Super Copa de Campeones Intercontinentales y la Copa de Oro de los Grandes.

En 1987 partió a Ecuador y dio la vuelta olímpica con Barcelona de Guayaquil. Los años llegaron y el veterano entrenador siguió ligado a Peñarol, coordinó juveniles, fue dirigente en el glorioso Quinquenio, incluso entrenó a la Celeste en algunos encuentros de la Eliminatoria de 1997.

Falleció en 2004, dejando el recuerdo de una excelente persona, y un legado de triunfos deportivos.

Algunos de los títulos del gran Roque:

  • Campeonato Uruguayo: 1944, 45, 49, 51, 53, 54, 64, 65, 67, 85, 86
  • Campeonato Competencia: 1941, 42, 43, 46, 47, 49, 51, 53, 54,
  • Campeonato de Honor: 1944, 45, 47, 49, 50, 51, 52, 53,
  • Copa Montevideo: 1954, 1971
  • Torneo Cuadrangular: 1963
  • Copa Libertadores de América: 1966
  • Copa Intercontinental: 1966
  • Super Copa de Campeones Intercontinentales: 1985
  • Liguilla: 1984, 85, 86
  • Copa de Oro de los Grandes: 1985
  • Torneo Competencia 1986
  • Copa del Mundo: 1950
  • Copa de Oro: 1980/81
  • Liga de Perú: 1973
  • Liga de Ecuador: 1987

Frases de Máspoli

  • “La virtud que más aprecio de un jugador es la humildad bien entendida, junto a la personalidad”
  • “Nunca fui expulsado en una cancha de fútbol, y eso constituye motivo de gran orgullo para mí”
  • “Mi gran ídolo fue siempre Lorenzo Fernández. Mi admiración por él salió tras ir permanentemente a ver a Peñarol”
  • “Para el arquero es muy importante practicar otros deportes como el basquetbol y el voleibol”
  • “Cuando me nombran a Peñarol, me brota un sentimiento especial. Jugué 15 años en sus filas, siempre fui hincha y le debo gran parte de mi vida y éxito deportivo. Como jugador y como técnico. Me siento ligado y lo quiero. Soy también socio vitalicio”

Escrito por Wilson Méndez