bandera-mexicoDía 1: Le ganamos a Arsenal pero no tuvimos respiro. Al otro día aprontamos las valijas y nos fuimos. Luego de un vuelo bastante largo y sobre todo cansador, con una escala de dos horas en Panamá, llegamos al Distrito Federal (o Ciudad de México). Ya desde el avión se puede apreciar la enormidad de esta metrópoli, con un aeropuerto en el medio de la ciudad (y no en las afueras como en la mayoría de las grandes ciudades). México DF se encuentra casi a 2300 metros sobre el nivel del mar, y cuenta con una población cercana a los nueve millones de habitantes. 

Nuestra llegada se produjo el viernes sobre el mediodía mexicano (tres horas menos que en Uruguay), luego de un interrogatorio bastante extenso en la ventanilla de migraciones (motivos del viaje, itinerario dentro del país, lugares de hospedaje, etc.). Algunos también sobrellevaron la revisación de la policía anti drogas, que hacen presionar un botón a cada pasajero y si la luz sale roja se les hace abrir la valija (si sale verde solo se pasa por el escaner).

Luego de los trámites de rigor logramos salir del aeropuerto y después de arduas negociaciones con los taxistas, conseguimos uno que nos llevara hasta el hotel por un precio razonable. Tras una inevitable siesta, salimos a recorrer un poco la zona, más que nada para encontrar algún lugar de comida rápida que nos saque del paso. Dos pesos uruguayos es uno mexicano. El Mc Donalds es barato, al igual que los supermercados, y en los bares gastás entre 90 y 120 pesos mexicanos.

mexico-oroCon la panza llena caminamos los pocos metros que nos separaban de la Catedral Metropolitana, uno de los lugares que nos habían recomendado visitar. Es impresionante en sus dimensiones, y también se destaca por la cantidad de metal dorado que se puede ver. Increíblemente, dentro del templo hay varios puestos de venta de suvenires de todo tipo y color: desde rosarios de varios colores hasta cuadros con la imagen de Juan Pablo II. En la puerta se repite la imagen de la mayoría de los países: gente pidiendo para comer. También hay varios vendedores en puestos a los cuales se les puede rebajar el precio de sus artículos (más de la mitad) con sólo dudar cinco segundos sobre una compra; el famoso regateo.

Volvimos al hotel y nos preparamos para salir a cenar a una zona de boliches muy conocida en el DF. El taxista que nos llevó nos recomendó un bar pero era tan bueno y popular que cuando llegamos había una fila de veinte personas; decidimos buscar por nuestros medios. Cuando el hambre ya nos carcomía el estómago encontramos un bar y luego fuimos al Monumento a la Independencia, conocido como «El Ángel». Con la panza llena y luego de tomar unas cervezas,  nos fuimos a dormir ya que el sábado la jornada iba a comenzar temprano.

Día 2: Habíamos planificado ir a conocer la Zona Arqueológica de Teotihuacan, donde se encuentran las Pirámides del Sol y de la Luna. Con las mochilas cargadas de banderas y camisetas de Peñarol, y varias botellas de  agua, ya que el calor era bastante importante, fuimos a la Terminal del Norte desde donde salen los ómnibus hacia esa zona. Sorprendidos nuevamente por la seguridad,  esta vez había un cacheo extenso antes de subir al bus, y en medio del trayecto se subió un policía a inspeccionar a los pasajeros. Caminamos bastante desde donde nos dejó el transporte, y en la puerta de ingreso, inmediatamente de pagar la entrada, quisimos sacarnos fotos con las banderas como cualquier hincha, pero un policía nos explicó que no estaba permitido ingresar con «lienzos» y que los debíamos dejar en la entrada. Negados rotundamente a esto, logramos convencerlos de que no los íbamos a abrir  más…

remera-pyd-piramidesLa inmensidad de las pirámides es algo que realmente eriza la piel. El calor era insoportable y el cansancio era cada vez más protagonista, pero ninguno de los cuatro quería perderse ni un solo paisaje de este maravilloso lugar. Para que tengan una idea, la Pirámide del Sol tiene 364 escalones hasta la cima.

Mejor ni hablemos del partido con Cerro que escuchamos por radio online desde el hotel. Teníamos mucha hambre, ya que en la Zona Arqueológica sólo hay puestos sobre la calle con comidas típicas que no estábamos seguros de querer probar tan lejos de nuestras habitaciones (y por ende de nuestros baños). Nuevamente la cadena de comidas rápidas nos sacó de un apuro,  y volvimos al hotel a descansar. La noche fue tranquila, estuvimos por la zona de la Plaza Constitución, cerca del hotel, y nos acostamos temprano para poder disfrutar nuestro último día entero en la gran ciudad. Comienza la cuenta regresiva para ir a Torreón.