hinchas-buenos-airesLlegamos a Buenos Aires el mismo día del partido. Fue una visita fugaz ya que en la madrugada ya nos volvíamos a Uruguay. En la mañana aprovechamos para visitar amigos, desayunar con ellos, saludar y emprender para el Hotel Sheraton de Retiro donde estaban alojados los jugadores y el resto de la delegación carbonera.

En el hall ya se encontraban varios medios de prensa, todos trabajando y tratando de sacar el equipo que iba a poner Da Silva. Los rumores corrían de un lado para el otro y todos se preguntaban: ¿Juega Novick? ¿No juega Valdez? ¿Saca a Olivera?  Generaba mucha intriga el equipo que iba a parar el Polilla.

Estuvimos un rato largo hablando con los dirigentes del club hasta que salimos en busca del almuerzo. Fuimos a lo seguro y comimos en un Mc Donalds cercano al hotel.

Tuvimos la suerte de charlar con varios hinchas que fueron a Buenos Aires. Muchos fueron simplemente a saludar al hotel y otros buscaban desesperadamente entrar a Liniers. Por un tema de conseguir la acreditación, me separé de la delegación para ir a Liniers en busca de mi carnet para entrar a la cancha.

carnet-prensa-liniersVarios periodistas partían rumbo al Amalfitani, por eso me mezclé con ellos para no viajar solo y me tocó ir con un colega y gran persona que es Diego Pérez (El Pais) y con el Dr. Jorge Da Silveira. Fue un viaje muy especial que duró 40 minutos. El tránsito de la ciudad de Buenos Aires es muy caótico y las demoras son enormes. Por eso se dieron muchas charlas en el taxi sobre todo del Toto con el taxista y uno con Diego. Tengo varias diferencias con Da Silveira pero no eran momento ni lugar para hablar. Sé que se va a dar esa charla porque el Toto habla de frente.

Llegamos a Liniers y luego de algunos problemas de carnets pudimos entrar a la cancha. Sin dudas Vélez es un club de barrio pero tiene una infraestructura de un club grande. Muchos de sus empleados no son hinchas de Vélez, pero no voy a decir quiénes ni de qué cuadro son para no meterlos en problemas ya que su trato fue excelente. Ese es un tema para resaltar, ya que un partido con un clima tan especial nosotros tuvimos un excelente trato con todos los funcionarios argentinos. Tienen una gran profesionalidad, a la altura de sus instalaciones.

padreydecano-en-liniersInstalados en la cancha una hora antes, vivimos la mayor soledad que se puede vivir, ya que en ese momento no estaban ni las delegaciones de los clubes. La llegada de Peñarol se hizo sin ningín tipo de inconvenientes. La policía realizó un operativo simple y efectivo. No soy quién para decirles cómo trabajar a los policías uruguayos, pero a veces podrían viajar a Buenos Aires a ver cómo se realizan los operativos en dicha ciudad.

La delegación de Peñarol contaba con 70 personas, incluyendo el plantel principal, cuerpo técnico, dirigentes, funcionarios y allegados a la institución. Cuando ingresaron al Amalfitani los colocaron en la cabecera visitante pero Damiani hizo las gestiones para que los ubiquen en la platea, ya que al estar el estadio vacío se podía aprovechar para ver mejor el partido.

Llegó la hora del fútbol y sin dudas que vivimos algo único al presenciar un partido de tal magnitud con solo 200 o 250 personas en las tribunas y el campo de juego, incluyendo las degelaciones y los funcionarios del estadio. El silencio fue completo salvo por los gritos de aliento hacia algun jugador y los gritos de gol. No estuvo muy lejos de parecerse a una práctica por la tranquilidad. El poco público presente y privilegiado de presenciar el partido se comportó de buena manera. No hubo ni un insulto entre los hinchas.

Del partido hay poco para decir. A pesar de estar muy pendiente de las fotos y videos, se pudo ver que los errores infantiles nos hacen perder un partido muy a la mano, que habíamos arrancado con la ventaja a nuestro favor. No se pueden perder este tipo de partidos, no se puede dar tanta ventaja ante un rival que no es mucho más que nosotros.

La derrota hace que el viaje pierda valor. Los viajes son lo mejor que hay para un hincha. No hay nada como compartir un viaje a ver a Peñarol con amigos, pero lo que hace perfecto a los viajes son las victorias. Por eso quedará de este viaje que estuvimos cuando era a puertas cerradas, una medida absurda donde penalizan a mucha gente que no es culpable de lo que hacen unos pocos. Ojalá que no se vuelva a repetir esta medida, ni para Peñarol ni para otra hinchada. No se lo deseo a nadie.