Peñarol cayó derrotado 1 a 0 frente a Fénix en el Parque Capurro, por la cuarta fecha del Torneo Intermedio. Con el Apertura, Libertadores y Sudamericana ya perdidos, hoy se despidió de la lucha del actual certamen y prácticamente también de la tabla anual. Los objetivos que quedan, por no decir obligaciones, son el clásico en el Campeón del Siglo y ganar sí o sí el Clausura, para obtener un lugar en la definición del Uruguayo.

Mario Saralegui puso en cancha a Kevin Dawson; Giovanni González, Fabricio Formiliano, Gary Kagelmacher, Joaquín Piquerez; Agustín Álvarez Wallace, Jesús Trindade, Christian Bravo, David Terans, Facundo Torres; y Matías Britos.

Los primeros minutos fueron de Fénix. El travesaño primero y la mala definición de Nequecaur después, salvaron a Dawson y a Peñarol de la caída de su valla. A partir de los 15′, se vio lo mejor y prácticamente lo único del aurinegro en el partido. Dos muy buenos remates de Piquerez, desbordes constantes de Bravo y ambos laterales, y la falta de definición que nos tiene acostumbrados este plantel.

Sobre el final de la primera etapa, el albivioleta retomó las riendas del encuentro y ya no las soltaría. En el segundo tiempo, Peñarol fue un conjunto sin alma y sin fútbol, deambulando por la cancha. El entrenador contribuyó al intercambiar a los Agustín Álvarez, dándole ingreso al delantero y ubicando a David Terans en el doble 5. Inentendible. El juvenil no estaba rindiendo bien, pero al menos daba otro equilibro al equipo. A la vez, alejó del arco al jugador más peligroso a lo largo del campeonato. Perdió por partida doble.

A partir de allí, no pasó absolutamente más nada en ataque. La ineficacia a la hora de crear juego fue alarmante, y el nulo nivel del banco de suplentes tampoco ayudó. Las sustituciones revolucionarias para cambiar el trámite, resultaron ser Luis Acevedo, Robert Herrera y Fabián Estoyanoff. Inviable.

Por si fuera poco, sobre el final le cobraron un penal en contra escandaloso a Peñarol. Más allá del bajísimo rendimiento, una vez más es perjudicado de manera clara en lo que va de la temporada. Tras un desborde por la izquierda, la pelota golpeó claramente en el rostro de Giovanni González y el juez pitó la pena máxima. La pelota para un lado, Dawson para el otro. 1 a 0 y no mucho más tiempo para nada.

Nadie se le fue arriba al árbitro. Ni antes ni después del gol, ni al final del partido. Una imagen que se ha repetido bastante. Con la mira cada vez más baja y deambulando en la mitad de la tabla, se encuentra Peñarol, a 10 días de un clásico que no se puede perder bajo ningún concepto. Preocupante.