Foto: Ovación

Alejandro Delorte, ex futbolista de Peñarol dialogó con Padre y Decano sobre su pasaje en el Club en el año 2006 y todo lo que conllevó vestir la camiseta del Decano, su relación con Gregorio Pérez y anécdotas que quedarán en el recuerdo.

Flaco. Patrón. Obelisco de Bahía Blanca. Son algunos de los apodos por los cuales se reconoce al ariete argentino. Nacido del otro lado del Río de la Plata, y con la particularidad de sus casi dos metros, Delorte fue una de las piezas en aquel recordado Peñarol del año 2006.

Con el conjunto Mirasol disputó 15 encuentros, marcando 5 goles, incluyendo un gol clásico en la victoria por 4 a 1 frente al tradicional rival de todas las horas. Si bien su etapa en el Carbonero fue corta, aún queda el recuerdo de su pasaje en el club.

Delorte le marcó a Rampla Juniors, Bella Vista, Progreso, Central Español y Nacional. Todos los goles fueron convertidos por el Apertura 2006.

Pasaje por Peñarol

Llegaste en el año 2006, por medio de Gregorio Pérez quien te conocía de Olimpo de Bahía Blanca. ¿Cómo definís tu pasaje por el Club? ¿Fue un salto de calidad? ¿Cómo fue y es tu relación con Gregorio?

Mi paso por Peñarol se dio en 2006 por pedido de Gregorio que me había dirigido en Olimpo. Fue algo sorpresivo y gratificante para mí que un técnico de la categoría de él confíe para llevarme. Fue algo muy lindo en ese momento de mi carrera y más teniendo en cuenta que era el club más grande de Uruguay.

Para mí jugar en Peñarol fue pegar el salto de calidad en mi carrera. Jugar en un club con muchísima historia, muchos campeonatos y más de la mano de Gregorio que eso era un plus. Lamentablemente me quedé con ganas de más. Fueron seis meses muy intensos. No es fácil para un jugador extranjero llegar a un club tan grande, adaptarte a las presiones y al funcionamiento del equipo. Para colmo, había venido Pedro Cardozo a pelear el puesto. Un jugador muy querido en Uruguay. No era fácil, pero la verdad es que me quedé con sabor a poco. Me hubiera gustado quedarme mucho más. Siempre voy a estar agradecido de por vida con Gregorio, porque para mí fue el mejor técnico que tuve y siempre fue un maestro en mi carrera por haberme llevado a vivir semejante experiencia en Peñarol.

Partidos y goles

Disputaste 15 partidos, donde marcaste 5 goles, incluyendo un gol clásico en la victoria por 4 a 1. ¿Qué recordás y cómo viviste un partido de tal magnitud como un Peñarol-Nacional?

El clásico uruguayo fue el partido con más gente que jugué en mi carrera. Creo que había 65 mil personas en el Estadio Centenario. Fue tremendo. Recuerdo que arrancamos perdiendo enseguida. Era mi primer clásico y el hincha de Peñarol te mira, pero aunque hagas goles todos los partidos sabe que la tesis final la rendís en el clásico.

Empezar el partido perdiendo de arranque, el poder darle vuelta, que me toque hacer el gol para darlo vuelta (2-1) frente a la hinchada de Peñarol fue una locura. Fue una locura ver cómo la gente lo festejaba, cómo lo vivía…

Luego vinieron los dos goles del Cacha (Egidio Arévalo Ríos) que también era debutante al igual que yo en materia de clásicos. Éramos todos jugadores que habíamos llegado ese año para Peñarol. Es un recuerdo hermoso y por eso el otro día, en época de cuarentena, subí el recuerdo a mis redes sociales. Siempre voy a estar agradecido al hincha porque la repercusión y el cariño que tuvo con uno fue y es gratificante. Lamentablemente fueron 6 meses intensos, pero me quedé con ganas de más.

Europa: Destino Italia

De Uruguay a Italia. De Peñarol a Brescia. ¿Por qué se dio tu salida del Club? ¿Decisión propia o ajena? En Brescia no tuviste la oportunidad de demostrar tu juego. ¿Qué fue lo que ocurrió?

No pude jugar porque ni bien llegué había un técnico que me quería, que fue el que me pidió y no sé qué arreglo o qué ocurrió entre mi representante y la gente de Peñarol porque el transfer nunca llegaba. Nunca llegó. No había nada firmado. Estuve un mes sin jugar hasta que la FIFA me habilitó y en ese transcurso echaron al técnico. Vino otro técnico que no me conocía y no me dio la oportunidad de demostrar mis aptitudes. Un poco de mal manejo de mi representante, un poco de mala suerte y también culpa mía por no poder revertir la situación cuando vino ese otro técnico y poderle demostrar que podía jugar. La verdad que una pena porque sentía que el fútbol italiano estaba ideal para mí.

Trotamundos

Grecia, Venezuela, Bolivia y Argentina fueron algunos de los países donde desembarcaste. ¿Hubo alguna chance de volver a vestir la camiseta de Peñarol?

Por suerte pude andar por todos lados. Conocí Grecia, Italia, jugar en Bolivia, Venezuela, en Argentina en varios clubes, pero nunca tuve la chance de pegar la vuelta en Peñarol. Más allá que estoy jugando en la liga de Bahía Blanca, uno cuando se pone a analizar su carrera, es de las pequeñas cosas que se arrepiente el haber vivido tan poco tiempo en Peñarol. ¿Por qué?  porque la verdad que es un club para llegar y quedarte toda la vida. Cuando llegué, el club se estaba acomodando de épocas malas pero la gente lo hace maravilloso; es una lástima no haber podido vestir mucho más tiempo esa camiseta.

Anécdotas y recuerdos

Habrá cientos de anécdotas sobre tu pasaje por Peñarol. ¿Qué es lo que recordás y qué te marcó en tu etapa de jugador en el club?

Me acuerdo siempre de una porque fue la primera ni bien llegué. El segundo o tercer día, Gregorio me dice “el fin de semana venite a comer a casa”. Eso para mí era todo un orgullo. Yo como de todo, pero lo único que no comía en ese momento eran canelones. El domingo cuando llego a la casa con toda la familia – todos amables y además nunca me había pasado que un técnico me invite a comer con su familia – con tanta mala suerte que el menú eran canelones…  A cada momento estaba “¡qué rico!” “¡qué rico!”. Comí como un duque y me callé la boca. Siempre cuando voy a alguna casa o vamos a comer afuera que alguno pide canelones, siempre recuerdo la anécdota de la vez que Don Gregorio me invitó a comer con su familia.

Mathias Tilve