Peñarol vs América de Cali. Peñarol no podía hacer el gol para proclamarse campeón. Mi viejo estaba en el almacén de unos viejos amigos de la familia (Q.E.P.D.), todos hinchas de Nacional. Estaban burlándose de que Peñarol no iba a ganar la quinta. Minuto 120: gol de Aguirre. Mi viejo no contuvo la alegría, les gritó el gol en la cara, y salió a la calle a gritarlo completamente loco. Fue la última vez que gritó un gol de esa forma. Me contaba que lo querían sacar de allí. Inolvidable para él, inolvidable para todo el pueblo carbonero.

El Sótano de Nayer

El partido lo miré en mi casa, con mi abuela y mi primo, ambos enfermos de Nacional. Me aguanté 119 minutos de burlas y sarcasmos, sobretodo por parte de mi primo. El banana la gozaba como buen gallina que es, y en eso apareció el Diego y se rompió todo. El gol que grité más en mi vida. Estuve tres minutos gritando el gol y veinte puteándolo en la cara al plumífero. Obviamente que se fue, perdiendo las plumas por el camino, cabizbajo y con una calentura para cinco mil. Es que Dios no quiere cosas chanchas, y le dio la lección de su vida. Qué horrible que ha de ser, ser hincha de Nacional.

El Potrillo

Mi viejo era un tipo cero fútbol. Jugábamos la final del 87, yo tenía 20 años y la miré solo, en mi cuarto, por TV -un Phillips blanco y negro de 12 pulgadas -. Los minutos pasaban y pasaban, el alargue se esfumaba y en medio de una cuenta regresiva coreada por todo el banco del América, Aguirre clava aquel zurdazo. No pude gritar, solo llorar sin poder salir del trance. Bombas en todo el barrio, y mi viejo entra al cuarto a preguntarme que me pasaba. El tipo cantaba en el coro del Sodre y no entendía nada de esta pasión. Secándome los mocos le grité: ”¡Peñarol, me pasa!”. Algo creo que entendió. Salí volando a buscar mi barra, y juro que hasta bolsos se adhirieron al festejo. Un pedo amarillo y negro, bañado en andá a saber cuánto alcohol. Volví sin voz, mareado y orgulloso. Al otro día, lo que me pasó fue el reto de mi viejo. ¿Pero eso qué importa?.

NG65