Hace 120 años, nacía una vieja y acérrima rivalidad, la más antigua fuera de las Islas Británicas. Hace 120 años, ganábamos el primer clásico de la historia.

Es cierto, sí, no era clásico. Peñarol era una institución fuerte y consagrada en el medio, con un respaldo popular pronunciado y un potencial deportivo excelso. Nacional era un equipo naciente, novato, nuevo. Sin grandes pergaminos, ni siquiera una afiliación a la recién fundada Liga Uruguaya de Football, devenida en la actual Asociación Uruguaya de Fútbol. Tampoco contaba con un respaldo popular significativo, probablemente por aquello de sus orígenes elitistas. Pero así nació la rivalidad, tal vez como una premonición de lo que sería la historia misma, Peñarol cómo institución emblema del fútbol local y Nacional como su escolta.

Tal vez por esto no hay crónicas muy detalladas del partido. En definitiva, se presentaba como un partido fácil para Peñarol, que no despertaba gran interés debido al rival de poca monta que tenía enfrente. De hecho, Peñarol conquistó una fácil victoria por 2-0 con un doblete de Aniceto Camacho, que fue motivo de orgullo para los jóvenes de Nacional por haber «perdido solo por dos goles». Las palabras están de más.

Así transcurrió y finalizó el primer clásico de la historia, único jugado en el Siglo XIX y nacimiento de una sana costumbre aurinegra: llevarse las primeras victorias. Al año siguiente llegaría el primer clásico oficial, esta vez en Villa Peñarol, y nuevamente ganaron los aurinegros. El primer clásico de la Era Profesional, o el primero en el Estadio Centenario también podrían ser citados en la misma sintonía. El primer choque en el interior del país o el primer título en cancha rival también merecen un reconocimiento, aunque este último se ve potenciado por ser una espina que Nacional nunca pudo desquitar festejando alguna consagración en campos aurinegros.

Pero todo esto no bastaría para hablar de paternidad clasica, si no tuviéramos el respaldo histórico que nos caracteriza y que dicha afirmación requiere. No sólo por el historial clásico, que dominamos ampliamente, sino también por la supremacía inapelable del mismo a lo largo de la historia. Porque no es una racha pasajera, es una paternidad histórica. Más de 80 años dominando el historial clásico, no es poca cosa.

Pero como la historia nos avala podemos profundizar más aún, y así llegamos a un dominio contundente en cualquier materia. Historial general o solo partidos oficiales, por Uruguayo o por torneos CONMEBOL, en el histórico Estadio Centenario o en el interior de la República, en partidos amistosos o por Copa Libertadores, en el mundo real o en las estadísticas fabricadas de alguna minoría; desde la óptica que quieran, la paternidad siempre tiene dos colores. Excepto en un rubro donde nunca escribimos nuestro nombre: las fugas clásicas. Pero creemos que es un punto a favor. Tal vez para ellos no, es normal, nunca fueron coherentes.

También es cierto que para hablar de paternidad es necesario trascender los números y la estadística fría para llegar al corazón del público. Así, cada generación de manyas atesora en su memoria al menos una goleada de altas cifras, esas que quedan en el mejor recuerdo y que en Peñarol no se limitan a una buena tarde, sino a una historia de supremacía indiscutible. Los que vieron al Maestro Piendibene, le hablaron a sus hijos del histórico 7-3 en el Parque Central, de atrás y en una final de Copa de Honor. Cuarenta y dos años después, el sensacional equipo de 1953 le regalaba a los hinchas mirasoles un aplastante 5-0 en aquella tarde de piedad, donde antes de los 30 minutos de partido el Decano ya ganaba 4-0 y por caballerosidad con sus rivales, los aurinegros deciden no abultar el resultado. Quienes disfrutaron al Nando, el goleador de toda la historia, atesoran con nostalgia aquel famoso 5-1 en enero de 1976, con el triplete de Julio Cesar Jiménez. Y todos recordamos hoy, el humillante 5-0 de abril de 2014. Igualmente podemos dedicarle unas palabras a la estadística. Y si, también la dominamos, con 30 goleadas clásicas a favor contra 25 en contra.

Pero no podemos olvidarnos de aquellos partidos que se caracterizan no por resultados abultados, sino por ser hazañas irrepetibles en nuestro fútbol. Así podemos hablar del 4-2 de 1912, de atrás y con 9 jugadores, aunque el partido fue posteriormente anulado en los escritorios. O de aquella remontada de 1921 en el field de Pocitos, donde nunca perdimos un clásico, para quedarnos con el Campeonato Uruguayo y evitar el tricampeonato albo. Tampoco queremos olvidarnos de la máxima remontada clásica de la historia en la final de 1944, campeonato que podía valer un Sexenio para el tradicional rival, y que se ganó 3-2 luego de ir en desventaja 0-2. Idéntico resultado y de la misma manera fue el de noviembre de 1961, cuando el decano venció nuevamente para encadenar su cuarto título uruguayo al hilo, que terminaría en el primer Quinquenio de la institución de las once estrellas.

Aquel lejano 9 contra 11 del período amateur tuvo su reencarnación en 1980, cuando en el marco de la Liguilla volvimos a triunfar en igual situación. Y esa misma década vería batir este récord y llevarlo a un extremo inimaginable: ganar ya no con dos jugadores menos, sino con tres hombres de diferencia, en el histórico 8 contra 11 de abril de 1987.

Apenas unos años pasaron para que la fiel y bullanguera festeje otro triunfo clásico con sabor a hazaña, esta vez en octubre de 1991 y con el Tito chico en el arco durante 15 minutos, por expulsión del arquero mirasol. Pero es imposible seguir adelante sin recordar los históricos partidos de 1997 en busca del segundo Quinquenio de Oro, con dos remontadas clásicas en un lapso de 16 días tras estar, las dos veces, en desventaja de 2 goles. A lo Peñarol, nunca lo van a entender.

Y después están los pintorescos, los inolvidables para el fanatico. Los manyas del amateurismo se habrán burlado durante años de su rival tras el doble abandono de 1906, repetido en 1918, con la gripe como excusa inédita, y el de 1926, cuando entregaron los puntos para no sufrir un nuevo festejo mirasol en cancha. Años después, otras generación de carboneros se deleitó con La Máquina del 49 y la fuga por el túnel, aunque no sería la última. Durante el verano de 1971 los tricolores volvieron a verla fea y decidieron, una vez más, tirar la toalla. Dos goles abajo y con varios expulsados, los albos deciden recibir una nueva tarjeta roja y dar por finalizado el partido al quedar con 6 jugadores en cancha. Lamentable y gracioso a la vez.

Podríamos seguir nombrando partidos que están grabados a fuego en la memoria del hincha y probablemente siempre nos olvidemos de algunos. Es entendíble, han sido muchas tardes de festejos, pero la idea es hacer un repaso simple y rápido de algunos de los partidos más recordados por el hincha.

Hoy por hoy, el historial es dominado de forma continua desde 1976, lo que significa una incalculable cantidad de hinchas del fútbol uruguayo, sean del club que sean, que nacieron con Peñarol dominando el historial clásico. No hay, además, persona en el Uruguay que haya visto a Nacional dominar más tiempo que Peñarol dicha estadística, lo que certifica sin salvedades la histórica supremacía aurinegra.

Con el respaldo invaluable que nos brinda la historia y la estadística, es que los hinchas del club decano podemos afirmar sin titubeos, que hoy festejamos 120 años de paternidad. Y seguimos contando…