Luego de la derrota ante Wanderers en el Estadio Campeón Del Siglo, la dirigencia de Peñarol evaluó la continuidad del cuerpo técnico que orienta Diego Forlán; si bien su continuidad o destitución no está decidida, el tema se puso sobre la mesa.

La noche en el Campeón Del Siglo comenzó a complicarse dentro de la cancha, primero por la impericia ofensiva del avance, y continuó con la debacle en defensa. Ni los futbolistas, ni el cuerpo técnico pudieron cambiar los destinos del juego.

El Consejo Directivo se reunirá a la hora 18:00 en el Palacio Cr. Gastón Guelfi. Los cuestionamientos hacia el cuerpo técnico son de la mayoría de los dirigentes. En este momento hay una mayoría que prefiere que Diego Forlán deje de ser el entrenador del club aurinegro, pero nadie quiere pagar el costo político de cesar a un entrenador que dirigió solo 11 partidos.

La dirigencia sabe que la elección del entrenador tuvo falencias. Mientras se avecinaban las finales de 2019, y con Diego López en el cargo, ya se trabajaba en el nombre de Diego Forlán, previendo que no se renovaría el vínculo con el «Memo». Lo extraño fue que se formó una comisión para evaluar quién llegaría al cargo (Alejandro Ruibal, Eduardo Barbieri, Carlos Scherschener), que se reunió con Leonardo Ramos, Hernan Crespo y Diego Forlán. Sin embargo, antes de que el trabajo de la comisión se discutiera en directiva, ya había una decisión tomada: Forlán tendría su primera experiencia en la entidad decana.

El armado del plantel contó con problemas que incluyen los pedidos del entrenador, la situación económica y las diferencias entre los dirigentes. Así se incorporaron algunos jugadores que pueden llegar a ser desequilibrantes, pero varios que llegaron para rellenar el plantel. Se tomaron decisiones desacertadas, como ceder a Yeferson Quintana y Agustin Davila.

No es serio despedir a un cuerpo técnico a los 11 partidos, no es serio “rellenar” planteles, no es serio ceder jugadores del club (incluso parte de la ficha), e incorporar juveniles de otras instituciones. La dirigencia tiene logros importantes pero una falencia que minimiza los logros positivos: lo político pesa más que lo institucional. Para que Peñarol vuelva a ser Peñarol, hay que tener un mínimo de unión, algo que no se ve en el corto plazo.