La Primera Hinchada del País

Desde su fundación Peñarol creció con un gran arraigo popular, que lo llevó a ser desde los comienzos el club más popular del país. El tren llevó a Peñarol a todos los rincones del país, y por eso se lo denominó “El Cuadro del Pueblo”. Peñarol representa al pueblo obrero y a la clase trabajadora; lo acompañaban desde los obreros de las fábricas, los empleados del comercio, hasta los alumnos de las escuelas como la de Artes y Oficios.

Peñarol era y es la alegría de la Villa y desde la Villa Peñarol se expandió a todo el país y hasta traspasó las fronteras. Y cada domingo cuando jugaba Peñarol, se movilizaba una corriente humana hacia la Villa Peñarol, en largas caravanas del ferrocarril de repletos vagones, mezclando en los regresos victoriosos, los silbatos de las locomotoras con los cánticos que repetían sus victorias. Algunos años se recordaban por las hazañas deportivas y así se cumplía un creciente proceso de popularidad.

Y el tiempo, las repetidas hazañas deportivas, el calor de los primeros partidarios, la pujanza y el espíritu de lucha, de guapeza deportiva, habían labrado hondo en el alma popular, creando una verdadera mística de Peñarol, única en nuestro medio que traducen, más que la adhesión por una enseña y una entidad deportiva.

Dentro de toda esta masa de hinchas se encontraba un grupo de hinchas, el cual en 1906 dejarían precedente de ser la primera hinchada del país. Este grupo de hinchas eran de la Escuela de Artes y Oficios.

En el mes de marzo de 1906 los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios fueron invitados por el Club Atlético Peñarol a concurrir a la fiesta que dicho club realizaba anualmente en la localidad de Peñarol. En honor a dichos alumnos se sirvió un suculento asado realizando después de juegos atléticos. Posteriormente se realizó un partido de football de camaradería entre Peñarol y un compilado de alumnos de  la E.N. de A. y Oficios saliendo victoriosos los aurinegros por 2 a 1, lo que motivó muchas felicitaciones, en especial por los jugadores de dicho club.

Los estudiantes con la bandera obsequiada por el club.

Terminada esta fiesta, exhortan a reunir a todo el alumnado de la Escuela de Artes y Oficios y una delegación compuesta por miembros de la directiva y jugadores de Peñarol les hacen saber que en vista de su amor y fe partidaria a dicho club, tenían el mayor placer de obsequiarles una bandera con los colores de Peñarol.

De esta bandera se hace cargo el alumno Alberto Aldama, el que por sus cualidades representaba cariñosamente a todo el alumnado de dicha escuela. En breves palabras agradece infinitamente esa ofrenda que será cuidada y defendida celosamente en los campos de lucha donde actúe nuestro querido Peñarol. Al día siguiente, ya en la Escuela y al salir al recreo pide Alberto Aldama a la superioridad que no hiciera romper filas, porque él deseaba presentar a todos sus compañeros una bandera que Peñarol les donó, lo que fue concedido, y reunida las tres divisiones formada por 350 alumnos, les hace saber que «pueden sentirse orgullosos de su amor partidario porque hemos sido estimulados en nuestra fe de Peñarolenses, tanto por nuestros viajes a pie hasta al cancha de Peñarol como por las luchas sostenidas con nuestros adversarios, por el regalo de esta bandera». La bandera al ser flameada provocó la exclamación de un grito de VIVA PEÑAROL de todos, y al romper filas fue abrazado y felicitado; éste fue el recreo de más algarabía que se vio en dicha escuela.

La Escuela de Artes y Oficios en 1915.

Como toda hinchada o barra tenía su lado violento también, porque en aquellas épocas también existían las peleas y los incidentes. Como lo refleja el diario La Tribuna Popular  el 19 de Octubre de 1908 luego de un partido jugado en el Parque Central: “al final hubo las “farras” de siempre y al regresar por la calle 8 de octubre presenciamos una verdadera batalla entre partidarios de ambos clubs, notándose en uno de los bandos gran número de alumnos de la Escuela de Artes y Oficios”.

En el año 1933 Alberto Aldama, pide a su amigo y condiscípulo Juan Román  que se haga cargo de la bandera. Aldama tenía una enfermedad crónica y temía que se venía su fatal desenlace y quería que su amigo cuide de la bandera como él lo hizo durante veintisiete años.

Y así llega el 20 de marzo de 1933 cuando fallece el querido Aldama. Desde esa fecha la bandera queda al cuidado de su amigo Juan Román, y a fines del año 1945 encontrándose éste con sus condiscípulos Santiago Torres y Joaquín M. Royer, les sugiere la idea de devolver esa gloriosa bandera, para que ocupe un sitial en las vitrinas de nuestra Institución.

El 28 de marzo de 1946, cuarenta años después de entregada, los alumnos que seguían con la bandera cuidada como una reliquia histórica, la entregaron en una ceremonia al Consejo Directivo del Club Atlético Peñarol junto con una vitrina para exponerla en el futuro Palacio Peñarol.

La bandera hasta el día de hoy permanece en el Museo del Padre y Decano del Fútbol Uruguayo. Se sigue guardando como todo lo que es una bandera del club: como una reliquia. 

La bandera sigue presente en el Museo del Campeón del Siglo.

Estos hinchas nos enseñaron a cuidar, respetar y defender nuestros colores. Nos muestran que desde los comienzos de siglo Peñarol es el club más popular del país y que la mística de Peñarol es única.

Carta de los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios.

Transcripción de la carta:
Era el mes de marzo de 1906 cuando los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios fueron invitados por el Club Atlético Peñarol a concurrir a la fiesta que dicho club realizaba anualmente en la localidad de Peñarol y en su propia cancha.

En honor a dichos alumnos se sirvió un suculento asado a la criolla, realizando después juegos atléticos en los que intervinieron varios alumnos saliendo victoriosos en una carrera Carlos M. Tapia primero y Julio Bostica segundo.

Después de esto se realizó un partido de football entre el team del C.A. Peñarol y un combinado de la E.N. de A. y Oficios saliendo vencedor los Aurinegros por dos a uno, lo que motivo muchas felicitaciones y en especial por los jugadores de dicho club (maestros en football) por su comportamiento.

Terminada esta fiesta, exhortan a reunir a todo el alumnado de la Escuela de Artes y Oficios y una delegación compuesta por miembros de la directiva y jugadores de Peñarol les hacen saber que en vista de su amor y fe partidaria a dicho club, tienen el mayor placer de obsequiarlos con una bandera con los colores de Peñarol. De esta bandera se hace cargo el alumno Alberto Aldama, el que por sus cualidades representaba cariñosamente a todo el alumnado de dicha escuela, y en breves y elocuentes palabras, agradece infinitamente esa ofrenda, que será cuidada y defendida celosamente, en los campos de lucha donde actúe nuestro querido Peñarol.

Al día siguiente, ya en la Escuela y al salir al recreo pide Alberto Aldama a la superioridad que no hiciera romper filas, porque él deseaba presentar a todos sus compañeros una bandera que Peñarol les donó, lo que fue concedido, y reunida las tres divisiones formada por trescientos cincuenta alumnos, les hace saber; que pueden sentirse orgullosos de su amor partidario porque hemos sido estimulados en nuestra fe de Peñarolense, tanto por nuestros viajes a pie hasta la cancha de Peñarol como por las luchas sostenidas con nuestros adversarios, por el regalo de esta bandera, la que al ser flameada exclamaron todos un grito de VIVA PEÑAROL y al romper filas fue abrazado y felicitado Aldama, éste fue el recreo de más algarabía que se vio en dicha escuela, haciendo causa común los mismos superiores.

En el año 1933 Alberto Aldama, sintiéndose agravar una enfermedad que lo aquejaba y temiendo un fatal desenlace llama a su viejo amigo y condiscípulo Juan Román  y le pide se haga cargo de la bandera de Peñarol la que él supo conservar durante veintisiete años con cariño, ese símbolo inolvidable y lo cuide como él supo hacerlo. Y así llega el 20 de marzo de 1933 y la fatídica presunción del querido Aldama se cumple arrebatándolo de la vida cuando todos sus condiscípulos y socios del Centro de Protección de Choferes (del que era gerente) esperábamos mucho de él.

Desde esa fecha la bandera queda al cuidado de Juan Román, y a fines del año 1945 encontrándose éste con sus condiscípulos Santiago Torres y Joaquín M. Royer les sugiere la idea de devolver esa gloriosa bandera, para que ocupe un sitial en las vitrinas de nuestra celebrada Institución, idea ésta que es acogida con el mayor beneplácito, encargándose Royer de hacer una propaganda para reunir a todos los alumnos de esa época de la E. N. de A. y Oficios poniéndose al habla con Luis Pedriel que muy gustoso se apresta a colaborar con  se viejo amigo, consiguiendo reunir  un crecido número de ex alumnos, los que resuelven constituir una comisión de emergencia siendo elegidos Rodolfo Larrosa, Joaquín M. Royer, Luis Achira y Julio Bostica.

Con esta fecha 11 de noviembre de 1945 se hace una libreta de actas en la que constan todas las reuniones realizadas y en las cuales se resuelve donar una vitrina (la que es construida de su peculio por el ex alumno Luis Pedriel) y dos metros de terreno del futuro Palacio Peñarol que serán propiedad de la vitrina, la que guardara la histórica bandera así como también un pergamino firmado por todos los ex alumnos, encabezándolo jugadores y miembros del Club Atlético Peñarol de esa época y algunos de la actual directiva 1945-1946`.

     Joaquín M. Royer                                                              Rodolfo Larrosa
(Secretario General)                                                                (Presidente)