Roberto Chery

Roberto Chery llegó a Peñarol en 1916; no necesitó del aprendizaje ya que en la final del torneo Competencia de ese año, debutó contra Rosario Central, partido que se disputó en Argentina. Las crónicas de entonces se limitaban a decir solamente, “atajó muy bien. El joven uruguayo se presentó como un goalkeeper consumado a quién no se le ha podido señalar un solo defecto”. Chery debutó en el Parque Lugano contra River Plate. Finalizado ese partido, fue levantado en andas por sus compañeros tras haber tenido en ese match, una actuación memorable.

Descubren a Chery

Chery, oriundo del barrio Sur montevideano, fue descubierto por Roberto Catrufo, allegado a Peñarol, hombre que no perdía oportunidad para observar jóvenes que jugaban al futbol en potreros del barrio Sur y zonas aledañas. También descubrió a Cataldo, Gradín, Campolo, Bernizone y varios más.

Por aquellos años se formó un club para practicar el fútbol. Se llamaba Aniceto Camacho, en honor a ese bravo y querido jugador del antiguo Peñarol. Roberto Chery, siendo un niño se alistó en esta institución en carácter de goalkeeper. Chery se destacaba, ágil, valiente, de vista maravillosa, denotó enseguida una predisposición especial y estupenda para el juego. Empezó a ser popular y sus actuaciones eran comentadas con admiración y respeto por sus compañeros.

Chery comenzó así en la tercera de Peñarol, junto a los recordados Gradín y Campolo. En el año del debut, 1915, se consagra campeón de tercera, demostrando además sus dotes de buen golero. Lo habían apodado “El Poeta” porque había creado la poesía que comenzaba diciendo, “Oh Peñarol, yo te saludo…”. Era de talla alta, pero musculoso, tenía manos grandes y en poco tiempo fue adquiriendo valentía en el arco, buen golpe de vista y además tenía cierta elegancia para resolver jugadas de riesgo.

Se informa en crónicas de esos años que Roberto Chery era un extraordinario guardameta. “Acaso lo más grande en el puesto que ha tenido Peñarol hasta el año de su alejamiento fatal. Vaya si Peñarol ha tenido arqueros monumentales, pero Chery fue distinto y merece el mejor elogio. Si la memoria no nos es infiel, si no nos hace una mala jugada, creemos que fue el único arquero que durante la campaña de Héctor Scarone, se dio el lujo de que éste no le convirtiera ningún gol. Si este recuerdo cobrara la autenticidad que no nos animamos a darle, habría que convenir que todo juicio laudatorio es poco, ya que sabemos de sobra como dirigía sus tiros y que potencialidad les daba Héctor Scarone”.

Un ganador de clásicos

Roberto Chery se constituyó como un ganador de partidos clásicos. Jugó 9 en sus tres temporadas en primera división; perdió solo uno, el cual ganó Nacional por 1 a 0 con gol de Carlos Scarone de penal.

Roberto Chery nació el 16 de febrero de 1896. Era casi un niño y la directiva aurinegra, después de la final contra Rosario Central, decidió sustituirlo por Antonio Marques Castro que había llegado procedente del Dublín en la divisional Intermedia, el cual había recibido en dos clásicos, ocho goles, a razón de cuatro por partido. Un día el titular se perdió, y llegada la hora del partido, se le confió el arco a R. Chery. El 29 de junio de 1917, Chery juega su primer partido frente a Nacional por la Copa Albion. Ganó Peñarol 2 a 1 en el clásico disputado en el Parque Lugano. El primer gol en un clásico se lo convirtió Carlos Scarone. De ahí en más hubo un paso corto a la selección uruguaya para jugar el Sudamericano de 1919 en Río de Janeiro (Brasil).

El fatal desenlace final

El arquero titular de Uruguay era Cayetano Saporiti, consagrado guardameta de Wanderers. Era un veterano al que no le cayó bien el clima caluroso de Río; jugó su primer partido contra Argentina donde ganó Uruguay 3 a 2 y al siguiente compromiso con Chile, dejó el lugar a Chery. Fue el 17 de mayo de 1919 en Laranjeiras, la vieja cancha de Fluminense.

Con goles de Ladislao Pérez y Carlos Scarone, los uruguayos vencieron por 2 a 0. En este encuentro, Chery voló de palo a palo para salvar un gol inminente, sacó al córner y cayó sintiendo la violencia del impacto. En crónicas de la época el hecho se describía: “La multitud en las tribunas aplaudió la espectacular atajada del meta uruguayo, pero Chery no se podía levantar. Fue retirado del field; más las sombras rondan tras el… una hernia inguinal estrangulada, se decía en principio era el problema”.

Chery no se recuperaba y se decidió de inmediato internarlo. Estuvo hospitalizado durante trece días y falleció el 30 de mayo a raíz de un estrangulamiento en una hernia inguinal como se sospechó desde el principio. El violento golpe sufrido originó el fatal desenlace del joven guardameta.

El recuerdo

El Campeonato Sudamericano lo ganó Brasil y la Confederación Sudamericana de Fútbol instituyó un trofeo con el nombre de “Roberto Chery” para disputar entre las selecciones de Uruguay y Brasil a beneficio de sus deudos en Montevideo. El partido se llevó a cabo finalmente el 1º de junio de 1919, entre Argentina y Brasil, ya que los jugadores uruguayos no estaban de ánimo para participar de ese encuentro aunque fuera en homenaje al compañero fallecido.

En este partido, la selección brasileña jugó con la camiseta de Peñarol y los argentinos con la celeste en recuerdo a las dos casacas que defendió Chery. El resultado de ese encuentro fue 3 a 3 y el trofeo fue obsequiado a Peñarol.

Roberto Chery pese a su corta trayectoria, fue y es considerado como el mejor arquero hasta el advenimiento del profesionalismo.

Cronicas de época

Para conocer y poder apreciar la real dimensión de esos jugadores de antaño, vale hurgar, explorar, recurrir a los amarillentos y releídos documentos que se transforman en invalorables a la hora de poder realizar una reseña; tal es el caso de Roberto Chery.

Margariños Pittaluga, autor del libro “El fútbol heroico”, escribe: “El poeta, cuya única obra poética ha sido su vida ejemplar, llena de ingenuidad y sencillez, existió para el football y fue muerto por el football. Fue uno de esos seres que surgen al mundo con la imposición de un destino. Nació para el deporte. (…) Cuando llegó el momento en que tuvo que colocarse entre los postes del arco; cuando vio a diez camisetas amarillas y negras, Chery ya era dichoso. Quiso vivir para Peñarol y su deseo fue cumplido. Fue tal su dedicación, su amor, su admirable identificación que no se podía concebir a Peñarol sin su arquero”.

Los Señores del Arco (Cesar Groba)