Pablo Javier Bengoechea


Nacido en Rivera el 27 de junio de 1965, Pablo Javier Bengoechea es uno de los últimos ídolos aurinegros junto con Antonio Pacheco. Fue pieza clave del Segundo Quinquenio de Oro y de las selecciones uruguayas campeones de América en 1987 y 1995.

Hizo su debut oficial en primera división con la camiseta de Montevideo Wanderers en el año 1985. Luego de dos temporadas, en las que convirtió más de 30 goles, partió hacia España en 1987 para defender la camiseta del Sevilla. En ese mismo año fue campeón de la Copa América con la selección uruguaya, convirtiendo un gol en la final ante Chile en el Monumental de Núñez.

Vistió la camiseta del Sevilla hasta 1992 convirtiendo más de 25 goles. Ese mismo año regresa a América del Sur para sumarse a las filas de Gimnasia y Esgrima de la Plata, cuadro en el que solamente disputó 16 encuentros, convirtiendo 5 goles. Es en 1993 cuando regresa a Uruguay, para comenzar una época dorada de nuestro club.

Pablo Javier, quien tenía como ídolo a Fernando Morena, siempre soñó con hacer historia con Peñarol. A los 28 años de edad, llega a Peñarol para cumplir con su sueño. Fue siempre un jugador con mucha clase, gran dominio del balón y tenía una gran diferencia con el resto de los jugadores: los disparos de pelota quieta. Cuando Peñarol recibía una falta cercana al área, se consideraba más de medio gol, dada la habilidad que el riverense tenía para los tiros libres.

Habilidad que quedó demostrada en la final de la Copa América de 1995, en la cual Uruguay se impuso ante Brasil; disputada en el principal escenario deportivo de nuestro país. “El profe” vistió la camiseta aurinegra entre 1993 y 2003, años en los cuales convirtió más de 130 goles. Identificado con la camiseta número 10, Bengoechea fue pilar fundamental del Peñarol que ganó el segundo quinquenio de oro (1993-97), siendo goleador en el quinto título. La fórmula Bengoechea-Romero fue el sello de Gregorio Pérez en ese período.

También fue el embanderado de la histórica campaña de 1999 bajo la conducción de Julio Ribas. En 2003, Peñarol se consagró Campeón Uruguayo con Diego Aguirre como técnico y ese torneo fue el último de Bengoechea, aunque recordemos que no jugó la final ante el tradicional rival.

La idolatría por el «Profe» rompió esquemas, y la directiva de Peñarol encabezada por el Cr. José Pedro Damiani decidió homenajearlo con un monumento de bronce que hoy luce en Los Aromos. Pero había una particularidad, el material iba a ser exclusivamente donado por los hinchas, y así fue como la parcialidad aurinegra donó el bronce y lo llevó al Palacio Peñarol. «Bengoechea se merece el monumento por su calidad como futbolista, pero también porque como profesional fue intachable, porque supeditó todo en su vida al éxito del club, porque se comprometió al máximo con los colores amarillo y negro. Por todo eso se merece el monumento (…) y el reconocimiento de todos» (Fernando Morena en La Clase del Profesor de L. Haberkorn).

En diciembre de 2014, Pablo Bengoechea retornó a su casa y desde ese entonces se desempeña como director técnico de Peñarol. Anteriormente dirigió a la Selección de Perú y estuvo junto al técnico en Cruz Azul, Universidad de Chile, Danubio y River Plate.