Néstor Gonçalves

Néstor “Tito” Gonçalves, nació el 27 de abril de 1936 en Artigas. Denominado “El Capitán de capitanes”, fue parte de una época “dorada” de nuestro club. Vistió durante 14 años la camiseta aurinegra; años en los cuales la vitrina del club se llenó. “Poseedor de una firme personalidad, no le pesó el ponerse el número 5 que vistieron Harley, L. Fernández, Gestido y Obdulio Varela (…) El Tito es uno de los grandes caudillos de nuestra gloriosa institución” (M. Silvera, Campeón del Siglo).

Llegó a Peñarol en 1957 para, apenas un año después, comenzar a hacer historia jugando de centrohalf. Es en 1958 que comienza una gran época para el conjunto aurinegro. Con la vuelta al fútbol de Hohberg, el “Tito” lograba su primer Campeonato Uruguayo con Peñarol por un punto de diferencia ante el segundo. Así comenzaba a sumar títulos para una trayectoria impecable.

Al año siguiente, el Peñarol de Gonçalves debió definir el Campeonato Uruguayo en una final ante el tradicional rival. Para disputarla, llegaba a Peñarol un jugador que también haría historia: Alberto Spencer. Con goles de Cubilla y Linazza, el equipo del “Tito” obtenía el título de Campeón Uruguayo y la clasificación a la primera edición de la Copa de Campeones de América, llamada hoy en día Copa Libertadores de América.

El Tito hablando en el hotel Luz Palace de Madrid luego de ganarle al Real

Fue un ganador por excelencia. Se consagró Campeón de América en 1960, 1961 y 1966, y también Campeón del Mundo en 1961 y 1966, derrotando en esta última ocasión al poderoso Real Madrid. Fue figura fundamental en la década del 60, donde también sumó a las vitrinas carboneras la Supercopa de Campeones Intercontinentales de 1969. A nivel local, además del Primer Quinquenio de Oro, también obtuvo los campeonatos de 1964, 1965, 1967 y 1968.

Se da la particularidad que es uno de los pocos jugadores en el continente que salió campeón de América y luego su hijo pudo igualar eso. Otros casos son los Matosas y los Verón.

Falleció a los 80 años siendo el Intendente de Las Acacias, función que permitió que los juveniles aurinegros tuvieran de cerca al hombre más importante de la historia de nuestro club.