Otro torneo ha culminado y este Apertura 2012 ha dejado como Campeón a nuestro Peñarol. Tal como avizoramos al comienzo y luego de pasar algunos contratiempos, hemos conseguido ganar la primera parte de la temporada y ahora esperamos con expectativa todo lo muy importante que se viene.

Muchas cosas nos quedaron al término de este torneo. Lo primero y doloroso, la lesión del gran capitán. Todo un pueblo quedó quebrado, tirado en la cancha junto a él en el preciso momento en que se dio la trágica incidencia. Por suerte ya falta poco para verlo otra vez con la camiseta aurinegra.

Dentro de lo positivo, la aparición de Raguso, la clase interminable de Darío, la recuperación de Valdez, la confirmación de Novick, los goles del Lolo y de Juan Manuel.

Pero hay algo que quiero mencionar por sobre todas las cosas, se trata de una situación que ya no toleraba más, me dolían los oídos y el alma al escuchar tanto insulto producto de la necedad, la ignorancia y si se quiere también, de la estupidez.

Esa situación un día me hizo pensar en no ir más a la tribuna, ya que tanta falta de visión y de entendimiento por este deporte me revolvían las tripas. No podía entender que había gente que no tenga las bases mínimas para discernir entre un jugador de fútbol y un loquito que corre en una cancha.

Este torneo ha puesto las cosas en su debido lugar al consagrar como su mejor jugador a Marcelo Danubio Zalayeta, el mismo jugador al cual algunos que miran el fútbol de espaldas, le gritaban que se fuera, que no jugara más, que corriera y que metiera, ¡POR FAVOR! ¿Qué deporte están mirando señores?

Más allá de los resultados, desde que Zalayeta volvió a Peñarol a mediados del 2011, siempre ha sido el mejor jugador de Peñarol, haciendo jugar a todos y jugando él. El tema es que a veces hay que ver un poco qué hacen los demás para juzgar qué es lo que hace Zalayeta.

Por un segundo quiten a Zalayeta de Peñarol, armen el equipo e imaginen el funcionamiento del mismo pero sin el juego que él ha desparramado por la cancha, definiendo en el área, asistiendo a los compañeros, encarando por el medio y por afuera, tirándose 25 metros hacia atrás para hacer jugar, descargando a los costados, defendiendo en el área propia los envíos aéreos, arrastrando rivales que lo pechan y no lo pueden tirar y mucho menos sacarle la pelota… ¡por favor! ¿Qué es lo que reclaman?, si no hay un solo jugador en el plantel que pueda hacer la cuarta parte de todo esto.

¿Se imaginaron? ¿Pudieron ver de qué se trata? Bueno, ahora imagínense lo mismo pero que todo lo que nos faltaría sin Zalayeta lo tuviera el tradicional rival, seguro que no les gusta esa idea.

Es innegable que el fútbol es 100% pasional, de hecho así lo vivo yo, pero hay cosas que rompen los ojos. ¡¡La misma gente que puteaba a Zalayeta ovacionaba a Maxi Pérez!! ¡Por favor! tengamos un poquito de sentido común y en la medida de lo posible intentemos entender un poco el juego.

En estos días Zalayeta dijo a la prensa que no le importa si vienen o no propuestas y que su decisión de seguir en Peñarol para ser Campeón ya está tomada, una muestra más de su adhesión a la causa y su amor por los colores, porque no muchos recuerdan al decir que es hincha de nacional, que en más de una oportunidad Marcelo declaró que no jugaría en ese equipo.

Hay que tener presente también, que para entregarse a la causa y dejar todo por Peñarol, no es necesario besarse el escudo, hacer gestos a la tribuna, correr innecesariamente 30 metros para tirarse al piso ni sonreír cada vez que se sale en una nota. El jugador de fútbol no debe ser tribunero ni simpático, simplemente debe hablar con su juego en la cancha.

Gracias a este plantel de jugadores por habernos dado la alegría de ganar el Apertura, gracias a estos jugadores por ser conscientes de que lo más importante está por venir y gracias a Zalayeta por habernos deleitado una vez más con su fútbol. Ojalá que todos aquellos que van a la cancha y gritan por gritar, hagan foco y aprendan a leer un poco el juego y que la pasión la pongan en aplaudir a los que saben y en alentar al equipo en la buenas y en las malas.

¡Salud, arriba Peñarol!