Luego de más de dos décadas concurriendo asiduamente a la tribuna Ámsterdam sufriendo y gozando con Peñarol, es inevitable no reparar en los cambios que la misma ha sufrido a lo largo del tiempo. Sin entrar en un análisis social sobre la metamorfosis que la sociedad uruguaya ha experimentado, es muy fácil advertir el deterioro cultural en el cual ha caído nuestro pueblo y que se ve reflejado claramente en nuestra tribuna popular.

Hace muy poco, escuché a Jorge Goncalves decir que lo moderno no le cae bien a Peñarol. Si bien no comparto totalmente dicha apreciación, creo que el concepto es aplicable para algunos aspectos. Sería necio no reconocer que hoy día la tribuna muestra un colorido superior al de hace unos 15 años atrás, pero creo que ese detalle es el único positivo.

Verdaderamente hoy resulta incomprensible ver cómo las nuevas generaciones adoptan ídolos de la nada y ofrecen reconocimientos a jugadores que ni siquiera han convertido un solo gol clásico. Antes, para que un jugador de Peñarol sintiese corear su nombre, mínimamente debería haber marcado contra el tradicional rival y ese partido debía haber terminado en victoria con ese gol. Luego, para que ese reconocimiento no fuese efímero, ese mismo jugador debía ser campeón para terminar de meterse en el corazón de la gente.

Les quiero recordar a todos los hinchas de Peñarol, que como tales, nunca se debe alardear de estar en las buenas y en las malas, el hincha de Peñarol va a la cancha gane o pierda y listo, no se debe gritar oooleee, eso es de pizarrero.

Ni hablar de las reacciones de la hinchada luego de perder un clásico o de ser goleados de local por la Libertadores. Sinceramente, no entiendo qué aplaudía la gente luego de terminado el último clásico del Apertura. Todavía no logro descifrar cuál era el reconocimiento oculto en los aplausos que se brindaron luego de ser humillados con cuatro goles por el Atlético Nacional de Medellín. ¿A qué se deben los fuegos que se tiraron al término del último partido con Defensor? ¡Para quienes seguimos a Peñarol desde nuestra infancia, resultan inadmisibles estos hechos!

No hay que confundir el amor incondicional hacia los colores ganando o perdiendo, con brindar homenajes inapropiados. No mandemos mensajes equívocos a nuestros jugadores y técnicos, perder de atrás, en la hora o por goleada no está bien y eso no merece ser aplaudido. Tampoco se debe gritar «oooleee», eso es de pizarrero que te lo acepto en un clásico ganando cómodos, pero el otro día en Jardines la gente lo gritaba cuando el partido lo íbamos ganando 1 a 0.

Un párrafo aparte merece la indumentaria que hoy se viste en la tribuna. Jamás de los jamases se hubiese pensado que en nuestra tribuna popular, la gente vestiría camperas y GORROS BLANCOS. Lo de la campera bueh… si no hay otra cosa para abrigarse vaya y pase, pero el hecho de ir a comprarse un accesorio como lo es un gorro y que sea de color blanco y además llevarlo al estadio, es sinceramente, un exabrupto, una definitiva falta de respeto a nuestros colores, una perdida de identidad total que deja de lado aspectos esenciales en los cuales se formó nuestra Institución.

Otro aspecto negativo es la falta de criterio para elegir los momentos de cantar las canciones, si el equipo va perdiendo… ¿a quién se le ocurre cantarle a nacional? Cuando entra Peñarol a la cancha, se alienta al equipo, ¡lo mismo cuando se va perdiendo! A nacional se le canta cuando se va ganando bien, el resto de los momentos de un partido son para alentar a Peñarol, un partido no es un cumpleaños de quince para cantar boludeces.

Entiendo que esta pérdida de valores que conformaban nuestra identidad como hinchada, que hace algunos años eran respetados y cuidados hasta con recelo entre todos los hinchas de Peñarol, responde a un deterioro cultural de la sociedad uruguaya, en donde nadie respeta nada y lo que es moda está bien y listo, pero no olvidemos que si nosotros mismos no respetamos nuestra identidad, nuestros colores y a nuestros ídolos, no tendremos autoridad moral para pedirle a nuestros jugadores que respeten la historia y la mística de la camiseta que representan.

A veces, las hinchadas tienen el equipo que se merecen, si nosotros mismos no nos preocupamos por defender lo nuestro, a los jugadores les va a preocupar menos.

Yo no creo que todo pasado sea mejor, pero ojalá algunas cosas fueran como antes…