Una vez más sumamos una nueva derrota clásica, como hace tiempo viene sucediendo. Una vez más, el hincha incondicional vuelve a su casa con las manos vacías, con una bronca incontrolable, y una impotencia tremenda. Una vez más regalamos un campeonato, y otra vez buscamos justificativos: que nos robó el juez, que tienen suerte, que jugamos mejor, cualquier cosa que haga disminuir esa impotencia, porque ese es el dolor que tenemos todos los hinchas de Peñarol: impotencia. Impotencia al ver cómo el mejor Club Sudamericano del Siglo XX ya no es tal. Ver cómo esa esencia que nos supo enorgullecer ya no está, se fue, dando coletazos como en la Copa Libertadores pasada.

Nos convertimos en lo que no debemos, priorizamos bengalas y megabombas a levantar copas, porque hoy, lo único que nos enorgullece es nuestra gente, pero de nada sirve hacer una fiesta, si los invitados de honor nos fallan, festejamos que festejamos, no que ganamos algo.
Pasaron jugadores y técnicos, pero seguimos igual, seguimos sin dar pie con bola, no siguen robando la ilusión, siguen agregándole manchas a nuestro querido Peñarol.

El hincha de Peñarol debe ser autocrítico, porque ayer, ayer se perdió más que un partido: ayer se perdió la paciencia. Debemos darnos cuenta que lo más importante que tenemos es lo único que puede cambiar las cosas: nosotros. Ya vimos que baterías de fuegos artificiales no nos hacen ganar partidos. Ya vimos que cantar los 90 minutos no nos hace ganar partidos, y eso pasa porque nos robaron la esencia. Eso pasa porque se compran perros y no futbolistas, porque se prioriza el papel y no el ser humano, eso pasa porque se olvidan que para dejar la vida, hay que amar los colores.

Podemos ver el tiempo pasar frente a nuestros ojos, podemos ver cómo se revierte la historia, o podemos hacer algo.

Es el hincha el que alimenta al club, es el hincha el que tiene que tomar las decisiones. Si juntos pudimos hacer La Bandera Más Grande del Mundo, si juntos pudimos traer a Morena, juntos podemos revertir esta situación; pero está en nosotros.
¿Qué hacer? ojalá lo supiéramos, pero lo que sabemos es que solo nosotros podemos cambiar este presente, exigiendo que se hagan las cosas bien, exigiendo que no se le tomen el pelo a los socios, exigiendo cuentas claras, exigiendo resultados.

No es fácil, pero somos nosotros los que debemos hacer algo, porque sino las cosas no van a cambiar. Llegó la hora de pedir explicaciones, y no dejar que nos roben el alma, podemos seguir durmiendo la siesta, o levantarnos y decir «ESTO ES PEÑAROL«.

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